(CNN) – Su afición por los viajes fue uno de los principales temas de conversación durante su primera cita, allá por 2004.

Pero aparte de “un par de cruceros”, Janell y Stu Clarke, ambos de Australia, apenas habían viajado más allá de su país natal casi una década después.

En 2009, cuando Janell se sacó su licencia de conducir una moto, Stu lo convenció y empezaron a viajar por Australia con su perra Skyla.

“A los 18 años ya había intentado viajar de mochilero, pero era demasiado joven”, dice Stu, que antes trabajaba como ingeniero en la fuerza naval australiana. “Siempre fue algo que realmente quise hacer. Estaba esperando a que terminara mi obligación con la marina”.

El mejor viaje por carretera

La pareja australiana Janell y Stu Clarke dan la vuelta al mundo en moto con tres perros de rescate. Crédito: The Pack Track

Cuando Stu dejó la Marina en 2014, la pareja, casada desde 2009, decidió que, no solo había llegado por fin el momento de salir y ver mundo, sino que lo verían todo “de un jalón”.

Según Janell y Stu, una de las principales razones por las que decidieron hacer un viaje largo fue el costo de los vuelos de ida y vuelta a Australia.

“Pensamos que en cuanto sales de Australia, lo mejor es estar fuera todo el tiempo que te puedas permitir”, explica Stu. “Porque es muy caro salir de Australia”.

Aunque en un principio pensaban viajar durante seis meses, la idea se amplió a 18 meses y luego a dos años, a medida que hacían sus planes.

Había un pequeño problema: ninguno de los dos podía soportar la idea de dejar atrás a Skyla durante tanto tiempo.

Cuando la pareja estudió la posibilidad de llevársela con ellos, pronto se dieron cuenta de que “no era tan imposible como otros nos habían hecho creer”, y empezaron a hacer los preparativos para una gira mundial con su can a cuestas.

“Todo giraba en torno a Skyla”, explica Stu. “Teníamos los permisos para que pudiera entrar en todos los países a los que queríamos ir. Queríamos asegurarnos de que estaba completamente cubierta”.

Pero con su épico viaje en moto cerca, los Clark quedaron desolados cuando a su querida mascota le diagnosticaron cáncer.

Aunque sin duda fue un gran contratiempo, Skyla recibió quimioterapia y se sometió a un trasplante de médula ósea, y finalmente se consideró que estaba lo bastante sana para emprender el viaje.

“Aunque las probabilidades estaban en su contra, teníamos motivos para creer que podría vivir una vida plena, feliz y sana”, dice Janell, ingeniera civil.

En febrero de 2014, volaron de Australia a Dallas, Texas, donde comenzarían su viaje.

La pareja compró dos motos, Janell eligió una BMW F650GS de 2006, mientras que Stu optó por una G650GS de 2012, durante su estancia en Texas.

“Las motos son caras en Australia”, explica Janell. “Y luego tienes el costo del envío. Así que simplemente tenía sentido comprar las motos al inicio de nuestro viaje”.

Salieron en sus flamantes motos en marzo, con Skyla viajando junto a ellos cómodamente en una transportadora para perros que habían diseñado ellos mismos para adaptarse a sus necesidades.

“Ella era nuestra preocupación número uno”, añade Janell. “Nuestro principal objetivo antes de partir era asegurarnos de que iba a estar cómoda”.

Canino a bordo

La querida perra de los Clarke, Skyla, vista con Stu en Belice allá por 2014, falleció a los pocos meses de su viaje.The Pack Track

Mientras manejaban hacia México, Janell y Stu intentaron dejar atrás el estrés de la enfermedad de Skyla y centrarse en el viaje descomunal que tenían por delante.

Sin embargo, poco después de cruzar la frontera con México, se enteraron de que el cáncer de Skyla había vuelto, y había pocas opciones esta vez.

“Entonces, nuestra única opción eran los fármacos de quimioterapia y pasar el mayor tiempo posible con ella y darle la mejor calidad de vida que pudiéramos”, explica Janell.

Siguieron por México hasta Centroamérica, pasando por Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, donde cruzaron la frontera con Panamá.

Una vez en Panamá, tomaron un ferry a Sudamérica para evitar tener que meter a Skyla en una caja para el vuelo. Al entrar en el continente, el estado de Skyla empeoró y la pareja se preparó para lo inevitable.

“Estábamos rodeados de gente que hacía todo lo posible por ayudarnos y cuidar de Skyla”, dice Janell. “Pero en aquel momento nos sentíamos muy lejos de casa. Fue un momento difícil”.

