(CNN) – La contraofensiva de Ucrania contra las fuerzas rusas aún no ha cobrado el impulso que algunos observadores excesivamente optimistas preveían. Hasta ahora parece el preludio de una acción más expansiva.
Hasta el momento, las operaciones ofensivas han producido avances modestos en las regiones del sur, como Zaporiyia, donde las defensas rusas de múltiples capas han demostrado ser difíciles de romper. La zona se considera un objetivo importante para Ucrania, ya que supondría romper el puente terrestre ruso entre la Crimea anexionada y el este de Donetsk.
Pero también hay indicios de que las fuerzas ucranianas están extendiendo sus apuestas, tratando de reducir los avances rusos en torno a Bakhmut y explotando lo que perciben como vulnerabilidades en otras partes del este.
En lugar de un despliegue de fuerza abrumadora que concentre a las brigadas recién formadas en una dirección, los ucranianos parecen estar tratando de arrastrar a las unidades rusas en diferentes direcciones, averiguando cuáles podrían ser débiles o explotando las líneas que separan a los diferentes batallones.
El jueves, un asesor del jefe de la oficina del presidente Volodymyr Zelensky, Mykhailo Podolyak, dijo que el primer objetivo era acabar con el mayor número posible de unidades de reclutas rusos y “aumentar la presión psicológica sobre el ejército ruso”.
“Al mismo tiempo”, dijo, las unidades ucranianas están “probando para ver qué áreas son las más débiles”.
Esto ha incluido nuevas operaciones de asalto alrededor de Bakhmut diseñadas para obligar a los rusos a enviar más unidades para defender una ciudad que tardaron más de seis meses en destruir y ocupar. El viernes, el comandante de las Fuerzas Terrestres Ucranianas, Oleksandr Syrskyi, dijo que los rusos “siguen desplazando algunas de las unidades más preparadas para el combate en dirección a Bakhmut”.
Y lo que es quizá más sorprendente, hay indicios de que los ucranianos están en primera línea cerca de la ciudad de Donetsk, durante mucho tiempo una línea de contacto congelada, y más al sur en torno a lo que ha sido el frente de Vuhledar, igualmente estático pero altamente cinético.
Los ucranianos pueden permitirse el lujo de elegir las zonas a atacar; los rusos deben intentar defender una línea de frente serpenteante de casi 1.000 kilómetros de longitud, donde algunas unidades que ya han sido destrozadas y remendadas.
Aun así, se trata de una tarea formidable: especialmente en el sur, las fuerzas ucranianas deben llevar a cabo un asalto frontal contra posiciones defensivas profundamente preparadas, en un contexto en el que carecen de superioridad aérea. Los rusos han tenido meses para fortificar las defensas aquí, nunca hubo posibilidad de que los ucranianos hicieran el tipo de avances relámpago que disfrutaron en Járkiv el otoño pasado.
El Instituto para el Estudio de la Guerra también advierte que es demasiado pronto para sacar conclusiones.
“Ucrania aún no ha comprometido la mayor parte de sus fuerzas de contraofensiva y las defensas rusas no son uniformemente fuertes en todos los sectores de la línea del frente”, afirmó esta semana.
Más preguntas que respuestas
Matthew Schmidt, profesor asociado de Seguridad Nacional en la Universidad de New Haven, está de acuerdo en que hay más preguntas que respuestas en esta primera fase.
“¿Están reaccionando estratégicamente los rusos? ¿Están moviendo tropas y suministros como si consideraran que el foco actual de los combates es el principal?”, afirma.
“Al parecer, solo una cuarta parte de las fuerzas ucranianas está en combate, ¿qué está haciendo el resto? ¿Están los rusos confundidos sobre dónde serán utilizados?”.
Los ucranianos esperan que el mando militar ruso bajo el control del jefe del Estado Mayor Valery Gerasimov se equivoque en algunas decisiones.
Como observa Mick Ryan, antiguo general de las fuerzas armadas australianas: “Hay un viejo dicho que dice ‘cuando tu enemigo comete errores, no te metas en su camino’. Desde hace algún tiempo, Gerasimov ha demostrado aptitud para cometer errores estratégicos”, sobre todo con el mal concebido asalto inicial de febrero de 2022.
Hasta ahora, el enfoque ruso para defender sus líneas en el sur parece haber funcionado relativamente bien, ya que los ucranianos han perdido tanques antiminas y otros blindados que se han convertido en presa de la artillería y los ataques aéreos cuando intentan abrirse paso. Videos de fuentes abiertas disponibles sugieren que el elevado uso de munición antitanque está pasando factura a las unidades ucranianas de primera línea.
“Un primer escalón de fuerzas [rusas] repele o enlentce a las fuerzas atacantes antes de que un segundo escalón de fuerzas contraataque cualquier avance enemigo”, afirma el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), con sede en Washington.
Un oficial ucraniano ha reconocido el reto, escribiendo que “si bien los obstáculos pueden sortearse eficazmente utilizando vehículos de limpieza de minas, bulldozers, arados antiminas y otros equipos de ingeniería, resulta difícil hacerlo con la presencia de drones”, que proporcionan datos en tiempo real a la artillería y la aviación enemigas.
Cabe señalar que las unidades rusas en una zona muy disputada —pertenecientes al 58º Ejército de Armas Combinadas— se encuentran entre las más eficaces del ejército.
