Phoenix, Arizona (CNN) – La joven viuda observó cómo los ayudantes recorrían el campamento de “the Zone” al amanecer, ofreciendo lo que podían: agua, un pasaje de autobús o una cama en un albergue, si quedaba alguna libre.

De pie, junto a su tienda de campaña, Rayann Denny evaluó el extenso campamento de unas 900 personas improvisado a lo largo de las aceras del centro de Phoenix:

“Es otro mundo”.

Esta mujer, de 37 años, de voz suave, se quedó sin hogar el año pasado tras la muerte de su marido y la imposibilidad de pagar sola las facturas. Este campamento, dice, puede ser “muy dramático”, con brotes de violencia. Pero Denny no se queda en un albergue, con sus normas y su toque de queda, ya que recurre a las drogas para sobrellevar sus días.

“Solo intento mantenerme drogada”, dice, “para no tener que lidiar con el dolor”.

Sin embargo, su hogar aquí, por precario que sea, pronto desaparecerá.

Rayann Denny vive en una tienda de campaña en un campamento para personas sin hogar en Phoenix. Crédito: CNN

En el último capítulo del enfoque cada vez más polarizado de Estados Unidos hacia las personas sin hogar, Phoenix debe desalojar permanentemente el área conocida como “the Zone” o “la Zona” después de que un juez fallara a favor de los vecinos que demandaron a la ciudad, calificando el campamento –junto a un centro de servicios sociales sin fines de lucro y a unas manzanas del Capitolio estatal y del estadio de béisbol de las Grandes Ligas de la ciudad– de “alteración del orden público” ilegal.

Según un abogado de los demandantes, la demanda podría servir de modelo para obligar a otras ciudades estadounidenses a desalojar campamentos similares. Pero esta posibilidad preocupa a los defensores de las personas sin hogar, que afirman que simplemente se aleja de la vista pública un problema crítico, especialmente en un momento en el que el aumento de los precios de la vivienda y los préstamos caros han llevado a los hogares al borde del abismo.

Mientras las autoridades de Phoenix se preparan para empezar a trasladar las tiendas de campaña fuera de “the Zone”, esta semana, también se apresuran a crear opciones seguras para los desplazados: alquilar más habitaciones de hotel y edificios vacíos para convertirlos en refugios, y construir una zona de acampada al aire libre con seguridad, baños y lavabos, según declaró a CNN el director de la Oficina de Soluciones para las Personas Sin Hogar de la ciudad.

Pero no estarán disponibles de inmediato.

Así que, por ahora, el equipo de ayudantes ha intensificado su esfuerzo de años para tratar de sacar a los residentes de las calles.

“Tenemos que movernos rápido”, dijo la líder del equipo, Nette Reed. “Tenemos que idear un plan”.

Demandaron a la ciudad y ganaron

Debbie y Joe Faillace son propietarios de Old Station Sub Shop –situado junto al lugar donde surgió el campamento– desde hace más de 30 años. A menudo descubren daños en la propiedad, parafernalia de drogas y heces cuando llegan al trabajo, dijeron.

“Hay una anarquía total, y cada vez es peor”, afirma Debbie Faillace. “Queremos recuperar nuestro barrio. Queremos sentirnos seguros”.

Mientras más estados aprueban polémicas leyes para prohibir acampar en público, la gobernadora demócrata de Arizona, Katie Hobbs, vetó este año uno de esos proyectos de ley, diciendo que solo servía para hacer “menos visible” la falta de vivienda.

Debbie y Joe Faillace son los propietarios del Old Station Sub Shop, cerca de donde se desarrolló un campamento de personas sin hogar. Crédito: CNN

Los Faillace y otras personas ya habían demandado el año pasado a un tribunal estatal por “the Zone”, un apodo no oficial que no goza de aceptación universal. Alegaban que la ciudad había permitido que sus espacios públicos violaran sus propias leyes de alteración del orden público, con condiciones insalubres, consumo de drogas, violencia y delitos contra la propiedad, riesgos de incendio y derechos de paso bloqueados, según muestran los documentos judiciales.

En marzo, un juez falló a su favor y dio a la ciudad unos meses para eliminar las alteraciones al orden público, según consta en los registros.

Según Ilan Wurman, abogado de los demandantes de Phoenix y profesor asociado de Derecho en la Universidad Estatal de Arizona, esta estrategia jurídica puede servir de modelo a cualquiera que viva o trabaje cerca de grandes campamentos de personas sin hogar.

