(CNN) – Más de la mitad de los lagos y embalses más grandes del mundo han perdido cantidades significativas de agua en las últimas tres décadas, según un nuevo estudio, que culpa en gran medida al cambio climático y al uso excesivo del agua.
Aproximadamente una cuarta parte de la población mundial vive en la cuenca de un lago que se está secando, según el estudio de un equipo internacional de científicos, publicado este jueves en la revista Science.
Aunque los lagos solo cubren alrededor del 3% del planeta, contienen casi el 90% de su agua dulce líquida superficial y son fuentes esenciales de agua potable, riego y energía, además de proporcionar hábitats vitales para animales y plantas.
Pero tienen problemas.
Los niveles de agua de los lagos fluctúan en respuesta a las variaciones climáticas naturales de lluvia y nieve, pero cada vez se ven más afectados por la acción humana.
En todo el mundo, los lagos más importantes están experimentando fuertes descensos. El lago Mead del río Colorado, en el suroeste de EE.UU., ha retrocedido drásticamente en medio de una megasequía y décadas de sobreexplotación. El mar Caspio, entre Asia y Europa, la mayor masa de agua interior del mundo, lleva tiempo disminuyendo debido al cambio climático y al uso del agua.
La disminución del tamaño de muchos lagos está bien documentada, pero el alcance del cambio y las razones que lo explican no se han examinado tan a fondo, explica Fangfang Yao, autor principal del estudio y profesor visitante del Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Medioambientales de la Universidad de Colorado en Boulder.
Los investigadores utilizaron mediciones por satélite de casi 2.000 de los mayores lagos y embalses del mundo, que en conjunto representan el 95% del almacenamiento total de agua lacustre de la Tierra.
Examinando más de 250.000 imágenes de satélite que abarcan desde 1992 hasta 2020, junto con modelos climáticos, pudieron reconstruir la historia de los lagos remontándose décadas atrás.
Los resultados fueron “impactantes”, según los autores del informe.
Descubrieron que el 53% de los lagos y embalses había perdido cantidades significativas de agua, con una disminución neta de unos 22.000 millones de toneladas métricas al año, una cantidad que los autores del informe compararon con el volumen de 17 veces el lago Mead.
Según el informe, más de la mitad de la pérdida neta de volumen de agua en los lagos naturales puede atribuirse a las actividades humanas y al cambio climático.
El informe detectó pérdidas en el almacenamiento de agua de los lagos en todas partes, incluidos los trópicos húmedos y el frío Ártico. Esto sugiere que “las tendencias de desecación en todo el mundo son más amplias de lo que se pensaba”, afirmó Yao.
Los distintos lagos se han visto afectados por diferentes causas.
Según el informe, el consumo insostenible de agua es la razón predominante del marchitamiento del mar de Aral en Uzbekistán y del mar Salton de California, mientras que los cambios en las precipitaciones y la escorrentía han impulsado el declive del Gran Lago Salado, en Utah.
En el Ártico, los lagos se han ido reduciendo debido a una combinación de cambios en la temperatura, las precipitaciones, la evaporación y la escorrentía.
“Muchas de las huellas humanas y del cambio climático en las pérdidas de agua de los lagos eran desconocidas hasta ahora”, dijo Yao, “como las desecaciones del lago Good-e-Zareh en Afganistán y de mar Chiquita en Argentina”.
El cambio climático puede tener diversas repercusiones en los lagos. El más obvio, según Yao, es el aumento de la evaporación.
Según el estudio, la reducción de los lagos puede contribuir a la “aridificación” de la cuenca circundante, lo que a su vez aumenta la evaporación y acelera su declive.
En los lagos de las zonas más frías del mundo, la evaporación invernal es un problema cada vez mayor, ya que las temperaturas más cálidas derriten el hielo que suele cubrirlos y dejan el agua expuesta a la atmósfera.
Estos cambios pueden tener efectos en cascada, como la disminución de la calidad del agua, el aumento de la proliferación de algas tóxicas y la pérdida de vida acuática.
“Un aspecto importante que no suele reconocerse es la degradación de la calidad del agua de los lagos a causa de un clima más cálido, lo que supone una carga para el abastecimiento de agua de las comunidades que dependen de ellos”, explicó Yao.
En el caso de los embalses, el informe constata que el factor principal de su declive es la sedimentación, que hace que los sedimentos fluyan hacia el agua, obstruyéndola y reduciendo su espacio. Se trata de un “desastre progresivo”, explica Yao, que se produce a lo largo de años y décadas.
El lago Powell, por ejemplo, el segundo embalse más grande de Estados Unidos construido por el ser humano, ha perdido casi el 7% de su capacidad de almacenamiento debido a la acumulación de sedimentos.
La sedimentación puede verse afectada por el cambio climático, añadió. Los incendios forestales, por ejemplo, cada vez más intensos a medida que el mundo se calienta, queman los bosques y desestabilizan el suelo, contribuyendo a aumentar el flujo de sedimentos hacia lagos y embalses.
“El resultado de la sedimentación será que los embalses podrán almacenar menos agua, con lo que serán menos fiables para el suministro de agua dulce y energía hidroeléctrica, sobre todo para nosotros aquí en EE.UU., dado que los embalses de nuestra nación son bastante antiguos”, afirma Yao.
Según el informe, no todos los lagos están disminuyendo, ya que alrededor de un tercio de los descensos se compensan con aumentos en otros lugares.
Algunos lagos han crecido, con un 24% de aumento significativo del almacenamiento de agua. Según el informe, suele tratarse de lagos situados en regiones menos pobladas, como las Grandes Llanuras del Norte de Norteamérica y el interior de la meseta tibetana.
Las huellas del cambio climático están presentes en algunos de estos aumentos, ya que el deshielo de los glaciares llena los lagos, lo que supone un riesgo potencial para las personas que viven río abajo.
En cuanto a los embalses, aunque casi dos tercios experimentaron una pérdida significativa de agua, en general se produjo un aumento neto debido a que más de 180 embalses se llenaron recientemente, según el informe.
Catherine O’Reilly, profesora de Geología de la Universidad Estatal de Illinois, que no participó en el estudio, afirmó que esta nueva investigación proporciona un conjunto útil de datos a largo plazo que ayuda a desentrañar la importancia relativa de los factores que impulsan el declive de los lagos.
“Este estudio pone de relieve el impacto del clima de una forma muy cercana: ¿a cuánta agua tenemos acceso y cuáles son las opciones para aumentar su almacenamiento?”, declaró a CNN.
“Da un poco de miedo ver cuántos sistemas de agua dulce son incapaces de almacenar tanta agua como antes”, añadió.
A medida que muchas partes del mundo se vuelven más cálidas y secas, los lagos deben gestionarse adecuadamente.
De lo contrario, el cambio climático y las actividades humanas “pueden provocar su desecación antes de lo que pensamos”, afirmó Yao.