Nota del editor: Wendy Guerra es escritora cubanofrancesa y colaboradora de CNN en Español. Sus artículos han aparecido en medios de todo el mundo, como El País, The New York Times, el Miami Herald, El Mundo y La Vanguardia. Entre sus obras literarias más destacadas se encuentran “Ropa interior” (2007), “Nunca fui primera dama” (2008), “Posar desnuda en La Habana” (2010) y “Todos se van” (2014). Su trabajo ha sido publicado en 23 idiomas. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora. Mira más en cnne.com/opinion
(CNN Español) – Este 21 de junio recibimos con ansias el solsticio de verano. Para quienes vivimos en el hemisferio norte, será el día más largo, pero también, la noche más breve del año. A partir de ese momento la luz registrará todos los rincones de la ciudad, sustituiremos los abrigos por bikinis, y con las altas temperaturas llegarán los regalos del estío, momentos extrovertidos, de improvisación incandescente que esperamos durante meses, tiritando bajo la lluvia o acorralados por la nieve.
Como cada año en estas fechas, sentiremos el impulso de escaparnos al mar, salir a tomar algo helado, compartir con conocidos y desconocidos, atrapar o ser atrapados, embarrarnos con un mango maduro, bailar bajo las estrellas en los conciertos a “plein air”, renacer, sentirnos parte de la naturaleza y respirar con plenitud esa estación perfecta donde la arena es nuestra alfombra y nuestro único techo es el cielo del atardecer. A punto del solsticio nos aventuramos a pensar en lo que tenemos en puerta. ¡Nuestros viajes de vacaciones!
¿Cómo organizar la maleta para el verano?
Les regalo mi fórmula para elegir el vestuario adecuado:
Lo viejo y clásico que más nos gusta y no podemos dejar atrás, lo nuevo que acabamos de comprar y nos ilusiona estrenar, y la mitad de la maleta vacía para traer a casa las maravillas que encontremos.
¿Qué no puede faltar en nuestro equipaje de mano?
En mi caso siempre será un buen libro que acompañe los momentos de reposo, los traslados en tren o largos viajes por carretera. Mi ecuación relativa al vestuario también clasifica para los libros que nos acompañen en nuestras vacaciones de verano.
Aquí van mis recomendaciones:
Tres libros que ya hemos leído: clásicos, universales y únicos que no podemos dejar de leer o releer
“Como agua para chocolate”, de Laura Esquivel
Un viaje a los sentidos a través de la poética culinaria mexicana. Una novela romántica muy particular, que alude a los recursos del melodrama clásico, donde Tita, su protagonista, recurrirá siempre a la cocina para llegar al final de la trama, sazonando y solucionando la historia con el embrujo de sus fabulosas recetas.
“El amante”, de Marguerite Duras
La propia autora es el alter ego de su protagonista, Hélène Lagonelle, hermosa y humilde adolescente de origen francés, que vive con una familia arruinada en la Indochina colonial. La quinceañera se enamora de un comerciante chino de veintiséis años, que la conduce por un mundo misterioso y lacrado para ella hasta el momento. De un erotismo delicado y alucinante, el dibujo de esta fantástica novela, narrada entre dos aguas, oriente y occidente, se parte entre la autoficción y la poética del adiós.
“Lolita”, de Vladimir Nabokov
El relato clásico de una obsesión. Humbert Humbert, un profesor cuarentón, apasionado por una hermosa y despampanante adolescente. Lolita es una novela de amor fuera de serie, con un lenguaje que inunda los sentidos, copado de sorpresas, en la que intervienen dos componentes explosivos: la atracción por lo diferente e inaccesible y la peligrosa visitación del incesto.
Novedades literarias
“Un país bañado en sangre”, de Paul Auster
Una bala marcó la vida de Paul Auster. El eco de aquel disparo atraviesa en su recorrido toda la historia de Estados Unidos. El nuevo libro firmado por Auster, y acompañado de escalofriantes imágenes de Spencer Ostrander, es un poderoso libro fusión que mezcla la biografía con anécdotas históricas y un análisis respaldado por estadísticas confiables. En esa espiral infinita en la que vivimos, peligroso juego que parece no terminar jamás, aparece este libro reflexivo en clave de Auster.
“Ciudad Victoria”, de Salman Rushdie
El autor de “Los versos satánicos”, que en 1988 impactó el mundo literario internacional, nos sorprende con su nuevo volumen, Ciudad Victoria. Es una hazaña construida sobre las bases de una ciudad ficticia, Bisnaga, un escenario propicio para representar la diatriba humana, que exterioriza dramas peliagudos como el poder y el patriarcado. En medio de una batalla entre dos reinos olvidados en la India del siglo XIV, Pampa Kampana, una niña de nueve años se convierte en el vehículo de una diosa que, al encarnar su cuerpo, logra cambiar el curso de la historia.
Las damas de Kimoto, de Sawako Ariyoshi
Esta saga familiar escrita con la delicadeza de un viaje por las aguas del río Ki en busca del océano, rescata el poderoso lenguaje de la alta literatura japonesa. Narrada cuidadosamente, integra, con una estructura fluida, las vidas de cuatro mujeres, Toyono, Hana, Fumio y Hanako, de generaciones distintas y diferencias muy marcadas. Un verdadero relato de la historia de Japón: desde la ortopedia impuesta por la tradición, hacia una modernidad no siempre bienvenida.
Y en la maleta casi vacía, ya de regreso, pondremos:
Tres poemarios de grandes autoras que deberíamos llevar a casa para pasar el resto del año leyendo poesía.
“Dime mi nombre. Poesía completa”, de Sylvia Plath
“El pez rojo que nada en el pecho”, de Gioconda Belli
“Travelling”, de Reina María Rodríguez
Si volviéramos en invierno a las mismas playas, sentiríamos cómo el ambiente de júbilo del verano nos ha abandonado. La música habrá desaparecido, no estarán los salvavidas que nos cuidan desde lo alto, y el sol ya no será el mismo sol que nos bronceaba hasta insolarnos.
¿Qué ha sido trascendental al final del verano?
El brevísimo intervalo en el que nos mecemos con las olas, abandonándonos al “dolce far niente” y la combinación de ese tiempo con el libro elegido para acompañarnos, fundiéndose literatura y vida, en el color del verano.