(CNN) – La temporada de huracanes en el Atlántico se desarrollará en territorio desconocido, a medida que las temperaturas del agua en el Océano Atlántico y el Golfo de México son las más cálidas que se han registrado en la historia.
En ese sentido, los meteorólogos advierten que esto significa que hay que prepararse para pronósticos más inciertos en lo que queda de la temporada, con la posibilidad de tormentas adicionales y más fuertes.
El agua cálida del océano es uno de los principales factores que fortalece a los huracanes y este año ha sido abundante. Los científicos encendieron las alarmas desde abril y el calentamiento del mar no ha hecho más que aumentar desde entonces. El agua del Golfo de México y del Atlántico ha alcanzado temperaturas récord, especialmente a principios de año. Esto incluye la costa de Florida, donde la temperatura del agua en los Cayos de Florida se acercó a 36,1 grados Celsius en algunos puntos la semana pasada.
Esto es importante porque el agua caliente del océano genera tormentas más fuertes, extensas y húmedas. Les da a los huracanes la energía que necesitan para crecer y a veces intensificarse rápidamente, algo que los meteorólogos dijeron a CNN que podría ocurrir más esta temporada. Los océanos cálidos también pueden provocar una mayor evaporación y extraer más precipitaciones de las tormentas.
Sin embargo, las predicciones de la temporada de huracanes no se limitan únicamente al agua cálida. Este es solo un factor en el origen y la supervivencia de los ciclones tropicales, aunque está creando más incertidumbre de la habitual en lo que podría ocurrir el resto de la temporada de huracanes.
“¡Incertidumbre, incertidumbre, incertidumbre! Esa es realmente la historia de cara a esta temporada”, dijo el Dr. Phil Klotzbach, científico investigador del Departamento de Ciencias Atmosféricas de la Universidad Estatal de Colorado (CSU, por sus siglas en inglés).
Klotzbach y el equipo de la CSU son algunos de los pioneros en las previsiones a largo plazo de la temporada de huracanes, y acaban de aumentar el número de huracanes y grandes huracanes previstos en su proyección para esta temporada debido al calentamiento del agua en el Atlántico.
Lo que hace que la incertidumbre aumente este año es que ahora estamos bajo la influencia del fenómeno meteorológico El Niño, que normalmente suprime la actividad en el Atlántico con un aumento de la cortante del viento, el cambio de la dirección y la velocidad del viento con una altura que puede disipar las tormentas en ciernes y terminar con las tormentas existentes.
Klotzbach dijo que la convergencia de estas temperaturas cálidas récord al mismo tiempo que un fenómeno El Niño de moderado a fuerte no se ha “observado históricamente”.
La pregunta del millón ahora mismo es qué ganará: las cálidas temperaturas oceánicas o El Niño. Las primeras predicciones apuntaban a una temporada cercana al promedio, pero Klotzbach y su equipo parecen creer que las aguas cálidas se impondrán y pronostican ahora “una temporada de huracanes en el Atlántico más intensa de lo normal”.
De hecho, el agua cálida ganó en junio. Según Klotzbach, en ese mes se registró la cortante del viento más baja en el sur de la cuenca atlántica desde 1988. La cortante del viento y el aire seco del polvo sahariano aumentaron en el mes de julio, suprimiendo la actividad ciclónica en su mayor parte, pero de agosto a octubre podría ser diferente.
“La mayoría de los modelos meteorológicos proyectan una cortante de ligera a algo inferior a la normal en agosto, septiembre e incluso octubre”, explicó Klotzbach. “Si ese fuera el caso, probablemente tendríamos una temporada extremadamente movida dado lo cálido que está el Atlántico”.
Por ahora, no hay mucho digno de mencionar en el horizonte en cuanto al desarrollo de ciclones tropicales. El ciclón subtropical Don está serpenteando por el centro-norte del Atlántico pero no supone una amenaza para tierra. Los modelos de previsión no detectan ningún desarrollo esta semana. Las previsiones para la próxima semana apuntan a cierto desarrollo tropical, pero es demasiado pronto para confiar en cómo, si o cuándo podría materializarse.
Lo que sí sabemos es que la temporada de huracanes suele comenzar en agosto. El primer huracán suele formarse entre principios y mediados de agosto. Durante las ocho semanas que van de mediados de agosto a mediados de octubre, las temperaturas del océano se acercan a sus niveles más altos en el Atlántico, la cortante del viento disminuye considerablemente y es cuando se produce casi el 90% de toda la actividad ciclónica en el Atlántico.
La conclusión es que esta temporada ya no tiene precedentes dadas las altas temperaturas del océano, por lo que predecir lo que ocurrirá en el territorio inexplorado en el que hemos entrado es un reto. Nos queda mucha temporada de huracanes, lo que significa que hay que prepararse para lo peor y esperar lo mejor.