Belkis Terán junto con su hijo Pedro en el bosque donde “Tortuguita” acampaba como protesta contra la llamada “Cop City”.

(CNN Español) –– “Es increíble todo lo que ha pasado, cómo mataron a Manuel con 13 balazos. No me entra en la cabeza. Le estoy poniendo nombre a cada bala, se me ocurrió anoche… ‘Avaricia’, ‘Cobardía’, ‘Corrupción’, cada bala va a tener un nombre”.

Belkis Terán, una maestra jubilada de Maracaibo, madre de Manuel Esteban Páez Terán ––quien murió a manos de la Policía Estatal de Georgia durante el desalojo de un campamento donde protestaba por la creación de un centro de entrenamiento policial en un gran terreno del sureste de Atlanta––, no quiere que el caso quede en el olvido. Y cree que la justicia llegará tarde o temprano.

¿Qué le ocurrió a Manuel “Tortuguita” Páez Terán?

Belkis no es la misma desde que se enteró de lo que le pasó a Manuel.

El Buró de Investigaciones de Georgia afirmó que el 18 de enero la policía disparó contra Páez Terán, a quien llamaban “Tortuguita”, luego de que hiriera gravemente a un agente con un arma que supuestamente había comprado en septiembre de 2020.

La primera autopsia reveló que Páez Terán recibió 13 impactos de bala de distintas armas de fuego.

Una segunda autopsia, encargada por su familia y que sus abogados anticiparon el viernes, sostiene que los manifestantes tenían los brazos en alto cuando los policías que intentaban despejar el lugar abrieron fuego. En un comunicado, los abogados dicen que esa autopsia revela que muy probablemente Páez Terán se había sentado y tenía las piernas cruzadas cuando dispararon en su contra.

Ese incidente ocurrió en uno de la veintena de campamentos que ambientalistas habían levantado en unos bosques aledaños al sitio donde estará esa instalación policial, que quienes se oponen al proyecto bautizaron informalmente como “Cop City”.

CNNE 1358069 - ¿que es cop city y por que se oponen a este centro?
¿Qué es Cop City y por qué se han manifestado en Atlanta en contra de este centro?
02:46 - Fuente: CNN

La muerte de “Tortuguita” a manos de la Policía provocó violentos disturbios en el centro de la ciudad de Atlanta y devino en el arresto de unas 30 personas, que luego fueron acusadas de terrorismo interno.

La Policía dice que hubo agitadores violentos entre la manifestación pacífica.

El 5 marzo, algunas personas que rechazan la construcción de “Cop City” atacaron a la Policía con fuegos artificiales y destruyeron una retroexcavadora. Tras esos hechos, hubo 23 detenidos que también fueron acusados de terrorismo interno, lo que les puede suponer hasta 35 años de cárcel si son declarados culpables, según expertos consultados por CNN.

Los activistas disputan la versión de las autoridades y dicen que en lugar de eso la policía eligió como blanco a quienes participaban en un festival musical en un parque diferente al lugar de la construcción y comenzó a arrestar gente indiscriminadamente. La Policía de Atlanta rechaza esa afirmación.

Las acusaciones de terrorismo interno han sido criticadas por organizaciones como Human Rights Watch que las creen exageradas porque tienen como consigna “silenciar a la disidencia”.

La Policía ha señalado que parte de los manifestantes no residen en el estado de Georgia, pero los críticos aseguran que ese argumento es parte de la narrativa policial que pretende criminalizar la solidaridad tanto nacional como internacional con la causa de la defensa del medio ambiente.

La familia regresa al bosque

Belkis Terán y su hijo Pedro junto a una pancarta sobre el asesinato “Tortuguita” en el bosque donde ocurrieron los hechos.

El domingo 12 de marzo, la familia regresó a este mismo bosque para esparcir las cenizas de “Tortuguita”.

Grupos de activistas medioambientales consideran que la construcción de la megaciudad policial, de 90 millones de dólares, destruirá partes del bosque en el sureste de Atlanta.

Un bosque que “Tortuguita” quiso defender porque acoge a bancales que filtran el agua de lluvia y previenen las inundaciones, según el portal del grupo Defend the Atlanta Forest.

La organización añadió que es el lugar de cría de diversos anfibios en la región y un lugar migración para las aves zancudas.

¿Quién era “Tortuguita”?

“Era una persona jovial, que echaba chistes, le gustaba hacer arte, pintaba para eso. Para Manuel, pintar era una forma de expresarse. Por eso, nunca usaría una pistola”, afirma Belkis.

Manuel Esteban Páez Terán nació el 23 de abril de 1996 en Maracaibo, Venezuela, en el seno de una familia evangélica. Su abuelo fue pastor.

