CNNE 1403917 - los problemas de los vehiculos recreativos como vivienda en los angeles
Miles de personas se ven obligadas a vivir en vehículos recreativos en Los Ángeles
03:51 - Fuente: CNN

Los Ángeles (CNN) – Un viernes reciente, a primera hora de la mañana, trabajadores de los servicios de saneamiento, personal de ayuda a las personas sin hogar y agentes de la Policía de Los Ángeles llegaron a una pequeña calle del oeste de la ciudad. Jasmine Avenue está flanqueada por bloques de departamentos de poca altura, una imponente iglesia católica, una escuela y un puñado de casas rodantes destartaladas.

Aquella mañana, en Jasmine Avenue, ofrecieron a los residentes de los cámperes tarjetas de regalo de US$ 500 y una habitación de motel. La ciudad también se ofreció a remolcar y destruir sus cámperes. Uno de los vehículos logró marcharse por sus propios medios, con lo que parecían aguas residuales escurriendo por el camino. Esta limpieza es una pequeña parte de lo que ha sido un enfoque poco sistemático por parte de los funcionarios que tratan de hacer frente a un fenómeno floreciente de personas que viven permanentemente en casas rodantes en estas calles.

“Tomaré una habitación de motel”, me dijo el propietario de un cámper mientras recogía sus pertenencias tras unos seis meses en Jasmine Avenue. “A ver qué pasa”. Pero no dejó que el ayuntamiento remolcara y destruyera su casa rodante. La remolcó él mismo, con una cadena y un todoterreno destartalado. Quiere conservarla.

“La idea que a veces tienen nuestros clientes es: ‘¿Y si esto no funciona? Si no funciona, vuelvo a la calle. Vuelvo al principio’”, explica LaTonya Smith, CEO interina del Centro St. Joseph, una organización sin fines de lucro que ayuda a la ciudad a encontrar alojamiento para las personas sin hogar. “Las personas que viven en cámperes se consideran alojadas, y para que abandonen esa casa rodante, a veces tenemos que incentivarlas”.

Según el último recuento, hay más de 11.000 personas viviendo en cámperes en todo el condado de Los Ángeles. Y esa cifra ha ido en aumento. La pandemia de covid-19 forzó a más gente a caer en la pobreza. Algunos de los que viven en casas rodantes tienen trabajo, pero no quieren pagar el alquiler de un departamento o no pueden permitírselo, en una ciudad donde el costo medio de un departamento con una habitación es de unos US$ 2.500 al mes.

Algunos de los que viven en cámperes son propietarios de los vehículos, pero otros los alquilan por un importe mensual que oscila entre unos cientos de dólares y más de US$ 1.000, según declaró a CNN la concejala Traci Park.

En Los Ángeles está permitido dormir en un vehículo en algunas calles. Por supuesto, hay restricciones de estacionamiento en muchas más. Pero a medida que ha crecido el número de cámperes, se ha hecho más difícil hacer cumplir esas restricciones. Las casas rodantes grandes e inmóviles requieren grúas grandes. Y, según la ciudad, destruir una casa rodante en mal estado que pueda contener sustancias químicas nocivas puede costar hasta US$ 9.000 por vehículo.

Los trabajadores del Centro St. Joseph interactúan regularmente con los habitantes de los cámperes. Un portavoz declaró a CNN: “El personal se encuentra con un gran porcentaje, probablemente seguro decir hasta un 80-85 %, de individuos que están ‘alquilando’ un cámper o pueden haber comprado uno que no es adecuado para ser habitado o por medio de una venta ‘legal’”.

Park y otros argumentan que estas casas rodantes ponen en peligro a sus residentes y arruinan los barrios, actuando como imanes para la delincuencia y dañando el medio ambiente. Algunos defensores de las personas sin techo coinciden en que el impacto en los barrios de la ciudad es un problema.

“Puede haber basura por todas partes”, afirma Smith, del Centro St. Joseph, “La gente llega a sus barrios y casas, eso no es algo que realmente quieran ver”.

En los cinco años desde que el condado de Los Ángeles encargó uno de los muchos informes sobre el problema de las casas rodantes y las posibles soluciones, el número de vehículos de este tipo en las calles del condado ha aumentado en más del 50 %: de más de 4.500, en 2018, a más de 7.100, en el último recuento. Los informes son solicitados y redactados regularmente por varios departamentos de la ciudad y el condado.

“Estoy cansada de estudios e informes”, dijo Park a CNN recientemente en su oficina del ayuntamiento recién pintada. Fue elegida el año pasado con una plataforma que rebosaba intención de ocuparse de los diversos problemas de las personas sin hogar que asolan Los Ángeles. Uno de sus primeros objetivos son los que ella denomina “señores de las casas rodantes”, algunos de los cuales alquilan cámperes en mal estado y poco seguras.

“Hay un comercio floreciente de cámperes que se alquilan como viviendas en Internet”, afirma Park.

Park propuso una moción que añadiría explícitamente las casas rodantes a una parte del Código de la Ciudad que “prohíbe a una persona o entidad reservar cualquier calle, espacio de estacionamiento u otro espacio público sin autorización escrita de la Ciudad mientras realice negocios relacionados con vehículos nuevos y usados”. La moción también obligaría a los propietarios de vehículos recreativos a cumplir una ley estatal, “que exige que cualquier vehículo recreativo puesto a la venta, vendido, alquilado o arrendado dentro de California cumpla las normas de seguridad de diseño del Instituto Nacional Estadounidense de Normalización y la Asociación de Protección contra Incendios”.

