Cataluña, España (CNN) – De pie en su campo de maíz atrofiado y marchito, Santi Caudevilla está muy preocupado. “Si el tiempo no cambia, será cero. No se va a cosechar nada”, afirma.
Caudevilla, quien cultiva maíz, sorgo y otros productos en Gimenells, Cataluña, se ha visto muy afectado por la grave sequía que azota esta zona del noreste de España.
Las precipitaciones son escasas desde hace años. “Estamos en un desierto. Hoy es un desierto”, afirma.
La falta de agua empieza a ser una crisis existencial para agricultores como Caudevilla, que está preocupado por el futuro de su profesión. Cada vez es más difícil llegar a fin de mes, ya que los cultivos se marchitan por falta de agua o simplemente no se pueden plantar.
Las sequías son una realidad en este rincón de España. “Son típicas del clima mediterráneo de Cataluña”, afirma Albert Ruhi, ecólogo de agua dulce de la Universidad de California en Berkeley, originario de Cataluña.
Pero una importante falta de lluvia y nieve han hecho que este año sea mucho, mucho más seco, dijo a CNN.
“Este es el peor periodo que hemos tenido en los últimos 100 años”, dijo a CNN Samuel Reyes, director de la Agencia Catalana del Agua.
El problema se extiende más allá de Cataluña.
España lleva en sequía prolongada desde finales de 2022, según Ricardo Torrijo, portavoz de la AEMET, el servicio meteorológico nacional español.
En marzo, el país solo recibió el 36 % de la precipitación media mensual, lo que lo convirtió en el segundo marzo más seco de este siglo. La tendencia continuó en abril, que podría acabar siendo el más seco jamás registrado, declaró Torrijo a CNN.
Las condiciones de sequía se han visto exacerbadas por unas temperaturas abrasadoras que recuerdan más a mediados de julio que a la primavera.
El jueves pasado se batieron récords de abril, con la ciudad de Córdoba, en el sur de España, alcanzando los 38,8 °C (101,8 °F).
La combinación de sequía y calor ha avivado los temores de que se repita lo sucedido el verano boreal pasado, cuando el país sufrió olas de calor abrasador e incendios forestales que quemaron 306.000 hectáreas. Los incendios forestales de esta primavera, inusualmente tempranos, ya han quemado más de 4.000 hectáreas en la región oriental de Castellón.
Estas condiciones apuntan a una nueva realidad para algunas partes de Europa, que se está calentando el doble de rápido que la media mundial. Aunque llevará tiempo determinar el papel exacto que está desempeñando el cambio climático, los científicos tienen claro que el calentamiento global causado por el ser humano está haciendo que las sequías y las olas de calor sean más frecuentes y extremas.
Un desastre agrícola
La tierra resquebrajada y desecada del pantano de Sau revela el alto precio que la falta de lluvias ha cobrado en las fuentes de agua de Cataluña.
Situado a unos 100 kilómetros al norte de Barcelona, el embalse es una fuente de agua potable clave para la región, pero a finales de abril estaba apenas al 7 % de su capacidad.
Los niveles de agua son tan bajos que un pueblo medieval, inundado cuando se creó el lago en la década de 1960, ha emergido, dando una presencia espeluznante al lecho del lago tostado por el sol.
Las autoridades se han visto obligadas a extraer agua del embalse en un intento de proteger la calidad del agua y han tenido que retirar peces autóctonos para evitar que se asfixien.
El nivel de los embalses en Cataluña se sitúa en torno al 25 %, muy por debajo de lo habitual para esta época del año.
La falta de agua está teniendo un impacto catastrófico en las granjas de toda la región. “No hay precedentes”, afirma Martí Costal, responsable de agua de las Juventudes Agrarias y Ganaderas de Cataluña (JARC).
La mayoría de las cosechas de trigo y cebada en tierras de riego pluvial se perderán, y en tierras de regadío se reducirán a la mitad, dijo Costal a CNN. “Si no llueve en mayo será un desastre”, afirmó.
Es una historia que se repite en todas las zonas agrícolas del país.
La sequía afecta al 60 % del territorio español y ha destruido cultivos en 3,5 millones de hectáreas, según la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Es una superficie mayor que el estado de Maryland.
La ganadería está en peligro, ya que los agricultores necesitan pastos para alimentar a sus animales. Sin ellos, se ven obligados a comprar alimentos. También se prevén pérdidas en los huertos frutales, los viñedos, la producción de aceite de oliva y el cultivo de hortalizas, según declaró a la CNN Serge Zaka, agrometeorólogo.
“Estas condiciones agroclimáticas conducen a un desastre agrícola”, afirmó.
La falta de vegetación también impide a las abejas producir miel. Los apicultores se enfrentan a una tercera temporada consecutiva sin cosecha debido a la escasez de agua, según COAG.
En abril, España solicitó financiación de emergencia a la Unión Europea para ayudar a los agricultores a hacer frente a los efectos de la sequía.
“No hay agua”
La escasez de agua no solo afecta a los agricultores, sino también al agua potable.
El pueblo de Castellcir, a unos 50 kilómetros al norte de Barcelona, es uno de los muchos de Cataluña que dependen del agua traída en camiones cisterna.
Se ha pedido a la gente que ahorre agua duchándose rápidamente, lavando los platos con cuidado y no llenando las piscinas.
La situación se prolonga desde hace más de un año, explica Juan Cogdony, vecino del pueblo. “Estamos muy preocupados”, declaró a CNN.
Simplemente no llueve, dijo Cogdony, mirando al cielo. “No hay agua. Cerveza sí, pero agua no”, bromeó.
A medida que se acerca el verano boreal y se desvanece la esperanza de lluvias primaverales abundantes, son muchos los que dan la voz de alarma sobre lo que podría depararle a España.
“Nos encontramos en una situación muy dramática”, afirma Joan Girona Gomis, científico del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias, organismo de investigación de la Generalitat de Cataluña, el Gobierno de la región autónoma.
Sin lluvias significativas “sufriremos una grave sequía este verano”, declaró a CNN.
Gomis ha estado trabajando en experimentos para aumentar la eficiencia de los sistemas de riego utilizados por los agricultores, incluso mediante el uso de tecnología como sensores para evaluar la cantidad precisa de agua que necesitan los cultivos.
Que Cataluña pueda seguir siendo una de las regiones agrícolas clave de Europa es “la gran pregunta”, dijo Gomis. Todo depende de “si somos capaces de adaptarnos”.
Supondrá grandes cambios, dijo Costal, como la investigación de cultivos resistentes a la sequía, la inversión en infraestructuras urbanas y agrícolas y la mejora de la eficiencia hídrica.
Espera que lo que está ocurriendo en España y otras partes de Europa recuerde a la gente de dónde proceden sus alimentos. “Los frutos se producen en el campo, no en las estanterías de un supermercado”, afirmó.
En Gimenells, Caudevilla está profundamente preocupado por lo que le ocurrirá al campo catalán si, como se espera, las sequías y las olas de calor se hacen más frecuentes e intensas.
“Esta zona se enfrenta al abandono”, afirma. Los agricultores están envejeciendo, añadió, “en 10 años nadie querrá trabajar en este campo”.