Llamado a la Tierra es una serie editorial de CNN comprometida con reportar los desafíos ambientales que enfrenta nuestro planeta, además de mostrar las soluciones a esos retos. La iniciativa Perpetual Planet de Rolex se ha asociado con CNN para crear conciencia y educación sobre los asuntos de sostenibilidad claves y para inspirar acciones positivas. 

El oso polar no era más que una mancha lejana en una extensión blanca y helada. Un equipo de rodaje empezó a seguirlo a distancia, acercándose poco a poco. De repente, el oso captó un olor y cambió de dirección; el equipo lo siguió, con la esperanza de que les llevara a ver una presa. El oso se detuvo en un agujero hecho por una foca en el hielo y se puso a esperar. El equipo también.

Estuvieron 12 horas sentados, esperando a que el oso se moviera. Durante 12 horas, el oso estuvo medio dormido, medio despierto al borde del agujero. Era demasiado tiempo: la tripulación llevaba 22 horas seguidas trabajando en el hielo marino y necesitaba volver al campamento. Fríos y agotados, admitieron su derrota. Las horas de espera sin recompensa son frecuentes. “Es el precio que pagamos para conseguir imágenes únicas”, cuenta el galardonado fotógrafo y cineasta francés Florian Ledoux.

Esta es la realidad de la fotografía de fauna salvaje: siempre depende de la naturaleza. Pero ese es también su reto y su atractivo. “Cada toma que hacemos en el Ártico es una batalla”, afirma. “Superamos nuestros límites; nos sentimos vivos al hacerlo”.

Ledoux utiliza un dron para captar una nueva perspectiva. Aquí, un joven oso polar se arrastra sobre el hielo.

Ledoux habla con CNN por videollamada desde su casa de Tromsø, en el norte de Noruega. Lleva un jersey de cuello alto de punto rojo y blanco y, a las 14.00 hora local, el cielo a través de la ventana que tiene a su espalda es de un intenso añil en la noche polar de diciembre.

Ha pasado los dos últimos inviernos en el hielo marino del Ártico, filmando escenas icónicas para la serie documental sobre naturaleza de la BBC “Frozen Planet” y la película de Disney “Polar Bear”, entre otras. Impulsado por su pasión por preservar la naturaleza, su extraordinaria fotografía aérea le ha valido galardones como el de fotógrafo de drones del año 2018 de los Siena International Photo Awards y el de fotógrafo del año de Nature TTL en 2020.

Capturar el Ártico en invierno tiene un coste. Ledoux describe cómo las devastadoras condiciones invernales se cobran su peaje físico: la abrumadora oscuridad y los bajos niveles de vitamina D afectan al estado de ánimo, la falta de rutina desajusta el reloj corporal y uno está siempre luchando contra el intenso frío, con temperaturas que algunos días descienden hasta los 40 grados bajo cero. En esos días, todo lo que tocas con las manos desnudas se te pega a la piel y cada vez que exhalas la humedad se te congela en la cara, dice. A pesar de llevar varias capas de ropa, enormes manoplas de plumón y una máscara de neopreno y gafas de esquí, el frío da batalla.

Ledoux utiliza un dron para captar una nueva perspectiva. Aquí, un joven oso polar se arrastra sobre el hielo.

Sin embargo, estos son los días por los que vive Ledoux. Hubo un momento el invierno pasado, cuando el aire era fresco, el sol estaba bajo y un intenso silencio envolvía el hielo marino. Ledoux vio salir vapor de detrás de un iceberg y, siguiéndolo con su dron, descubrió un gran oso polar macho dormido sobre el hielo: “Tenía el cuerpo caliente y, mientras respiraba, le salía humo de la boca como si fuera un dragón”.

Ledoux se prepara para hacer frente al tiempo inclemente.

Protagonistas

A pesar de encontrarse en la naturaleza, lejos del contacto humano, Ledoux suele estar a merced de la lista de tomas de los productores. Disney, Netflix o similares pueden pedir una toma específica de un oso polar, como una cacería o una escena de apareamiento. Conseguirlo puede llevar días o meses, pero la clave es no precipitarse.

Tras encontrar un oso, el equipo se coloca delante de él y espera a que se acerque poco a poco. “Queremos asegurarnos de que le caemos bien”, dice Ledoux, y añade que para captar un comportamiento sincero y único el oso debe sentirse cómodo en su presencia. Si un oso se muestra asustadizo o reacciona mal a su presencia, dejarán de perseguirlo. “Así son las cosas: si no quiere ser la estrella, no puedes forzarlo”.

Un oso polar fotografiado tras alimentarse en Svalbard.

Con el tiempo, Ledoux cree que se empieza a reconocer a cada oso. Algunos tienen un aspecto diferente, la forma de su cara o sus marcas físicas los delatan. Algunos son tímidos y otros curiosos y juguetones.

Una de sus fotos más taquilleras, que ocupó un lugar de honor en la película de Disney “Polar Bear”, muestra a dos osos patinando juntos alegremente sobre hielo. Ledoux nunca había visto a dos osos divertirse tanto: “Fue pura magia. Estábamos tan emocionados después que nos olvidamos de comer en todo el día”.

La sensación de estar cerca de un oso polar es adictiva, dice. La primera vez que vio uno se le puso la piel de gallina, y a pesar de los cientos de encuentros que ha tenido desde entonces, esa reacción no se ha apagado. “Son tan majestuosos y hermosos… Me provocan muchas emociones”, añade. Su objetivo es transmitir esas emociones a través de sus imágenes.

Durante horas, Ledoux observó a estos dos osos polares jugando juntos.

Hielo derritiéndose

Una de las fotos de Ledoux, que fue portada de Oceanographic Magazine y Wildlife Photographic, muestra a un oso polar saltando precariamente entre trozos de hielo rotos. Transmite un mensaje de fragilidad y refleja la amenaza de la disminución de las capas de hielo. El Ártico se está calentando casi cuatro veces más rápido que el resto del planeta, provocando el deshielo y amenazando todo el ecosistema que depende de él.

Incluso en los pocos años que Ledoux lleva explorando el Ártico, ha sido testigo de estos cambios. Ha llovido durante días en los meses de invierno y el terreno en el que pueden trabajar disminuye a medida que el hielo marino se hace menos estable.

Vista aérea del deshielo del casquete glaciar de Austfonna durante el verano de 2020, poco después de que el archipiélago de Svalbard registrara su temperatura más alta desde que hay registros.

“Es importante documentar”, afirma, comparando su papel con el de un fotógrafo de guerra, aunque a un ritmo más lento y con menos peligro inminente. Hay una urgencia, y él siente el deber de registrar lo que está sucediendo.

“¿Volaría el dron solo por volar el dron? No”, afirma. “El dron es una herramienta que me permite captar una belleza y una perspectiva únicas de la naturaleza, dar voz a quien no puede hablar”.