(CNN) – La exprimera ministra de Nueva Zelandiaa, Jacinda Ardern, se despidió de la política este miércoles con un discurso conmovedor que aseguró a otros nerds, llorones y personas que aman abrazar que algún día ellos también podrían liderar.
“Pueden ser ansiosos, sensibles, amables y mostrar sus emociones, pueden ser madres o no, pueden ser ex mormón o no, pueden ser nerds, llorones, abrazadores… pueden ser todas estas cosas”, dijo entre lágrimas.
“Y no solo pueden estar aquí; pueden liderar como yo lo hice”.
Ardern anunció su sorpresiva renuncia en enero de 2023, diciendo que “no tenía más en el tanque” después de cinco años en el poder y que no buscaría la reelección en las elecciones de octubre.
Cuando Ardern se convirtió en primera ministra en 2017 a los 37 años, era la tercera mujer líder de Nueva Zelandia y una de las líderes más jóvenes del mundo. En un año, se había convertido en la segunda líder mundial en dar a luz en el cargo.
En su discurso de este miércoles, Ardern dijo que ese papel era uno que “nunca pensé que estaba destinada a tener” cuando siete semanas antes de las elecciones generales fue designada líder del Partido Laborista.
“Era una mezcla entre el sentido del deber de dirigir un tren de carga en movimiento y ser atropellada por uno, y eso probablemente se deba a que mi reticencia interna a liderar solo se comparaba con un gran sentido de la responsabilidad”, dijo.
El tiempo de Ardern en el poder estuvo definido por múltiples crisis, incluido el ataque terrorista de Christchurch de 2019, que mató a 51 personas en dos mezquitas, una explosión volcánica mortal y una pandemia mundial que provocó bloqueos impopulares.
Ardern dijo que se encontró “en la vida de las personas durante los momentos más dolorosos o traumáticos” y que “sus historias y rostros permanecen grabados en mi mente y probablemente lo estarán para siempre”.
Su discurso ante el Parlamento también fue profundamente personal. Ardern compartió sus ansiedades en el trabajo: sentir que necesitaría “endurecerse” y “cambiar drásticamente” para sobrevivir en la política.
Se describió a sí misma como una mujer que “llora y abraza”, así como una persona “preocupada”, pero dijo: “aunque me convencí de que no puedes preocuparte y estar en este lugar, sí puedes”.
“Yo no cambié. Dejo este lugar tan sensible como siempre, propensa a pensar en lo negativo, odiando el turno de preguntas tan profundamente que me costaría comer la mayoría de los días antes, y estoy aquí para decirles que pueden ser esa persona y pueden estar aquí”.
Ardern también habló sobre su lucha por concebir y “tener miedo de estar eligiendo un camino que significaba que no tendría hijos”. Después de experimentar una ronda fallida de tratamiento de fertilización in vitro cuando se convirtió en líder del Partido Laborista, dijo que se distrajo haciendo campaña para convertirse en primera ministra.
“Imagínense mi sorpresa cuando un par de meses después descubrí que estaba embarazada”, dijo. “Me voy sabiendo que fui la mejor madre que pude ser. Pueden ser esa persona y pueden estar aquí”.
Ardern se convirtió rápidamente en un ícono global progresista, recordada por su empatía mientras guiaba a Nueva Zelandia a través del peor ataque terrorista de su historia y llevaba a su pequeña hija a la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Aunque en casa, su popularidad decayó en medio del aumento del costo de vida, la escasez de viviendas y la ansiedad económica. Se enfrentó a violentas protestas contra el confinamiento en la capital, Wellington, y recibió amenazas en su contra.
El tema central de su discurso fue el cambio climático y se refirió a las inundaciones mortales que devastaron el noreste del país a principios de este año.
Hizo un llamado al Parlamento a “quitar la política del cambio climático” para reducir las emisiones necesarias para limitar el calentamiento global. “Tenemos lo que necesitamos para hacer el progreso que debemos”, dijo.
Mirando hacia atrás en su tiempo en el cargo y su legado, Ardern señaló los problemas que la llevaron a unirse a la política: “cambio climático, pobreza infantil y desigualdad”.
“Las razones por las que vine aquí, nunca me abandonaron tampoco”, dijo. “Siempre he creído que este es un lugar donde puedes marcar la diferencia. Me voy sabiendo que eso es cierto”.