Cuando Skyla falleció en Venezuela el 10 de septiembre de 2014, la pareja estaba tan desolada que se planteó hacer las maletas y regresar a Australia.

“Solo quería volver a casa”, admite Janell. “Sentía que todo había terminado. Estaba muy, muy mal”.

Decidieron tomarse un tiempo, y se fueron de excursión a las montañas de Venezuela para “alejarse de todo” y darse un tiempo para reflexionar.

“Lo único que teníamos que hacer era llevar las maletas y caminar sin pensar demasiado”, añade Janell. “Fue una forma muy buena de hacer el duelo”.

Una vez terminada la excursión, se tomaron unas semanas más de descanso para procesar las cosas, antes de decidir finalmente seguir adelante.

Nueva perspectiva

La pareja, que lleva casi diez años en la carretera, recogió al perro discapacitado Weetie en Venezuela en 2014. Crédito: The Pack Track

Sin embargo, su perspectiva había cambiado por completo para entonces, y Janell y Stu, que estuvieron relatando sus viajes en su sitio web, The Pack Track, se comprometieron a abordar el resto del viaje de una manera muy diferente.

“Después de perder a Skyla, decidimos ir más despacio”, dice Stu. “Nos concentraríamos en nuestra relación, porque eso [el cáncer de Skyla] había sido muy duro para nosotros, y no tendríamos una fecha de finalización del viaje”.

Poco antes de salir de Venezuela, la pareja volvió a visitar al veterinario que había tratado a Skyla durante sus últimos días y le preguntaron si podían conocer a Weeti, un mestizo cuya sangre le habían dado a su mascota durante una transfusión.

“Cuando le dijimos ‘Hola’, el veterinario nos dijo: ‘¿Les gustaría adoptarla? Y dijimos que sí”, cuenta Janell sobre su decisión de adoptar a la perra discapacitada. “No lo pensamos, lo cual fue un poco loco”.

Desde Venezuela, siguieron por Sudamérica, “conduciendo hasta el fondo”. De paso por Colombia, en agosto de 2015, recogieron a su segunda perra rescatada, Shadow.

“Ella cruzó la carretera delante mío”, dice Stu. “Conseguí esquivarla, pero el auto que venía detrás le pasó por encima”.

Cuando volvió a ver cómo estaba, Stu se dio cuenta de que la perra seguía viva y preguntó si tenía dueño.

Tras enterarse de que al parecer formaba parte de un grupo de perros callejeros, Stu y Janell metieron a la perra herida con Weeti en su transportín y se dirigieron a Bogotá, donde la llevaron a un veterinario.

Aunque inicialmente habían planeado intentar encontrarle un hogar a Shadow, un pinscher miniatura, en la capital colombiana, les informaron que era poco probable debido a la cantidad de perros callejeros que había allí, y que “no tendría muchas posibilidades” si la dejaban atrás.

“Era tan pequeña”, dice Janell. “Así que pensamos: ‘Bueno, ya viajamos con un perro. Añadir una perrita diminuta no estaría tan mal”.

Cuando llegaron a Ecuador unos meses más tarde, regresaron a EE.UU. y se regalaron un crucero de lujo al Reino Unido a bordo del Queen Mary 2 (QM2) de Cunard, el único barco del mundo que permite a las mascotas viajar con sus dueños.

Manada en expansión

El segundo perro de rescate de los Clark, Shadow, se unió a su grupo en 2015 y encontraron al tercero, Azra, en Turquía en 2021. Crédito: The Pack Track

Tras un viaje de siete días a la ciudad británica de Southampton, volvieron a subirse a sus motos, viajaron a Europa continental y finalmente navegaron hasta Marruecos, antes de dirigirse a África Occidental y conducir hasta el fondo de Sudáfrica.

“África fue todo un reto para nosotros”, admite Stu. “Nos costó mucho hacerlo. Pero mirando hacia atrás, fue uno de nuestros mejores momentos”.

La pareja viajó después a Egipto, donde enviaron sus motos de vuelta al Reino Unido para recogerlas más tarde.

Pero después de pasar unos meses recorriendo Europa en 2020, llegó la pandemia del Covid-19, y Stu y Janell se vieron obligados a quedarse en un solo lugar.

“Estuvimos atrapados en Portugal hasta junio o julio”, cuenta Stu. “No fue horrible en absoluto. Pero sí que nos frenó”.

