Hong Kong (CNN) – China expresó su apoyo a Rusia después de que una insurrección de corta duración planteara el desafío más grave a los 23 años de gobierno de Vladimir Putin, un socio cercano del líder chino Xi Jinping en su impulso por un nuevo orden mundial y un alineamiento estratégico contra Estados Unidos.
La breve insurrección del mercenario grupo Wagner resonó más allá de Rusia, incluso en la vecina China, donde Xi ha forjado una sólida relación con el también autoritario Putin gracias a su mutua desconfianza hacia Occidente, un vínculo estratégico que no ha hecho más que profundizarse en los últimos años, incluso después de la tambaleante invasión de Ucrania por Moscú.
“Es probable que en Beijing haya cierta confusión sobre lo que esto significa para Putin en el futuro, especialmente si significa una Rusia más fracturada o un Putin muy debilitado”, dijo Chong Ja Ian, profesor asociado de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Singapur.
Beijing rompió finalmente su silencio a última hora de la noche de este domingo, respaldando a Rusia con un escueto comunicado en el que desechaba el incidente por considerarlo “un asunto interno de Rusia”.
“Como vecino amistoso de Rusia y socio estratégico integral de coordinación para la nueva era, China apoya a Rusia en el mantenimiento de la estabilidad nacional y en la consecución del desarrollo y la prosperidad”, dijo un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China en una declaración en línea.
El comentario público de Beijing, cuidadosamente elaborado, se produjo mucho después de que se disipara el breve y caótico motín, en el que el señor de la guerra Yevgeny Prigozhin aceptó este sábado retirar a sus combatientes en un acuerdo con el Kremlin que, al parecer, lo llevaría a exiliarse en Belarús.
También se produjo después de que el viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Andrey Rudenko, volara a Beijing para reunirse con funcionarios chinos este domingo, donde ambas partes reafirmaron su estrecha asociación y confianza política.
El ministro de Asuntos Exteriores de China, Qin Gang, y Rudenko intercambiaron puntos de vista sobre “las relaciones chino-rusas y asuntos internacionales y regionales de interés común”, informó el Ministerio de Asuntos Exteriores chino en un comunicado de una sola línea publicado en su sitio web, con una foto en la que se ve a ambos caminando uno al lado del otro mientras sonríen en la reunión no anunciada previamente.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso afirmó que Rudenko también mantuvo “consultas programadas” con el viceministro de Asuntos Exteriores chino, Ma Zhaoxu.
“La parte china expresó su apoyo a los esfuerzos de los dirigentes de la Federación Rusa para estabilizar la situación en el país en relación con los acontecimientos del 24 de junio, y reafirmó su interés en el fortalecimiento de la unidad y la prosperidad de Rusia”, dijo el Ministerio ruso en un comunicado.
Según la versión china, Ma dijo a Rudenko que la confianza política mutua y la cooperación entre China y Rusia habían crecido continuamente bajo el liderazgo de Xi y Putin. Ma también se comprometió a salvaguardar los “intereses comunes” de ambos países bajo lo que llamó una “situación internacional compleja y sombría”.
Vínculo estrecho
Xi, el líder más autoritario y poderoso de China en décadas, se ha reunido con Putin en persona 40 veces desde su llegada al poder en 2012, mucho más que cualquier otro líder mundial.
En los últimos años, los dos líderes autocráticos más poderosos del mundo han acercado aún más a sus países con la ambición de desafiar lo que consideran un mundo envejecido por la “hegemonía estadounidense”.
Ambos declararon una amistad “sin límites” en febrero de 2022, poco antes de que Putin lanzara su guerra contra Ucrania. Desde entonces, China se ha negado a condenar la invasión y, en su lugar, ha prestado un apoyo diplomático y económico muy necesario a Rusia, una postura que ha agriado aún más sus relaciones con las naciones occidentales, especialmente en Europa.
Pero a medida que se prolonga la devastadora guerra, el costoso alineamiento de Beijing se ha visto agravado por el temor a que la prolongación del conflicto acabe desestabilizando el control de Putin sobre el poder.
Nada ha acentuado más esos temores que la extraordinaria muestra de desafío de la insurrección de Wagner, que hizo añicos el barniz de control total que Putin ha luchado por mantener más de 16 meses después de la invasión.
Parece haberse evitado, por ahora, una guerra civil en Rusia, algo que Beijing recibirá con un suspiro de alivio.