“Manuel salió de Venezuela a los 7 u 8 años. Vivimos en Aruba, en Londres, en Egipto, en Rusia. Era muy inteligente, aprendió a hablar árabe”, dice su madre.

Manuel "Tortuguita" Páez Terán hace unos años pilotando una motora en Venezuela en 2009.

En Aruba, Manuel estudió un año y medio de medicina, pero luego admitiría que, como profesional, no podría soportar perder vidas humanas, cuenta Belkis.

De allí la familia se mudó a Panamá, donde Páez Terán estudió psicología y sociología.

Más tarde se graduó de Psicología, mención Magna Cum Laude, en la Universidad Estatal de la Florida en 2021.

Según su madre, Manuel leía mucho y se implicaba en multitud de causas sociales y medioambientales, como la limpieza de playas o parques en Panamá. En ese país, Manuel fundó y lideró un club ambientalista y también asistió a un profesor de biología.

“Respetaba y atendía a las personas, por eso todos lloran terriblemente su ausencia. Manuel se destacó mucho en la comunidad del bosque porque servía, cocinaba, lavaba los platos y recogía la basura, los trabajos que a nadie le gusta hacer”, dice Belkis.

Manuel era una persona muy curiosa, recuerda su madre, que le gustaba leer mucho y sobre todo la ciencia.

También ayudó a las personas sin hogar, como recuerda su hermano Pedro. Por ello, junto a otros activistas, Manuel creó The Plant, un grupo descrito por la familia Terán como un sitio creativo donde se promovía la libertad de expresión.

Cuando comenzó a visitar la ciudad de Atlanta, según cuentan sus compañeros, Manuel se sumó con entusiasmo a la causa de la defensa del bosque que ahora creen que está en peligro por la construcción de “Cop City”.

Allí activistas medioambientales han estado acampando los últimos seis meses como protesta.

“Algo no encaja”

Belkis Terán cuenta que su familia es multicultural. El hijo mayor, Daniel, nació en Chicago y sirvió en la Marina de EE.UU. durante 10 años.

“Como veterano, a él le da mucha rabia que en su propio país pasen estas cosas. Nosotros somos personas de fe, creemos en la justicia divina, y yo sí creo que va a haber justicia. No te puedo decir exactamente cómo, pero sí creo que va a haber justicia”, afirma.

El hermano menor, Pedro, recuerda a Manuel como alguien muy inteligente y con mucha preparación. “Me entristece haya muerto así de esa manera”, dice.

Belkis es una mujer menuda, pero con una determinación clara. Dice que la fe la mantiene. Actualmente reside en Panamá junto con Pedro por la situación de Venezuela.

Tras la tragedia, Belkis quiere que sepan que Manuel era una persona alegre, deportista, que le encantaba la patineta, esquiar, bucear, que manejaba botes y que también tenía una generosidad ilimitada.

Manuel Páez Terán en la Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona. La familia Páez se declara evangélica y muy creyentes.

Belkis dice que cuando Manuel recibía sus regalos de Navidad a veces los regalaba a otros niños. “Y yo le decía ‘son para ti mi amor’, pero no hacía caso”.

El jueves 9 de marzo, en una manifestación celebrada en el Centro Martin Luther King de Atlanta, Belkis contó que Manuel tuvo una vida muy intensa y alegre. Lo dijo tras unas gafas empañadas por la lluvia que caía en el lugar.

En su alocución en inglés ante unas 200 personas, ella habló de la defensa de la Tierra, de la necesidad de proteger al medio ambiente, como hizo Manuel. Y afirmó que el reporte de las autoridades no encaja con la supuesta reacción de Manuel frente a la Policía.

El domingo 12 de marzo Belkis, en compañía de activistas, esparció las cenizas en el mismo bosque donde Manuel Esteban falleció a manos de la policía. Su madre dijo que Manuel sentía allí la presencia de Dios, y que en ese sitio había recibido el mensaje de que esos árboles debían ser protegidos.

Belkis y su hijo Pedro sonríen ante un altar improvisado con velas y un retrato de Manuel Esteban en el campamento de protesta en el sureste de la ciudad de Atlanta.

Belkis, una maestra jubilada, cree que la justicia prevalecerá en este caso.

“Yo creo que sí, porque creo en Dios. Yo no creo en el hombre. Yo no tengo odio ni rencor contra nadie. Pero para mí la justicia es una cuestión de que este mundo va a ir cada vez mejor”.

Para ella, Manuel era como una persona mayor y así se lo dijo mientras iba creciendo. “Estaba pendiente de las cosas, y de los detalles”, agrega Belkis. Cosas y detalles que 13 balas zanjaron para siempre el 18 de enero. Trece balas que Belkis bautizó con varios nombres: avaricia, corrupción, egoísmo… y que piensa reclamar a sus dueños.