(CNN Español) – Científicos han estudiado desde siempre el poder sanador de la música. Con seguridad tienes una canción que te transporta a un momento específico de tu vida en el que puedes recordar detalles tan pequeños como el olor de algo.
El poder de la música es tal que logra penetrar en los rincones más oscuros del cerebro y hacer que pacientes con enfermedades como alzhéimer logren recordar brevemente un instante de su vida.
¿Cómo es que una melodía activa la memoria? El Dr. Elmer Huerta lo explica en este episodio. ¡Bienvenido! El consultorio está abierto.
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El poder de la música
Estoy seguro de que una de tus actividades favoritas es escuchar música, y que de repente prefieras música moderna muy actual, o que —como mucha gente— te inclines por la llamada “música del recuerdo”.
Independientemente de esa preferencia, una de las cualidades de la música es que, al escuchar una determinada melodía, ésta logra fijarse en algún lugar de la memoria, asociándose a vivencias y emociones del momento.
Y luego, con el tiempo y al escucharla nuevamente, consigue el mágico efecto de evocar esos recuerdos y emociones.
¿Te ha pasado, verdad? Al escuchar un bolero, un tango, un vals, una cumbia, una bachata, un reggaetón o una canción de rock, acuden a tu mente las emociones —positivas o negativas— asociadas al momento en que escuchabas esa música, pero no solo eso, sino que esa melodía es capaz también de desencadenar una cascada de recuerdos asociados.
Si bien es cierto que las mismas emociones y recuerdos pueden evocarse con el olor, la visión, el tacto o el gusto, ninguna evoca recuerdos antiguos con tanta fuerza como la música.
Ante ese hecho, las preguntas científicas son: ¿por qué la música es capaz de evocar tantos recuerdos? ¿En qué parte del cerebro se almacena la música? ¿Con qué centros cerebrales se asocia la música para evocar tantas emociones? ¿Cómo es que los pacientes con enfermedad de Alzheimer no son capaces de acordarse si almorzaron o no, pero pueden cantar viejas canciones?
Para responder a esas y otras preguntas, necesitamos saber dos cosas. Primero, cómo se forman y almacenan las memorias, y segundo, cómo es que la música es capaz de evocar esas memorias almacenadas.
Formación y almacenamiento de la memoria
La memoria es la capacidad que tiene el ser humano de adquirir, almacenar y recuperar piezas de información en el momento en que la persona necesita de ellas.
En general, se considera que existen tres tipos de memoria:
- La memoria sensorial,
- La de corto plazo y,
- La de largo plazo.
La memoria sensorial
La memoria sensorial es aquella que se produce en cada momento del día, durante cada día de nuestras vidas. Es la que se origina como consecuencia de la estimulación de nuestros sentidos solo por el hecho de estar vivos y despiertos en un cierto lugar.
A través de la vista, el olfato, el oído, el tacto y el gusto, la memoria sensorial nos permite escanear y retener una breve impresión del lugar en que nos encontramos, y es muy corta, considerándose que dura tres segundos o menos, y permite que nos adaptemos a la realidad del momento.
Solo la información más relevante de la memoria sensorial será transferida al segundo tipo de memoria, la de corto plazo, también llamada memoria primaria o activa, la cual se almacena brevemente en el hipocampo del cerebro y se mantiene disponible y lista para usarse durante un corto período de tiempo.
La memoria de corto plazo
La memoria de corto plazo es fundamental para funcionar con normalidad y tiene tres importantes características: es muy breve —solo dura solo entre 20 y 30 segundos—, es limitada en su capacidad, pues puede almacenar solo cinco a nueve piezas de información por vez, y es muy susceptible a la interferencia, es decir, puede ser olvidada por mínimas distracciones.
Dónde dejamos las llaves, cuál es el número de la clave temporal que me envían para acceder a la computadora, el nombre de una persona a quien acabamos de conocer, el dato estadístico que escuchamos en las noticias, recordar si apagamos la cocina o las luces de la casa, el nombre de la calle que acabamos de cruzar, son algunos ejemplos de pequeñas —pero muy importantes— piezas de información que se almacenan en la memoria de corto plazo.
Este es el tipo de memoria que mas se afecta en las demencias, como la enfermedad de Alzheimer.
Para que esta memoria de corto plazo sea retenida indefinidamente, debe convertirse en el tercer tipo de memoria, la de largo plazo. Aquí hay controversia acerca de cómo y cuánta memoria de corto plazo se convierte en memoria de largo plazo.
La memoria de largo plazo
La memoria de largo plazo puede durar décadas y se encuentra almacenada en distintas regiones del cerebro, entre ellas el hipocampo y la corteza cerebral, y es de dos grandes tipos.
El primer tipo de memoria de largo plazo es la memoria explícita o declarativa, que está disponible en la conciencia, lista para ser evocada cuando la necesitamos, y que requiere que hagamos un esfuerzo para despertarla.
