(CNN Español) – La escasez creciente de agua dulce hace que sea imperativo mejorar su gestión. Al mismo tiempo, hay quienes se preguntan por qué directamente no creamos más agua o acudimos a esa fuente que parece inacabable: los océanos. Aquí, todas las respuestas.
Sí, podemos fabricar agua, pero…
Fabricar agua pura en un laboratorio es posible, pero complicado, explica la Universidad de California en Santa Barbara. El agua es una combinación de oxígeno (O) e hidrógeno (H2). El oxígeno en general está presente como O2, es decir dos átomos unidos entre sí. Para formar el H2O hay que separar esos dos átomos y hacer que uno se unan con el hidrógeno. Este proceso es posible, pero requiere de una fuente de energía, que puede ser por ejemplo el calor, que desate una reacción que separe los átomos de oxígeno y haga que se unan al H2.
Sin embargo, no es viable pensar en la producción de agua a gran escala mediante este método ya que, como explica la ingeniera Emma Kathryn en The Conversation, la reacción que hay que desatar “es cara, libera montones de energía y podría crear explosiones realmente grandes”.
El agua de los océanos tampoco es una opción. ¿Qué le pasa al cuerpo si la tomamos?
El agua del océano contiene un nivel de sal “muy superior al que puede procesar el cuerpo humano”, explica la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés). La sal, según la agencia, es un arma de doble filo: por un lado las células vivas dependen de ella para mantener los equilibrios y las reacciones corporales pero, por otro, un exceso de sodio puede ser mortífero. ¿Pero cómo?
“Los riñones humanos solo pueden producir orina menos salada que el agua salada. Por lo tanto, para eliminar todo el exceso de sal ingerido al beber agua de mar, hay que orinar más agua de la que se ha bebido. Al final, mueres de deshidratación aunque tengas más sed”, dice la NOAA.
¿Y la desalinización?
La desalinización es un proceso de tratamiento del agua que, en pocas palabras, consiste en separar el contenido de sales que tiene, explicó a CNN en Español Josué Medellín-Azuara, profesor de la Universidad de California Merced. Esto incluye al agua de los océanos, pero no solamente: también puede ser agua producto de procesos de irrigación o industriales que contenga sal.
Una vez que se hace, hay dos productos resultantes: un agua tratada de alta calidad y un residuo con grandes concentraciones de sal.
En todo el mundo de 300 millones de personas usan agua proveniente de plantas desalinizadoras, según datos publicados por la Escuela de Medio Ambiente de Yale en 2019.
Para ese año en el mundo existían poco más de 15.900 plantas desalinizadoras en funcionamiento que producían unos 95 millones de metros cúbicos de agua desalinizada por día para consumo humano, según una investigación publicada en Science of the Total Environment. Casi el 50% de esa producción le correspondía a países de Medio Oriente y del norte de África.
Hoy el proceso de la desalinización “es utilizado comúnmente”, explicó Medellín-Azuara, en lugares donde el acceso a fuentes de agua dulce es limitado o donde existen problemas fuertes en términos de la calidad del agua.
Una de las limitantes que define en dónde se desaliniza agua es el costo. La desalinización se está haciendo “en lugares donde el costo energético no es elevado y en donde el costo de fuentes alternativas no es competitivo”, explicó.
No obstante, en este terreno se ha evolucionado. Según los datos de Yale, el costo del agua desalinizada bajó a más de la mitad en las últimas tres décadas, a medida que evolucionó la tecnología y aumentó el costo de otras fuentes de agua.
Un desafío difícil de salvar: la salmuera
Uno de los “principales retos” que enfrenta el proceso de desalinización es la gestión del concentrado hipersalino resultante, conocido como salmuera, que debe ser eliminado, explica la investigación. “La gestión de la salmuera es económicamente costosa y técnicamente difícil, por lo que la mayoría de las plantas desalinizadoras vierten la salmuera sin tratar”, dice el texto, lo que es perjudicial para el medio ambiente.
Otro problema es la energía. “La desalinización requiere grandes cantidades de energía, que en algunos lugares se suministra actualmente mediante combustibles fósiles”, explica Yale, con lo que puede generarse un “bucle de retroalimentación en el que se necesita más desalinización a medida que se calienta el planeta, lo que provoca más emisiones de gases de efecto invernadero”.
También hay cuestionamientos sobre el daño que este proceso pueda causar a la vida marina, explica la publicación de la universidad.
¿Es la solución?
“El agua desalinizada se está convirtiendo cada vez más en una opción viable para reducir la escasez, sobre todo para satisfacer las necesidades domésticas y municipales.”, sostiene la investigación de Science of the Total Environment, que señala la necesidad de mejorar el acceso a la tecnología para países con menos recursos que los que hoy la utilizan.
Medellín-Azuara coincide, con un hincapié en lo territorial: “Algunas regiones del mundo podrían recurrir a la desalinización cuando el acceso a fuentes alternativas no sea costeable y la demanda de agua sea elevada”.
Con información de Carolina Melo de CNN en Español.