Ahora mismo, dijo, “aparentemente cualquiera en la ciudad de Los Ángeles puede comprar un vehículo recreativo chatarra de un lote de recuperación y sin ningún tipo de supervisión o regulación, alquilar ese vehículo inseguro e inoperable a una persona vulnerable como una unidad de vivienda”.

“No se trata de criminalizar a las personas sin hogar. Se trata de regular lo que actualmente es un mercado no regulado que está causando graves consecuencias para la seguridad pública y el medio ambiente en toda la ciudad”, afirmó Park.

“Con demasiada frecuencia, las casas rodantes que se utilizan como viviendas en las calles de Los Ángeles están en grave estado de deterioro”, dice, en parte, la moción propuesta por Park. “Esto significa que las personas que viven en ellas se enfrentan a condiciones insalubres y a veces peligrosas”.

No todos están de acuerdo con ella.

“En realidad, es bueno proporcionar alojamiento a la gente”, aunque sea una casa rodante, dijo Dmitry Korikov, un cineasta que dice ser voluntario ayudando a la gente, principalmente refugiados de Rusia y Ucrania, a navegar por la vida en cámper en las calles de Los Ángeles. “Yo mismo viví en una casa rodante durante dos años. Así que sé cómo [funcionan] las cosas, cómo funciona el sistema”.

Korikov indica a los habitantes de las casas rodantes en qué calles se pueden estacionar y los pone en contacto con empresas privadas que prestan servicio a los vehículos por una tarifa: llenan los depósitos de agua potable, vacían los de aguas residuales y barren las aceras.

“Todo el mundo debería tener derecho a utilizar las vías públicas”, declaró Korikov a la CNN. “Si no puedes darles un departamento o darles un trabajo para que puedan pagar un departamento y les dices que tienen que estar en carpas en la calle, pero no alquilar la casa rodante de alguien, eso es malvado”.

CNN expuso a Park los argumentos de Korikov.

“Entiendo el dilema”, dijo. “Por otro lado, he visto demasiadas de estas explosiones y estos incendios y tenemos que hacer frente a los impactos colaterales que estos vehículos están causando en nuestros barrios”. Un pequeño número de personas han muerto en incendios de vehículos recreativos en las calles en los últimos años, según informes locales.

Park dice que le preocupa que las personas sin hogar estén siendo explotados por los dueños de las casas rodantes. Y le preocupa el impacto que las cámperes están teniendo en los barrios de su distrito, que incluye Venice y gran parte del oeste de Los Ángeles, donde la población de personas sin hogar tiende a ser mayor.

Un residente de Venice me contó que hace poco volvió a casa del trabajo y descubrió que el depósito de aguas residuales de una casa rodante se había vaciado en la carretera. Tuvo que caminar entre excrementos humanos para llegar a la puerta de su casa.

“Aún no hemos resuelto el problema de las casas rodantes”, declaró la alcaldesa Karen Bass a Los Angeles Times en marzo. “Pero lo haremos, porque es un asunto muy serio”.

Una de las primeras medidas que implementó al asumir el cargo de alcaldesa, a finales del año pasado, fue declarar el estado de emergencia en relación con las personas sin hogar. Su primer objetivo no fueron las casas rodantes en las calles, sino las tiendas de campaña en las aceras. Su administración ha barrido más de una docena de campamentos de tiendas de campaña y ha trasladado a más de 1.000 personas a alojamientos temporales en moteles, según declaró el funcionario administrativo de la ciudad. La operación fue bautizada como “Inside Safe”.

La idea es acabar trasladando a todas esas personas a viviendas permanentes, en línea con una doctrina cada vez más popular entre los investigadores de la vivienda conocida como “housing first” o “vivienda primero”. La teoría es que la medida más eficaz para evitar que una persona se quede sin hogar es proporcionarle una vivienda y, a continuación, ofrecerle otros servicios, como tratamiento de salud mental o para el abuso de las drogas.

La oficina de Bass, la oficina del administrador municipal y la Autoridad de Servicios para los Sin Techo de Los Ángeles no pueden precisar cuántas de las personas que abandonaron las calles en el marco de “Inside Safe” disponen ahora de una vivienda permanente. La alcaldesa celebrará una mesa redonda con la prensa en las próximas semanas para discutir los datos, dijo su oficina. El Centro St. Joseph encontró alojamiento permanente para 32 personas. Un portavoz dijo a CNN que el centro espera que esas cifras aumenten en junio.

“No voy a dejar a la gente en la calle mientras construimos”, dijo Bass a CNN esta primavera. “La gente muere en estas calles”.

En cuanto a las casas rodantes, un programa piloto en un distrito del ayuntamiento ha conseguido, en unos 15 meses, sacar de la calle 41 cámperes y trasladar a siete personas a viviendas permanentes. “Por eso, nuestro programa se utilizará como modelo en toda la ciudad, representado en el presupuesto 2023-2024, aprobado en mayo de 2023”, dijo a CNN la concejala Mónica Rodríguez. Ese presupuesto de la ciudad incluye US$ 1.300 millones para la lucha contra la falta de vivienda.

Las autoridades municipales aprobaron un plan para hacer frente al problema de las casas rodantes que incluye una campaña concertada de acercamiento a quienes viven en ellas, incentivándolos para que se trasladen a habitaciones de motel, creando zonas de estacionamiento seguras en las que quepan las casas rodantes y encontrando viviendas permanentes para quienes viven en ellas. Ahora hay que poner en práctica ese plan.

Esta última y fundamental pieza del rompecabezas es posiblemente la más difícil.

“Necesitamos más viviendas. Necesitamos más viviendas seguras y asequibles”, afirma Smith. Pero la vivienda es cara y lleva tiempo construirla. Y por ahora, para miles de personas, el techo de una caravana es todo lo que pueden costear en Los Ángeles.