Esta memoria explícita puede ser episódica, es decir, estar relacionada a memorias de vivencias y eventos específicos personales, tales como recordar las cosas que tengo que comprar en el mercado, el día de nuestra boda, o el nacimiento de un hijo; o puede ser semántica, es decir, incluir conocimientos puntuales, tales como la capital de un país, o el número de nuestro teléfono personal.
El segundo tipo de memoria a largo plazo es la implícita o inconsciente, que incluye la memoria procedimental, que involucra recuerdos del movimiento del cuerpo (por ejemplo bailar o manejar bicicleta), y el uso de objetos (por ejemplo tocar un instrumento o cepillarse los dientes). Un vez que se aprenden, se recuerdan para siempre.
Para que una memoria quede almacenada para siempre, esta debe consolidarse en el cerebro mediante un proceso que, empezando en el hipocampo, se distribuye a otras regiones de la corteza cerebral y puede tomar hasta dos años.
Ahora sí, una vez entendido como se forman y almacenan las memorias, veamos…
¿Cómo es que la música es capaz de evocar las memorias almacenadas?
En primer lugar, es importante entender el contexto en que escuchamos música.
Independientemente de estar solos o acompañados, cuando escuchamos música grabamos en nuestra memoria una especie de pista musical del momento que se está viviendo.
En otras palabras, vivencia y música quedan asociadas para siempre almacenadas como una memoria en algún lugar del cerebro. Lo mágico es que, al volver a escuchar la melodía, todos esos recuerdos son evocados.
Para entender el efecto de la música sobre el cerebro, muchos expertos se centran en la formación de memorias de largo plazo, muy especialmente la memoria episódica, aquella que esta almacenada en el cerebro, lista para ser recordada y que tiene que ver con las cosas que nos pasan en la vida.
El lugar del cerebro en el que se almacena y consolida la memoria de largo plazo es el hipocampo, un núcleo profundo localizado en la base del cerebro que está siempre prendido y tiene que ver con las emociones. El hipocampo registra pensamientos, sentimientos, percepciones y sensaciones que surgen de otras regiones del cerebro.
Es probable —y esta es una especulación, pues los mecanismos no están aún bien entendidos— que al vivir un momento determinado en la vida y formarse una memoria episódica de largo plazo en el hipocampo, la música que se escuchaba en esos momentos queda de alguna manera “asociada” al evento, por lo que, en el futuro, basta con escuchar esa música para recordar el evento al cual está asociado.
El cerebro, la música y la memoria
En cerebros sanos, la asociación entre música y memoria episódica puede incluir vivencias recientes, mientras que en pacientes con enfermedad de Alzheimer, las asociaciones entre música y episodios de la vida deben tener por lo menos dos años de antigüedad para que puedan ser recordadas.
Es por eso que un paciente con enfermedad de Alzheimer puede recordar y hasta cantar una canción que escuchaba durante su infancia, pero no puede recordar si tomó desayuno esa mañana.
Pero ese almacenamiento de la asociación entre música y vivencia en el hipocampo no explica por qué la música es capaz de evocar otros momentos asociados a la vivencia.
Para entenderlo, hay que saber que, además de formación de memorias de largo plazo en el hipocampo, debe ocurrir el fenómeno de consolidación de estas, la que ocurre en otras zonas del cerebro, principalmente en la corteza cerebral, lugar en que las memorias adquieren contexto y variedad.
Eso debido a que los diferentes elementos de la memoria, como el olor, el sabor, el sonido, el tacto y otros estímulos se almacenan en las zonas de la corteza cerebral especializadas que tienen que ver con esas sensaciones, sean este el lóbulo frontal, el parietal, o el occipital por ejemplo.
La música evoca recuerdos
En resumen, una cosa es la formación de una memoria, y otra es la consolidación y almacenamiento de esta en la especializada corteza cerebral.
Lo que hace la música entonces es evocar esos recuerdos, agrupándolos como quien junta un ramo de flores de varios colores. Las flores son las diferentes sensaciones almacenadas en diferentes regiones de la corteza cerebral.
Es por eso que no es raro que una persona diga, al escuchar una cierta melodía, que puede sentir emociones tan intensas, como que le parece ver a sus padres bailando, que puede sentir el olor de la cocina de su casa en una tarde de domingo, escuchar las risas de amigos o familiares asociadas al momento o sentir el gusto del primer beso con el novio o la novia.
En lo personal, cada vez que escucho la canción “Ansiedad” de Nat King Cole, puedo sentir el calor de una tarde de verano en la avenida Javier Prado de Lima, el sabor de la limonada que estaba tomando, y las palabras de mi tío, con quien estuve en un restaurante cuando escuché por primera vez esa canción durante mi adolescencia…
Bueno, esto es todo por hoy. Te espero en el próximo episodio. Chau.