“Básicamente, hemos mostrado una prueba de concepto para utilizar los tribunales y obligar a las ciudades a hacer algo por el aspecto humanitario de esta crisis”, afirmó Wurman. “Esperamos que otras empresas, propietarios y dueños de viviendas emprendan esta lucha en otras jurisdicciones donde haya campamentos masivos de personas sin hogar”.

Pero utilizar una demanda de este tipo para desalojar un campamento como el de “the Zone” es una táctica demasiado simplista que no solo no acaba con la falta de hogar, sino que además aumenta el “sinhogarismo invisible”, afirmó la CEO de la Alianza Nacional para Acabar con el Sinhogarismo, Ann Oliva.

“Por supuesto que nos preocupa que otras comunidades adopten esta táctica”, afirmó. “Espero que no sea un modelo de cómo otras comunidades quieren abordar este problema, porque sabemos que la única manera de abordar realmente este problema y la falta de vivienda es la vivienda asequible y los servicios que la gente quiere y necesita para conseguir una vivienda”.

“No quiero… vagar por las calles”

El campamento de Phoenix tiene aproximadamente la mitad de camas de refugio que personas sin hogar, una población que ha crecido un 46 %, desde 2019, en medio de la crisis de vivienda asequible y la pandemia de covid-19, según los recuentos anuales coordinados por la Asociación de Gobiernos de Maricopa.

Muchos de los que viven en “the Zone” tienen trabajo o reciben ayuda del Gobierno, pero dicen que todavía no pueden pagar el alquiler. Al acampar fuera del Human Services Campus, una organización sin fines de lucro, se garantizaron un acceso rápido a un centro seguro con unas 900 camas de refugio, que está lleno la mayoría de las noches, además de ayuda como alimentos, agua y atención sanitaria, todo ello fundamental durante los abrasadores veranos de Arizona.

A medida que se vaya despejando el campamento, “cuanto más se aleje la gente… más difícil les resultará acceder a los servicios”, dijo Amy Schwabenlender, CEO del Human Services Campus.

Una persona camina a través de un campamento de personas sin hogar, el 18 de abril, en Phoenix. Crédito: CNN

“La gente tendrá más probabilidades de morir”, dijo, “o de enfermar y acudir a urgencias”. Más de 700 personas sin hogar murieron el año pasado en el condado de Maricopa, en Phoenix, un aumento del 23 %, respecto a 2020, que refleja el aumento de personas sin hogar en ese periodo, según confirmaron a CNN funcionarios del condado.

Según Rachel Milne, directora de la Oficina de Soluciones para las Personas Sin Hogar de Phoenix, el desalojo de la zona, que comenzará este miércoles, será gradual y encajará con los esfuerzos de la ciudad por encontrar alternativas para sus residentes.

“El enfoque de la ciudad será ir paso a paso, manzana a manzana, grupo de personas a la vez, asegurándose de que somos capaces de ofrecer a esas 50 o más personas en esa manzana una variedad de soluciones diferentes, una variedad de diferentes lugares a los que ir, todos los cuales tienen los servicios que necesitan para mantenerlos seguros y saludables”, dijo. “Sin duda, es más seguro que donde están ahora”.

Pero sin una fecha de apertura confirmada para el campamento estructurado por la ciudad, los defensores de las personas sin hogar esperan que campamentos como “the Zone” aparezcan en otros barrios de Phoenix, dijeron.

“Traslada a la gente a otros espacios donde lo más probable es que tampoco sean bien recibidos”, dijo Schwabenlender. “Y si piensan que un espacio seguro al aire libre va a acabar con el sinhogarismo, no es así. Lo único que hace es trasladar a la gente de un lugar a otro”.

De hecho, muchos consideran que los esfuerzos que se están llevando a cabo en Phoenix son un parche para la crisis general a la que se enfrentan las ciudades de todo el país. “Tenemos que trabajar en otras soluciones: evitar que haya más afluencia, evitar que la gente se quede sin hogar, ayudarles a salir del sistema rápidamente para que las camas de acogida que tenemos puedan utilizarse de forma más eficaz”, afirmó Milne.

“Creo que tenemos mucho trabajo por hacer”.

Stefanie Powell, a la derecha, vive en una tienda de campaña en un campamento de personas sin hogar en Phoenix. Crédito: CNN

Stefanie Powell no sabe dónde irá cuando comience el desalojo en el campamento, donde vive en una tienda de campaña con su novio, dijo.

“No quiero acabar teniendo que volver a vagar por las calles”, dijo Powell sobre la búsqueda de un nuevo lugar para quedarse. No puede trabajar, añadió, debido a problemas médicos como neuropatía y fibromialgia.

“Es difícil porque nadie quiere ver el problema. Nadie quiere reconocer el problema”, dijo.

“Solo quieren que desaparezca”.