(CNN Español) – Sin perder la sonrisa, Kim Phuc atendió a cada una de las personas que llegó al Instituto Interamericano de Derechos Humanos en Costa Rica para escuchar su testimonio y pedirle un autógrafo. “La admiro mucho”, “gracias por su mensaje de paz”, se escuchaba decir entre quienes le solicitaban la firma para la primera edición en español de su libro “La ruta del fuego, memoria de la esperanza”, que Phuc lanzó en este país a mediados de abril.
Se cumplen 51 años de la icónica imagen que captó el horror de la guerra de Vietnam y que permanece como uno de los símbolos de la tragedia de las víctimas de conflictos que el mundo no ha podido frenar.
“Mi nombre es Kim Phuc, significa felicidad dorada, y así era mi vida en esa época”, dice en el libro al relatar sus primeros años en la aldea Trang Bang, en Vietnam del sur. El pueblo, a unos 40 km de Ho Chi Minh, antes Saigón, había sido ocupado por fuerzas comunistas de Vietnam del Norte y del Sur, que entre 1955 a 1975 sostuvieron una guerra, con el respaldo de la Unión Soviética y China, contra el gobierno anticomunista de Vietnam del Sur, apoyado por Estados Unidos y otros aliados. No hubo choques directos entre las superpotencias, una de las principales características de la Guerra Fría, pero el costo humano fue colosal. Según distintas estimaciones, el conflicto dejó alrededor de 1 millón de civiles fallecidos.
A su paso por Costa Rica para presentar el libro, Phuc narró a CNN que todo cambió en instantes fatales el 8 de junio de 1972.
El fotógrafo de la agencia de noticias Associated Press (AP), Nick Ut, retrató ese momento de horror y angustia. En ese entonces, Ut tenía 21 años. Ahora la acompañó en la presentación del libro.
La icónica imagen, conocida como “la niña del napalm”, muestra su rostro descompuesto por el llanto, desnuda, corriendo con otros niños y varios soldados del Ejército de Vietnam del Sur, desconcertados, buscando alejarse del bombardeo con esa sustancia inflamable, a base de gasolina en estado de gel. Phuc tenía en ese momento nueve años.
Dice que todavía recuerda lo que pensaba: “Oh, mi Dios, estoy quemada, seré fea, no voy a ser normal y la gente me verá de forma diferente.” Agrega que estaba aterrorizada y huía de aquel fuego, gritando “nóng quá, nóng quá, muy caliente muy caliente”.
El napalm hizo estragos sobre todo en el lado izquierdo de su cuerpo, y cuenta que “todos los que corrían detrás de mí se quedaban atónitos al ver mi cuello, mi espalda y mi brazo. Mi piel entera se había desprendido como quien se quita un traje de baño”, recordó.
En el libro explica que solo años después supo que ese no era un fuego cualquiera. “El agua hierve a 100 °C, un edificio en llamas alcanza en su punto más alto, temperaturas de entre 650 °C y 815 °C, el napalm quema a casi 3000 °C.”, escribió Phuc. La fotografía de Ut, un instante suspendido en el tiempo, que se fija en la memoria como huella de los horrores de las guerras, ganó el premio Pulitzer en 1973.
Del dolor al perdón y la esperanza
Kim Phuc reside ahora en Canadá, y preside una fundación que lleva su nombre, The Kim Foundation International. Desde ahí ayuda a niños víctimas de los conflictos bélicos, apoyando el funcionamiento de escuelas, hospitales y orfanatos y desde 1997, es embajadora de buena voluntad de Unesco. Y cuenta que en julio de 2022 acompañó a 236 refugiados de la guerra de Ucrania en un vuelo de Varsovia a Canadá.
Intercalando palabras en inglés y español que aprendió en Cuba, Phuc explica que odiaba la foto porque era un recuerdo de mucho dolor emocional y físico, además la avergonzaba porque estaba desnuda. Pasó 14 meses en el hospital después del bombardeo y ha tenido constantes intervenciones posteriormente para regenerar su piel.
Kim Phuc vivió en Cuba durante seis años, fue ahí donde conoció a su esposo Toan Bbui, también vietnamita. En 1992, regresando de Rusia donde pasaron su luna de miel, hicieron escala en Canadá y ahí se quedaron.
La hoy activista por la paz, dice que una y otra vez se preguntaba “¿por qué a mí? ¿Cuál es el propósito?”, hasta que, apoyada por su fe cristiana, decidió “abrazar “la foto y convertirse en una promotora de la paz, porque aprendió a perdonar.
“Me convertí en madre y cuando sostenía a mi hijo Thomas, veía la foto y pensaba tengo que hacer algo diferente en este mundo, para que mi hijo no sufra como yo y tenga libertad para disfrutar de la vida”. Ese es parte del mensaje de reconciliación y paz que difunde en su libro y en sus viajes por diferentes países.
Una conexión especial para siempre
El 8 de junio de 1972 Nick Ut se encontraba en la carretera número 1, una de las rutas más bombardeadas durante la guerra, cerca de Trang Bang. Dos aviones estadounidenses acababan de lanzar varias bombas de napalm. Según narró a CNN durante su visita con Phuc a Costa Rica, había llegado a las oficinas de AP en lo que era Saigón, a solicitar trabajo después de la muerte de su hermano en 1965, asesinado durante el mismo conflicto por el Vietcong, como así se les conocía a los rebeldes comunistas del sur y del norte de Vietnam. Su hermano también trabajaba para AP.
Tenía ya alrededor de cuatro años como fotógrafo de guerra cuando en las afueras de Trang Bang registró la imagen que se convirtió en símbolo de las atrocidades de las guerras y que lo conectó para siempre con Phuc.
Relata que una vez que tomó la foto, puso la cámara a un lado y buscó como salvar a la niña, que gritaba “muy caliente, muy caliente, por favor ayúdame” llevándola a recibir atención médica. Está seguro de que sin su ayuda habría muerto.
Para Phuc, Ut es su héroe, y “todo lo que sé de lo que pasó ese día y los días siguientes se lo debo a él. Sus recuerdos se convirtieron en mis recuerdos cuando yo perdí el conocimiento” y Ut agrega que tanto ella, que lo llama tío Ut, como sus padres, siempre le dicen “gracias, por ayudar a Kim”. Ambos suelen viajar juntos para compartir el mensaje de paz y perdón.
El libro en español
Mauricio Ortiz, exembajador de Costa Rica en Canadá, dijo a CNN que en 2021 conoció a Kim Phuc y al enterarse de que su libro no tenía versión en español, decidió impulsar el proyecto, que contó con el aporte de varios profesionales costarricenses. “Descubrí la maravillosa persona que es Kim y cómo es capaz de tocar los corazones de las personas que conoce con su testimonio”, explicó.
En su visita al país, la activista y el fotógrafo asistieron a escuelas, a la Unidad de Quemados del Hospital Nacional de Niños y al Ministerio de Relaciones Exteriores, donde también se presentó el libro. Además, visitaron varias zonas turísticas, como la finca cafetalera Volcán Azul, en Alajuela, provincia aledaña a San José, que empacó una edición especial del grano con el nombre de “Ruta del Fuego Kim Phuc Phan Thi”.
“Cuando observen a esa niña corriendo en el camino, no la vean sufriendo, llorando con miedo y dolor, véanla como es ahora, madre, abuela y una sobreviviente haciendo un llamado de paz”, resumió Phuc Phan.