Una vez que empezaron a levantarse las restricciones, pudieron ponerse en marcha de nuevo, y pasaron meses “dando tumbos por Europa”, evitando las grandes ciudades todo lo que podían debido a la enfermedad infecciosa, que seguía aumentando a gran velocidad en varios países de todo el mundo.

Tras otro viaje de vuelta al Reino Unido, cuando “las cosas empeoraron con el covid”, se dirigieron a Europa del Este.

Los Clark recogieron a su tercera perra rescatada, Azra, también mestiza, cuando salió corriendo a la carretera delante de ellos mientras recorrían Turquía en diciembre de 2021.

“Caminé hasta el pueblo con ella para ver si alguien la reconocía o si había alguna mamá por allí”, explica Janell.

Cuando volvieron a ser incapaces de encontrar un dueño, la pareja preguntó a un granjero local si se quedaría con el cachorro, pero éste no se mostró dispuesto.

En lugar de dejar al can “al borde de la carretera”, optaron por ir a la siguiente ciudad y llevarla a un centro de rescate.

Sin embargo, dicen que les dijeron que la cachorra tenía un virus muy contagioso, y el veterinario que la trataba sólo estaba dispuesto a seguir si la adoptaban.

Así, después de partir de Australia con un perro, Janell y Stu se disponían a terminar su viaje casi 10 años después con tres perros totalmente distintos.

“Son todas negras y todas son chicas”, señala Janell, antes de admitir que hacerse cargo de una cachorra ha sido todo un reto.

El reto del cachorro

La pareja está deseando llevarse a sus "chicas" a casa, a Australia, cuando concluyan su viaje. Crédito: The Pack Track

“Nunca habíamos tenido un cachorro”, añade. “Cambian mucho a medida que crecen. Y son tan necesitados y enérgicos”.

Tuvieron que permanecer en Turquía unos tres meses para conseguir toda la documentación necesaria para seguir viaje con Azra.

“Tener perros nos ralentiza”, explica Janell. “Tienes que pensar en su bienestar. Nosotros podemos presionarnos, pero no es justo presionarles a ellos. Así que tienes que ir un poco más despacio”.

Además de tener que moverse a un ritmo algo más lento, viajar con tres perros puede causar problemas a la hora de encontrar alojamiento, y hay varias actividades que no han podido hacer, como ir a museos.

“Estás pensando en ellos todo el tiempo”, dice Stu. “Estás pensando en que vayan al baño, en que paren a por agua. Si el alojamiento admite mascotas, y si las habitaciones en las que nos alojamos son cómodas para ellos. Eso también está ahí”.

La pareja destaca, sin embargo, que nunca tienen la sensación de perderse nada por viajar con sus “chicas”.

De hecho, tener a Weeti, Shadow y Azra con ellos les ha aportado una gran sensación de comodidad, sobre todo ahora que llevan tanto tiempo viajando.

“Cuando salimos los dos solos y los dejamos en una habitación de hotel, volvemos, abrimos la puerta y es como volver a casa”, dice Stu. “Tres colas meneándose esperando vernos”.

La pareja puso en marcha hace unos años un pequeño negocio de venta de su transportín rediseñado para perros en moto, el Pillion Pooch, dirigido a perros de tamaño pequeño y mediano.

Ahora que se acercan al final de su viaje de casi una década, Janell y Stu, que se encontraban en el sudeste asiático al momento de escribir estas líneas, han recorrido 240.000 kilómetros y atravesado en moto 108 países.

La pareja se está preparando para enviar sus motos a EE.UU., donde pasarán unos meses reuniendo la documentación y siguiendo los trámites necesarios que les permitirán volver a entrar a Australia a principios de 2024 con sus perros.

Por desgracia, las normas sobre la entrada de mascotas en Australia han cambiado desde que se marcharon, así que Weeti, Shadow y Azra tendrán que pasar 30 días en cuarentena, en lugar de 10, que era el requisito antes de marzo.

Eligieron deliberadamente volar desde EE.UU. para que ellos y sus mascotas pudieran viajar directamente a Australia.

Aunque Janell y Stu, que esperan escribir una serie de libros sobre sus viajes en el futuro, dicen que no tienen planes definitivos más allá de ese momento, hay una cosa que están decididos a hacer una vez que estén de vuelta en Australia.

“Queremos recorrer Australia, porque nunca lo hemos hecho en moto”, dice Janell. “Creo que sería una buena manera de terminar el viaje.

“Hacer una gira por nuestro propio país con las chicas en moto y luego retirarnos. Retirar las motos y retirar a las chicas”.