(CNN) – Una nueva y brillante supernova apareció en el cielo nocturno, y un telescopio situado en lo alto del Mauna Kea, en Hawai, estaba perfectamente preparado para captar las secuelas del estallido cósmico.
El 19 de mayo, el astrónomo japonés Koichi Itagaki observó por primera vez la supernova en los brazos espirales de la galaxia del Molinete. Itagaki, un ávido cazador de supernovas, ha descubierto más de 80 explosiones estelares desde su observatorio situado en las montañas de Yamagata, en Japón.
La supernova, denominada SN 2023ixf, es la más cercana que se ha visto en cinco años. Una supernova se produce cuando una estrella explota violentamente al final de su vida.
La galaxia del Molinete se encuentra en dirección a la constelación de la Osa Mayor, a unos 21 millones de años luz de la Tierra. La galaxia mira de frente a la Tierra, lo que deja de manifiesto su impresionante estructura espiral y el casi billón de estrellas que contiene.
Los brazos espirales de la galaxia están llenos de nebulosas, o regiones donde nacen las estrellas, que se muestran en luz rosada. Los puntos de luz azules de la imagen tomada por el telescopio de Hawai reflejan la población de estrellas jóvenes y calientes. Las regiones de polvo oscuro son uno de los ingredientes clave para la formación de estrellas.
La nueva supernova brilla en azul intenso en uno de los brazos espirales de la galaxia, en la parte inferior izquierda de la imagen. Los astrónomos creen que se trata de una supernova de tipo II, cuando una estrella de entre ocho y 50 veces la masa de nuestro Sol agota su reserva de combustible nuclear, colapsa y explota. Es la segunda supernova observada en la galaxia del Molinete en 15 años.
Los astrónomos están utilizando telescopios para observar la supernova recién descubierta con el fin de comprender mejor cómo explotan las estrellas y seguir la evolución y el desvanecimiento del brillo de la explosión a lo largo del tiempo.
La nueva imagen de las secuelas de la supernova tomada por el telescopio Gemini North, situado en Hawai, marca su regreso a las observaciones científicas tras un paréntesis de siete meses.
El espejo primario del telescopio se dañó en octubre durante su traslado, en el que se astilló uno de los bordes. Desde entonces fue reacondicionado, le aplicaron una nueva capa de revestimiento protector y se ha vuelto a instalar, lo que permite al telescopio reanudar su búsqueda de fenómenos cósmicos en el cielo nocturno.