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Las inundaciones en Jersón tras la destrucción de la represa vistas desde el cielo
00:54 - Fuente: CNN

Nota del editor: Frida Ghitis, (@fridaghitis) exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora semanal de opinión de CNN, columnista del diario The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen únicamente a su autora. Ver más opiniones en CNN.

(CNN) – En plena noche del martes, poco antes de las 3 de la madrugada, los vecinos de la central hidroeléctrica ucraniana de Nova Kakhovka oyeron una fuerte explosión seguida del estruendo de la corriente. La represa, que contenía una sección del río Dnipro, se había derrumbado y el embalse roto empezó a verter enormes cantidades de agua.

Millones de litros se precipitaron río abajo desde la rotura, inundando asentamientos residenciales y zonas agrícolas, amenazando vidas y medios de subsistencia. Ucrania lanzó un esfuerzo desesperado por evacuar a quienes corrían riesgo de morir, mientras los expertos trataban de evaluar los peligros a largo y corto plazo de la inundación.

Mientras tanto, Kyiv y Moscú se enzarzaron en una intensa ronda de acusaciones sobre la responsabilidad del desastre medioambiental.

Los responsables de la catástrofe deben rendir cuentas.

Frida Ghitis.

El derrumbamiento de la represa no solo es devastador para quienes residen en sus inmediaciones, sino que es un desastre nacional para Ucrania que podría repercutir en todo el mundo. El enorme embalse que contenía la presa –de unos 240 kilómetros de largo y unos 30 metros de alto– abastecía de agua potable a millones de ucranianos y regaba millones de hectáreas de tierras agrícolas en un país que suministra el 10% del trigo mundial. Los precios de los cereales subieron en todo el mundo al conocerse la catástrofe.

Los gruesos muros de la represa contenían las aguas del río Dnipro, que –quizá no por casualidad– marca la línea divisoria entre los territorios ocupados por Rusia y los controlados por Ucrania.

La idea de volar una represa como estratagema militar no es nueva. La calamidad de esta semana parecía una repetición de la decisión tomada en 1941 por el líder soviético Joseph Stalin de destruir una central hidroeléctrica que abarcaba otro tramo del río Dnipro.

El objetivo de Stalin en plena Segunda Guerra Mundial era impedir que los ejércitos nazis arrasaran Ucrania, que en aquel momento formaba parte de la Unión Soviética. La destrucción de una sección clave de la presa logró bloquear temporalmente a los invasores alemanes. Pero también inundó pueblos ucranianos, matando a miles de civiles.

Tanto ucranianos como rusos afirman que la presa se derrumbó por una explosión, pero ¿quién la llevó a cabo?

El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, lo calificó de “sabotaje” por parte de Kyiv. Ucrania se mantiene firme, sin embargo, en que Moscú es el culpable: ya en octubre pasado, el presidente Volodymyr Zelensky advirtió de que Rusia estaba minando la presa y dijo que el mundo debía advertir al Kremlin de que volarla equivaldría al “uso de armas de destrucción masiva”.

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Volodymyr Zelensky visita zonas afectadas por el colapso de la represa en el sur de Ucrania
03:05 - Fuente: CNN

El martes, el jefe de gabinete de Zelensky, Andriy Yermak, dijo que “no entiende” cómo alguien puede dudar de la culpabilidad de Moscú. Rusia, después de todo, tenía el control de la instalación y era quien más podía ganar con su destrucción. El desastre crea complicaciones tácticas para la contraofensiva de Ucrania y la obliga a desviar sus escasos recursos.

La Unión Europea parece haber llegado a una conclusión similar. Condenó el incidente como “una nueva dimensión de las atrocidades rusas”. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, escribió: “Rusia tendrá que pagar por los crímenes de guerra cometidos en Ucrania”. Volar una presa es un crimen de guerra, ya que viola las Convenciones de Ginebra y sus protocolos.

Existe otra posibilidad: que la represa se derrumbara por un fallo estructural. Las imágenes por satélite mostraron la semana pasada daños en el puente situado sobre el embalse. Pero incluso si la represa cayó por sí sola, Rusia es responsable, porque la controlaba y era responsable de su mantenimiento. Como dijo el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, el desastre es “otra consecuencia devastadora de la invasión rusa de Ucrania”.

El alcance total de la catástrofe sólo se conocerá cuando bajen las aguas. Al sur de las instalaciones, veremos pueblos destruidos y tierras agrícolas potencialmente arruinadas por los sedimentos y las inundaciones. Para quienes viven en los cerca de 80 asentamientos situados río abajo y en la trayectoria de la crecida de las aguas, la catástrofe se suma a 15 meses de sufrimiento incesante y creciente rabia por la guerra. Las imágenes que circularon por internet y por televisión mostraban a personas angustiadas, ancianos y enfermos, algunos agarrados a sus mascotas, que se tambaleaban para ponerse a salvo, mientras miles huían de las ciudades sumergidas con las pertenencias que podían salvar.

Preocupantemente, el agua del embalse se utiliza para refrigerar los reactores de la central nuclear de Zaporiyia, también ocupada por militares rusos. Cinco de los seis reactores ya habían sido apagados. Por ahora, el estanque de refrigeración de la central tiene agua suficiente, pero los expertos la vigilan de cerca.

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Con botes y camiones: mira el operativo de evacuación en la zona de la represa destruida en Ucrania
03:06 - Fuente: CNN

La represa se derrumbó en el momento en el que Ucrania intensificaba las operaciones previas a una contraofensiva muy esperada. La propia represa, bajo control ruso desde marzo de 2022, actuaba como uno de los puentes sobre el Dnipro, que las fuerzas ucranianas podrían haber planeado cruzar en su empuje por recuperar territorio.

¿Qué debería ocurrir ahora? En primer lugar, dado que Rusia insiste en que no es culpable, debería aceptar una investigación técnica para determinar la causa. Rusia tiene derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero la Asamblea General de las Naciones Unidas, e incluso el Consejo de Derechos Humanos de la ONU pueden celebrar una sesión especial. Deberían condenar el incidente y exigir una investigación. Si Rusia la bloquea, equivaldrá a una admisión de culpabilidad.

En cuanto a las consecuencias concretas, debemos mirar a la OTAN. En julio, la alianza celebrará una cumbre en Vilna, Lituania. El lugar es simbólicamente poderoso. Lituania es una de las naciones bálticas que Moscú invadió y anexionó durante la Segunda Guerra Mundial y, al igual que otros vecinos rusos, ha venido alertando sobre las intenciones expansionistas del Kremlin. En la cumbre, los líderes occidentales deberían comprometerse formalmente a mantener su apoyo a Ucrania incluso si la contraofensiva fracasa.

Algunos han sugerido que si Kyiv no consigue avances significativos, el apoyo occidental se debilitaría. Hemos visto la magnitud del daño que ya ha causado Rusia. Ha secuestrado a niños ucranianos; ha bombardeado infraestructuras ucranianas; ha intentado utilizar el frío y la oscuridad del invierno como arma de guerra.

Los muros rotos de la presa de Nova Kakhovka y sus aguas destructivas deberían reforzar la determinación de los partidarios de Ucrania.