El factor Fuerza Aérea
Tras una actuación mediocre hasta la fecha, la fuerza aérea rusa puede ser un factor crítico en las próximas semanas, afirma Matthew Schmidt, profesor asociado de la Universidad de New Haven. “Eso dependerá de si emplean eficazmente bombas deslizantes. ¿Son sus aviones rotatorios capaces de operar con seguridad? En otras palabras, ¿está su Fuerza Aérea de vuelta porque han aprendido a contrarrestar las medidas de defensa aérea ucranianas?”.
Un alto oficial ucraniano reconoció el viernes a CNN que los ataques aéreos y la artillería de Rusia estaban dificultando el avance.
“Su aviación trabaja en oleadas, como en Vietnam, Afganistán. Continuamente, durante todo el día, trabajan con helicópteros o con aviones, y trabajan todo el día”, dijo un subcomandante de batallón de la Brigada de Defensa Territorial Separada a un equipo de CNN cerca de Zaporiyia.
También subrayó la falta de medios aéreos de Ucrania.
“El apoyo de la aviación es muy escaso”, dijo.
Las unidades ucranianas en la zona han tenido que adaptarse, a menudo dividiéndose en grupos más pequeños que son menos fáciles de detectar.
Schmidt afirma que los ucranianos tendrán que aprender rápido. “¿Están aprendiendo las tropas los trucos que necesitan para romper con éxito las líneas rusas, de modo que puedan enseñar y dirigir la siguiente oleada de la ofensiva? Este efecto de aprendizaje es crucial para el éxito del empuje principal de la contraofensiva”.
El comandante ucraniano declaró a CNN: “Estamos avanzando, echando al enemigo de sus posiciones, no tan rápido como nos gustaría, pero estamos avanzando. En algunos lugares, el enemigo ya está entrando en pánico, lanzando reservas”.
Si esto es cierto y se reproduce ampliamente, las fuerzas rusas pueden verse arrastradas en demasiadas direcciones como para mantener una defensa coherente.
Los primeros días
Sin duda, los rusos han aprendido algunas duras lecciones en casi 18 meses de conflicto. Los blogueros militares rusos, que a menudo critican la actuación del ejército, han elogiado el uso de las capacidades de guerra electrónica que han interrumpido las comunicaciones y la puntería ucranianas, ya que las municiones guiadas de precisión requieren coordenadas GPS.
El Instituto para el Estudio de la Guerra afirmó esta semana que “no está claro si el éxito continuado de las tácticas rusas de guerra electrónica es resultado de la superioridad de las capacidades o de la mejora en el empleo de estos sistemas por parte de Rusia”, pero hay indicios de que se han convertido en un objetivo prioritario para los ucranianos.
Pero gran parte de lo que suceda en las próximas semanas dependerá de lo que ocurra lejos del frente. Los ataques ucranianos contra posiciones de retaguardia —centros de mando, depósitos de munición y combustible— afectarán a las capacidades rusas, al igual que las decisiones y la supervivencia de los oficiales de rango medio y superior de ambos bandos.
Mick Ryan, que también escribe el blog Futura Doctrina y sigue con detalle el conflicto, afirma que “si pueden limitar la disponibilidad de combustible y munición para las fuerzas de combate rusas, los ucranianos restringirán las respuestas rusas a sus penetraciones tácticas u operativas y limitarán la movilidad de las reservas rusas”.
Tampoco podremos ver cómo evoluciona la contraofensiva en tiempo real. Habrá retazos de información, videos geolocalizables que a menudo tienen varios días de antigüedad, pero el secretismo será primordial para ambas partes. A lo que hay que añadir, como dice un oficial ucraniano: “El éxito operativo no consiste solo en capturar posiciones, sino también en mantener el impulso y avanzar después de romper las defensas enemigas”.
La historia de la iniciativa ucraniana para hacerse con el control dependerá de cómo se desarrolle ese impulso. Su evolución puede cambiar el curso del conflicto e influir en su desenlace.
¿Cuál puede ser el desenlace?
Los veteranos de la política exterior Richard Haas y Charles Kupchan sugieren que “para cuando termine la ofensiva prevista de Ucrania, es posible que Kyiv también se incline por la idea de un acuerdo negociado, tras haber dado lo mejor de sí en el campo de batalla y enfrentarse a limitaciones cada vez mayores tanto de sus propios recursos humanos como de la ayuda exterior”.
“Aunque Occidente aumente su ayuda militar, Ucrania no logrará derrotar a las fuerzas rusas”, afirman.
Otros afirman que Ucrania no tiene otra opción que asestar un golpe contundente al Kremlin que incluya, en última instancia, recuperar Crimea (o al menos convertirla en un purgatorio para los rusos).
Mientras que algunos observadores ven esto como una fantasía peligrosa, otros argumentan que solo una humillación de este tipo disuadirá al Kremlin de un nuevo ataque de agresión.
En resumidas cuentas: pocos afirmarían que esta es la última batalla.
Dmytro Kuleba, ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, ha declarado que si la ofensiva consigue expulsar a las fuerzas rusas de territorio ucraniano, “será la última. Si no, habrá más. Si nos cortan el suministro de armas, Ucrania pasará a una guerra de menor intensidad”.