Un conflicto interno en Rusia no sólo pone en peligro la estabilidad de sus 4.300 km de frontera compartida con China, sino que también convertiría a Moscú en un socio menos útil para Beijing a la hora de contrarrestar a Estados Unidos; o peor aún, podría dar lugar a un nuevo régimen más abierto a Occidente y menos amistoso con China.
Wen-Ti Sung, politólogo del Programa de Estudios sobre Taiwán de la Universidad Nacional de Australia, afirmó que es probable que a Beijing le preocupe el debilitamiento de Putin.
“China probablemente teme un efecto dominó: que si Rusia cae, China puede ser la siguiente”, dijo. “Para China, la Rusia putinista es un colchón útil tanto geopolítica como ideológicamente, especialmente durante la era de la retórica de ‘alineación basada en valores’ de la administración Biden”.
Las redes sociales, en ebullición; medios estatales, en silencio
Esa sensación de simbiosis política es palpable en los debates chinos sobre la agitación rusa, que han dominado las redes sociales de China durante el fin de semana: “Si los labios se van, los dientes se enfrían”.
Los medios de comunicación estatales chinos, por su parte, trataron de subrayar la continua estabilidad dentro de Rusia y retratar a Putin bajo una luz positiva, dijo Sung.
Este sábado se difundieron por todo el mundo videos de combatientes del Grupo Wagner ocupando instalaciones militares en Rostov del Don, donde se encuentra el cuartel general del Distrito Militar Sur de Rusia, y abandonando la ciudad entre vítores de los residentes locales.
Pero ese tipo de escenas brillaron por su ausencia en el noticiario más visto de la cadena estatal china CCTV.
En su lugar, el programa de máxima audiencia emitió imágenes que mostraban el tráfico circulando tranquilamente fuera del Kremlin y a turistas posando para fotos cerca de un par de agentes de seguridad, así como a un decidido Putin prometiendo castigo para aquellos “que van camino de la traición” en su discurso nacional.
Este domingo, el mismo programa de máxima audiencia mostró videos de tanques y vehículos blindados de Wagner retirándose ordenadamente, escoltados por vehículos policiales.
La insurrección de Wagner “contradice la narrativa de Putin como un líder fuerte que goza del pleno apoyo de su pueblo, y que está aquí a largo plazo como socio global preferente de China”, afirmó Sung.
“Si el gobierno de Putin es inestable, apoyarlo es un mal negocio”, añadió.
Un control debilitado
En los últimos meses, Beijing ha tratado de mostrarse como un mediador de paz en un esfuerzo por reparar las relaciones con Europa, pero también ha seguido estrechando lazos con Moscú.
En marzo, Xi y Putin afirmaron sin ambages su alineamiento en una serie de asuntos —y su desconfianza compartida hacia Estados Unidos— durante la primera visita del líder chino a Rusia desde la invasión.
“En estos momentos se están produciendo cambios como no se habían visto en 100 años, y somos nosotros los que estamos impulsando estos cambios juntos”, dijo Xi a Putin cuando se despidieron en la puerta del Kremlin.
Tres meses después, el copiloto de la visión de Xi parece estar en su punto más débil en décadas, después de que el motín de Wagner pinchara su imagen infalible y dejara al descubierto las grietas de su gobierno.
Ni siquiera los académicos y comentaristas chinos más belicistas y nacionalistas han pasado por alto el debilitamiento de Putin.
“Aunque la pesadilla de Rusia terminó ayer temporalmente, este incidente dañará definitivamente a Rusia y a la imagen de Putin”, escribió este domingo Jin Canrong, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Renmin de Beijing, en Weibo, donde la insurrección de Wagner fue uno de los principales temas del fin de semana.
Jin, un asesor gubernamental conocido por su retórica ferozmente antiestadounidense, describió el rápido giro de los acontecimientos como “surrealista”.
“Es muy peligroso que un país apoye y mantenga a un grupo militar no estatal tan grande: esta ‘lesión’ puede estallar en cualquier momento”, escribió.
Comentando en Twitter el sábado antes de que Prigozhin abortara su insurrección, Hu Xijin, ex editor del nacionalista Global Times, dijo que la “rebelión armada ha hecho que la situación política rusa cruce el punto de inflexión”.
“Independientemente de su resultado, Rusia ya no puede volver a ser el país que era antes de la rebelión”, afirmó en el tuit, que fue borrado posteriormente.
– Simone McCarthy, Nathan Hodge y Xiaofei Xu, de CNN, contribuyeron a este reportaje.