Nota del editor: Frida Ghitis, (@fridaghitis) exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora semanal de opinión de CNN, columnista del diario The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen únicamente a su autora. Ver más opiniones en CNN.
(CNN) – Imagina un mundo en el que el país más poblado del mundo es una democracia. Imagina el momento en el que una China envejecida ha perdido su lugar en la cima, sustituida por una India joven y dinámica.
Ese momento ya está aquí. Y marca un cambio que no ha hecho más que empezar y que podría tener importantes repercusiones en todo el mundo.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas anunció este miércoles que, según sus cálculos, los 1.400 millones de habitantes de la India ya superaron a la población de China continental, y superarán a toda China, incluida la población de Hong Kong, a mediados de este año.
Todos crecimos pensando que China es el país más poblado del mundo. Lleva ostentando ese título desde que la ONU empezó a llevar registros en 1950. Es difícil imaginar a este coloso asiático como otra cosa que no sea una potencia emergente y en rápido crecimiento, gobernada por un cuadro autocrático de apparátchiks de traje y pelo negros.
Pero el mundo está cambiando y el ascenso de la India abre las puertas a una nueva era.
¿Es este cambio en la cima de la clasificación simplemente una nueva etiqueta para India, o está el país preparado para convertir su posición en algo más?
Convertirse en el país más poblado del mundo es sin duda una inyección de confianza para India. Si juega bien sus cartas, India podría convertirse en uno de los actores más poderosos del planeta.
Imagínate el poderío económico de China sin su horrible mancha de represión.
Si la India puede superar los retos a los que se enfrenta y desarrollar su economía al tiempo que adopta, mejora y promueve su identidad como la mayor democracia del mundo, podría convertirse en un ejemplo para otras naciones.
Una nación cuyo éxito despierte admiración; un país que se convierta en una fuerza del bien y obtenga enormes beneficios a cambio.
La rivalidad entre los dos gigantes asiáticos, China e India, ha alcanzado un punto de inflexión. No se trata solo de una curiosidad estadística. India ha mantenido el crecimiento de su economía, a menudo agitada, incluso cuando ha conseguido controlar su tasa de natalidad, antaño peligrosamente alta. China, por su parte, ha entrado en una que amenaza su poderío económico.
En enero, China anunció la disminución de su población el año pasado. Era la primera vez que eso ocurría desde 1961, cuando el llamado Gran Salto Adelante de Mao Zedong produjo, en cambio, una hambruna que mató a decenas de millones de personas.
La contracción de 2022 marcó el comienzo de un fenómeno largamente anticipado y desencadenado por la política china del hijo único, ahora en desuso, una política con consecuencias potencialmente calamitosas.
Además de reducirse, la población china envejece. El número de chinos en edad laboral está disminuyendo rápidamente en comparación con su número de jubilados.
Por el contrario, el índice de dependencia de la tercera edad de la India, como se conoce esta cifra, es uno de los más bajos entre las principales economías. Una creciente mayoría de indios está en edad de trabajar y ser productivos.
Como a las parejas chinas no se les permitió durante décadas tener más de un hijo, esos niños tendrán que soportar la carga de mantener la economía en marcha, al tiempo que se enfrentan a una abrumadora responsabilidad personal por sus mayores.
Cada niño es el único responsable de ayudar a dos padres y cuatro abuelos a medida que envejecen.
Eso se conoce como la pirámide invertida 4-2-1, y sus costosas obligaciones son una de las razones por las que tantas parejas chinas decidieron no tener familias numerosas incluso después de que se levantara la política del hijo único en 2016, sustituida por generosos incentivos para tener más hijos.
La crisis demográfica de China está llegando más rápido de lo previsto, con importantes ramificaciones no solo para el país, sino para un mundo que se ha acostumbrado a la creciente demanda de los mercados chinos. China ha explotado ese músculo económico, que ahora podría debilitarse.
El país ha utilizado esa influencia para promover su sistema de gobierno y, junto con Rusia, desacreditar la democracia, el sistema competidor.
Ahora la India está en condiciones de superar la influencia mundial de China, pero se enfrenta a importantes retos propios.
Hoy, tras décadas de crecimiento económico vertiginoso, la población china es mucho más rica que la india. Pero la India se está acelerando, y el Banco Mundial prevé que su economía sea una de las de más rápido crecimiento este año.
Aun así, la India tiene que crear cientos de millones de puestos de trabajo para una población que sigue empobreciéndose en gran medida. Como dijo a CNN Chandrasekhar Sripada, profesor de comportamiento organizativo en la Indian School of Business, “India está sentada sobre una bomba de tiempo”. Sin más empleos de calidad, podría estallar el malestar social.
Los expertos afirman que la India necesita elevar sus niveles educativos, mantener a las mujeres en el mercado laboral y desarrollar sus infraestructuras.
El momento, ahora mismo, ofrece oportunidades especiales.
Los inversores globales y las potencias mundiales se están replanteando sus relaciones comerciales con China. Resulta que poner tu dinero en países gobernados por dictaduras puede crear complicaciones.
La invasión rusa de Ucrania aclaró la cuestión. Cuando Rusia amenazó el suministro de petróleo y gas a Occidente, sus clientes comprendieron el riesgo. El apoyo de China a Rusia y sus continuas amenazas contra Taiwán, principal productor mundial de microchips avanzados, llevaron a muchos países y empresas a reconsiderar su dependencia de China.
Además, las frecuentes, aunque normalmente temporales, desapariciones de magnates empresariales en China subrayaron la fragilidad del Estado de Derecho y la imprevisibilidad de su entorno empresarial.
Como resultado, la tendencia actual es hacia el nearshoring y el friendshoring, llevando la producción a países más cercanos y amistosos. Es una oportunidad de oro para que la India salga ganando de las tensiones entre China y Occidente.
La India lleva mucho tiempo tratando de labrarse un camino independiente de las principales potencias mundiales. Fue una fuerza destacada en el movimiento de los países no alineados durante la Guerra Fría. Incluso ahora, se ha negado a unirse en contra de Rusia tras la invasión de Ucrania y, en su lugar, ha impulsado el comercio con Moscú aprovechando los recortes en los precios del combustible.
Pero la India debería resaltar su condición de democracia para potenciar aún más su emergente estatus de país más grande del mundo.
La democracia india dista mucho de ser perfecta. En los últimos años ha retrocedido. Freedom House califica al país de “parcialmente libre”, señalando el aumento de las políticas discriminatorias contra los musulmanes y el acoso a periodistas y críticos del gobierno.
Aun así, es una democracia multipartidista. Si sigue desarrollando su economía, aumentando su nivel de vida y reforzando sus instituciones y prácticas democráticas, India podría convertirse no solo en una gran potencia mundial, sino en una de las más inspiradoras e influyentes.