(CNN Español) – Walter Martínez recuerda con claridad el día que recibió su nueva mano, impresa en 3D. “Fue un antes y un después”, le dijo a CNN en su casa de Montevideo. “Ahora puedo atarme los zapatos, algo que no podía hacer”, comenta con alegría este exchofer de camiones que perdió parte de su mano izquierda en un accidente laboral en 2021.
Walter es uno de los más de 100 beneficiarios de la fundación Manos de Héroes, que entrega prótesis impresas en 3D a niños y adultos de forma gratuita.
Esta fundación fue creada por la ingeniera eléctrica Andrea Cukerman en 2020. “El criterio es ayudar a todos. Nadie se va a quedar sin una mano”, le dijo Cukerman a CNN.
“Cuando arranqué el proyecto en 2020 no sabía lo que iba a pasar. No sabía si íbamos a poder hacer una mano o si íbamos a poder hacer 10 manos, pero sabía que esto estaba funcionando en otros lugares del mundo y en Uruguay no”, explicó Cukerman.
Cuando la fundación cumplió su primer año había entregado 35 prótesis. Para junio de 2023 logró entregar más de 130 prótesis para niños y adultos. Además de manos o dedos, la fundación desarrolló un brazo biónico compuesto de 28 partes que ayuda a personas amputadas por arriba del codo.
La impresión en 3D es el gran diferencial de esta iniciativa. “Esta tecnología es maravillosa porque cualquier cosa que uno pueda imaginar lo puede dibujar en la computadora y después lo puede mandar a imprimir (…) Puede imaginarse hacer una mano, una parte del cuerpo”, dijo Cukerman a CNN.
La fundación está en contacto con organizaciones similares en todo el mundo que comparten sus diseños de forma gratuita. “Así como nosotros tomamos esos diseños, todas las modificaciones que nosotros hacemos las volvemos a volcar, porque los niños uruguayos no son tan diferentes a los niños en Europa y los niños en EE.UU, en México, donde más ya entonces se forma una especie de comunidad solidaria, donde toda la gente quiere ayudar”, destaca Cukerman.
El costo, el tiempo y “Spider-Man”
La impresión 3D tiene dos grandes ventajas. Por un lado, está el costo de los materiales, que según explica Cukerman, es muy bajo. Y por otro, la velocidad con la que se imprime. En el mercado el costo de una prótesis similar a estas, dependiendo de la complejidad de su diseño, puede llegar a costar miles de dólares.
El gran desafío que tiene esta fundación es que cada prótesis debe ser especialmente adaptada para cada usuario. Antes de iniciar la construcción, se le enseña al beneficiario cómo tomarse las medidas y cómo enviar fotos para que se pueda realizar el diseño.
“Me la entregaron, me la puse y me quedó perfecta”, explica Walter. Además, dice que no precisó ningún tipo de adaptación para usarla.
Una de las cosas que más le sorprendió a Andrea Cukerman fue que los niños pedían manos de colores y decoradas. “Son los propios niños que te dicen: Lo quiero azul combinado con verde, lo quiero de Spider-Man, lo quiero de mi cuadro de fútbol. Es saber escuchar y preguntar”, añade.
Estas manos personalizadas de colores son las que terminaron dando nombre a la fundación.
Nuevos proyectos
Cukerman muestra con orgullo uno de los diseños más complejos de la fundación. El “brazo biónico”.
“Elaboramos un brazo biónico que funciona a través de mioeléctricos, que son como una especie de sensores que se colocan sobre un músculo. Entonces, cuando se tensa ese músculo, el sensor capta ese movimiento, envía la señal a un microprocesador que hace mover los motores, que hace que la mano pueda abrir y cerrar, como para que no sea solamente algo estético, sino que tenga funcionalidad”, explica Cukerman.
Este movimiento permite que se puedan sostener diferentes cosas, como un vaso, un lápiz o un teléfono celular.
La fundación, que se sostiene con donaciones de particulares y el trabajo voluntario de varios colaboradores, ayuda principalmente a personas de bajos recursos.
Lo que más destaca Cukerman es la satisfacción de poder mejorar su autoestima de los beneficiarios. “Más allá de la funcionalidad que tiene poder agarrar y sostener cosas, que no es poca cosa, mejora mucho la autoestima de las personas. Los adultos sufren mucho cuando son amputados. Muchísimo. Y los niños sufren bullying en las escuelas. Entonces darles algo y regalarles algo que los haga sentir especiales, que los haga sentir únicos. Ese es el motor que tenemos”.
Walter tiene su “Mano de Héroe” hace poco más de seis meses. Desde entonces ha podido volver a conducir su coche particular y realizar otras tareas. “Uno sale a la calle, sale a la sociedad de otra manera”, cuenta.
Walter no solo está contento con su nueva mano, sino también muy agradecido con la fundación. “Pienso que todos los que recibimos la prótesis, tanto sea niños, como adultos estamos agradecidos porque nos está complementando algo. Pero a su vez también estamos agradecidos de saber que hay gente así, que puede dar una mano a otra persona”.