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Cillian Murphy, Matt Damon y Emily Blunt protagonizan la cinta "Oppenheimer" sobre la primera bomba atómica
01:22 - Fuente: CNN

(CNN Español) – Cuando tuvo lugar el primer ensayo nuclear de la historia, la detonación del llamado “gadget” (artilugio), el 16 de julio de 1945 en Nuevo México, poco se sabía realmente sobre los efectos de la radiación liberada en esta escala, ni mucho menos del fallout, la lluvia de partículas radioactivas que llegó después de la explosión sobre territorios poblados en buena medida por hispanos y nativos.

Por supuesto, la radiación había sido descubierta en 1896 y los experimentos abundaban, pero la posibilidad de una explosión atómica solo se hizo real en 1938, cuando se descubrió la fisión nuclear, y el desarrollo de las primeras armas atómicas comenzó poco después.

Esta es una mirada sobre los efectos del ensayo “Trinity”, conclusión del Proyecto Manhattan con el que Estados Unidos buscó desarrollar —con éxito— una bomba atómica antes que Alemania, y la lucha que persiste por el reconocimiento de las víctimas, entre estas, numerosos hispanos y tribus nativas.

¿Qué ocurrió el 16 de julio de 1945?

La primera prueba nuclear de la historia tuvo lugar en un polígono de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, en el desierto Jornada del Muerto en Nuevo México, 336 kilómetros al sur de la ciudad de Los Álamos.

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Esta es la historia del inventor de la bomba atómica
02:06 - Fuente: CNN

El “gadget”, una bomba nuclear de tipo implosión que utilizaba plutonio como combustible nuclear, fue puesto en una plataforma a 30 metros de altura y detonado a las 5:30 de la mañana del 16 de julio de 1945.

La explosión, la más grande jamás vista en la historia del mundo, tuvo el poder de 18,6 kilotones (es decir, el equivalente a 18.600 toneladas de TNT), y la intensa luz se vio a una distancia máxima de 320 kilómetros

Desde el punto de vista militar y científico, el ensayo fue un éxito rotundo que abrió las puertas a un mundo nuevo marcado por el horror y la ansiedad: un mes después, Estados Unidos lanzó las dos primeras bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, matando en el acto a más de 100.000 personas.

Pero mientras los bombarderos B-29 aterrorizaban al planeta evaporando dos ciudades de Japón, en Nuevo México, donde el sitio de la explosión no fue vedado y las personas del lugar incluso lo visitaron tras el ensayo, comenzaba a entenderse más sobre las consecuencias inmediatas de una explosión nuclear.

Imagen borrosa de la primera prueba nuclear, llamada "Trinity", llevada a cabo por el Laboratorio Nacional de Los Álamos en Nuevo México, en 1945.

¿Qué le pasa a las personas durante una explosión nuclear?

En el instante mismo de la explosión, una bomba nuclear libera energía en tres etapas: la primera es la onda de choque, la destrucción causada por el empuje de aire comprimido que arrasa con todo a su paso; luego sigue un pulso térmico, con temperaturas cercanas a la del sol; la última etapa es la radiación letal emitida en el primer minuto de la explosión.

Estos son los efectos inmediatos y casi instantáneos causados por la explosión nuclear, pero hay más. Si la detonación de un artefacto nuclear tiene lugar en el aire, partículas livianas y gases radioactivos son enviados a la atmósfera, a una altitud máxima de 80 kilómetros. Estas partículas y gases luego caen progresivamente sobre la Tierra —pueden tardar años inclusive—, un fenómeno conocido como fallout o lluvia radioactiva (no porque caiga en forma de agua, si no porque las partículas descienden lentamente sobre la tierra).

La lluvia radioactiva no tiene el poder destructivo ni la letalidad de una explosión nuclear, pero es una amenaza seria para las personas, los animales y la vida en general, una amenaza que además se extiende en el tiempo.

Hiroshima tras la bomba atómica.

De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), la lluvia radioactiva puede contaminar el agua y las plantas, llevando luego a que personas y animales ingieran las partículas radioactivas y sufran los efectos de esta contaminación en la salud, especialmente mediante el desarrollo de cáncer, pérdida de embarazos y deformaciones en fetos.

La letalidad de estos efectos no se comprendieron bien hasta la década de 1960, cuando Estados Unidos ya había hecho cientos de otros ensayos, posteriores a Trinity, y países como la Unión Soviética, Reino Unido, Francia y China se había sumado al testeo de sus propias armas. Cada una de estas explosiones liberó enormes cantidades de partículas en la atmósfera.

En 1963, la mayoría de los países del mundo, incluyendo las potencias nucleares, acordaron poner fin a los ensayos nucleares atmosféricos con el Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares, precisamente por la creciente evidencia sobre el peligro del fallout. El tratado permitía, sin embargo, la realización de ensayos subterráneos.

Y posteriormente, en 1996, se firmó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, cancelando todos los ensayos. Pero incluso países nucleares que no han firmado el tratado, como Corea del Norte, realizan sus ensayos en forma subterránea por temor al fallout.

El físico nuclear Julius Robert Oppenheimer (1904-1967), a la izquierda, con el general de División Leslie Groves, junto a los restos de la primera explosión nuclear en 1945.

Los “viento abajo”, víctimas de “Trinity”

La lluvia radioactiva causada por la explosión del “gadget” en Nuevo México se extendió unos 400 kilómetros en dirección noreste, y se detectaron niveles bajos de partículas radioactivas incluso en ciudades alejadas como Albuquerque y Santa Fe, de acuerdo con el Servicio Nacional de Parques de Estados Unidos, que administra el sitio de la explosión como parque histórico.

Algunos de los territorios más afectados por el fallout fueron los condados de Lincoln, Socorro, Otero y Sierra, dentro de la Cuenca del Tularosa y cercanos al sitio donde se llevó a cabo el ensayo “Trinity”.

Estos cuatro condados reunían una población de 37.463 personas en 1940, de acuerdo con el censo federal de ese año. Se trata de un región rural y poblada mayormente por blancos no hispanos, hispanos y nativos. En el caso de Socorro, los hispanos representan el 50,3% del total, los blancos no hispanos el 32,3% y los nativos el 11,7%, de acuerdo con el censo de 2020. 

Allí se registraron la mayor cantidad de problemas de salud en personas sanas, incluyendo leucemia y otros tipos de cáncer. Pero también se reportó un aumento en la mortalidad infantil en ciudades como Roswell, a 180 kilómetros de “Trinity”, de acuerdo con la organización Nuclear Threat Initiative.

Estudiantes visitan el 5 de julio de 2005 el obelisco que marca el lugar donde estalló la primera bomba atómica en Nuevo México.

Las personas afectadas por el fallout de “Trinity” y cientos de otros ensayos, comenzaron a ser conocidas como “Downwinders” (que se traduce como aquellos que viven viento abajo, una referencia al efecto del viento en la dirección de caída de la lluvia radioactiva).

En 1995, Tina Cordova y Fred Tyler fundaron el Consorcio de “Downwinders” de la Cuenca del Tularosa , un grupo que exige que las víctimas del fallout de “Trinity” sean reconocidas por la Ley de Compensación por Exposición a la Radiación (Radiation Exposure Compensation Act o RECA), basándose en recientes estudios sobre la exposición radioactiva causada por el ensayo de 1945.

Aprobada en 1990, la ley RECA establece compensaciones para las víctimas de los ensayos nucleares atmosféricos y los trabajadores de la industria del uranio en Estados Unidos con pagos de entre US$ 50.000 y US$ 100.000. Pero no reconoce a los “Downwinders” de Nuevo México afectados por “Trinity”.