(CNN) – Cuando John Flores y Michael Leitz buscaban un hogar en el que pasar la siguiente etapa de sus vidas, se dieron cuenta de que donde vivían en San Francisco era demasiado caro.
Empezaron a buscar más lejos y acabaron comprando una preciosa casa de 120 años y 3 pisos en una zona rural de España por menos de US$ 50.000.
Tanto Flores como Leitz trabajaron en el sector educativo en Estados Unidos antes de jubilarse. Leitz era profesor de historia en un instituto y Flores era administrador en la UCLA.
Aunque disfrutaban de su estilo de vida en San Francisco, se dieron cuenta de que sería inasequible vivir de alquiler con pensiones muy inferiores a sus sueldos.
“Europa era una opción obvia para nosotros”, dice Leitz. “Yo soy en parte alemán y en parte irlandés, así que había raíces europeas en la familia. John es en parte mexicano, por lo que también habla español con fluidez”.
“Lo más cerca que se puede estar del estilo de vida californiano en Europa es en España, así que la elección fue fácil para nosotros”.
Encontrar el lugar adecuado
Leitz y Flores no son los únicos. En los últimos años, cada vez más estadounidenses se han trasladado a Europa por motivos de trabajo o jubilación, y España se ha convertido en uno de los destinos principales, según un informe de la consultora de inmigración Global Citizen Solutions.
Parte del atractivo se debe probablemente al clima templado durante todo el año y a un estilo de vida relajado combinado con productos básicos relativamente baratos, como comida y vino de alta calidad.
Los requisitos de visado y residencia también se han simplificado mucho en los últimos años. España quiere atraer a extranjeros para que vivan y trabajen con el fin de contrarrestar un enorme problema de despoblación, especialmente en las zonas rurales, y da la bienvenida a nómadas digitales, así como a personas adineradas, jubilados y propietarios de viviendas vacacionales.
Encontrar el lugar adecuado y trasladarse a otro país no fue nada fácil para Flores y Leitz.
“Éramos muy conscientes de que la mudanza no estaría exenta de obstáculos”, dice Leitz. “Yo nunca había emprendido una empresa así pero, muchos años antes de conocerlo, John había hecho algo parecido en Phoenix, por lo que tenía más idea que yo”.
Inevitablemente, la pareja tuvo que sortear numerosos retos al hacer la mudanza. Comprar y vender una propiedad en Europa es muy diferente a hacerlo en Estados Unidos. Todo el proceso es mucho más formal, con notarios, registros de la propiedad y funcionarios como traductores jurados.
Y luego están las barreras lingüísticas y los choques culturales. Como jubilados, Flores y Leitz no tuvieron que preocuparse por las escuelas y la educación, un aspecto muy importante para los expatriados que se trasladan a Europa con niños.
Siestas y domingos adormilados
Como los dos trabajaban en la enseñanza, tenían muchas vacaciones y las aprovecharon para explorar España y Europa en previsión de su mudanza.
España es un país enorme con muchas regiones diferentes, desde las montañas nevadas del norte hasta las playas e islas del Mediterráneo. Hay valles rurales, pueblitos románticos y grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla y Málaga.
Flores y Leitz se tomaron su tiempo y viajaron por todas partes durante varios años, analizando cambios culturales como las largas siestas españolas, los numerosos días festivos y el hecho de que las tiendas no abren los domingos.
Una vez decididos por España y con la jubilación aún lejana, empezaron los preparativos repasando el idioma local, algo con lo que ya estaban familiarizados por haber vivido en California.
“Perfeccionar mi español es mi prioridad ahora que todo lo demás está resuelto”, dice Leitz. “Es tan importante para la vida diaria poder comunicarse con los trabajadores y los lugareños”.
A la hora de buscar casa, su primera parada fue Valencia, una hermosa ciudad y puerto en el Mediterráneo, en el sureste de España.
Valencia, famosa por sus naranjas, su paella, su arquitectura, su cerámica y su cultura, se convirtió en su hogar durante tres años, mientras vivían alquilando.
Arreglar la casa
Sin embargo, la ciudad estaba fuera de su presupuesto debido a su pensión. Además, buscaban un lugar más rural, preferiblemente una casa de segunda mano que pudieran restaurar a su gusto.
“Nuestras aficiones son la historia y el arte, y queríamos un lugar donde ambas estuvieran presentes, así como la naturaleza y los bosques”, dice Flores. “Otra consideración era el transporte público y buenas conexiones de tren o autobús con otras partes de España”.
Explorando los pueblos rurales de los alrededores de Valencia, finalmente se decidieron por una pequeña ciudad histórica llamada Xátiva, que tiene un castillo impresionante y una torre de vigilancia, así como museos, galerías de arte, bares y restaurantes.
Y lo que es más importante, tiene una rápida conexión por tren con Valencia y los alrededores.
La pareja dice que lo que más les atrajo fueron las calles estrechas llenas de propiedades antiguas que pedían a gritos ser restauradas, algunas bastante deterioradas y otras en buen estado.
También les conquistó la amabilidad de los residentes, tanto locales como otros expatriados que ya se habían instalado allí. Dijeron que percibían un sentimiento de comunidad muy atractivo.
Una vez decidido el lugar donde vivir, ahora tenían que encontrar una propiedad adecuada y asequible.
En lugar de acudir a un agente inmobiliario, recurrieron a Idealista, uno de los sitios web de venta de propiedades más populares de España, y encontraron un lugar que les atrajo casi de inmediato.
Apretones de manos y obstáculos
Era un edificio de piedra de tres plantas, suficientemente grande para sus necesidades y ofrecido a un precio razonable. Dijeron que les sorprendió lo bajos que eran los precios en comparación con Valencia y otros lugares de España que habían mirado, y por supuesto en comparación con Estados Unidos.
Constaba de varias habitaciones pequeñas en la planta baja, un solo cuarto de baño y dos habitaciones. Podían ver el potencial.
El siguiente paso fueron las inspecciones para confirmar que la casa era estructuralmente sólida y resistente a la intemperie.
Luego estaba el aspecto legal de la compra, que se complicó un poco por la antigüedad de la construcción, unos 120 años.
Como suele ocurrir en la España rural, muchos registros se habían perdido con el paso de los años. En otros tiempos, las propiedades solían cambiar de dueño con un apretón de manos.
Finalmente, negociaron con el vendedor un precio de 45.000 euros (unos US$ 48.000), impuestos incluidos.
Consiguieron una hipoteca, por lo que el banco se encargó de parte del papeleo.
Tras finalizar la compra, empezaron a hacer planes. Decidieron quitar las paredes interiores de la planta baja para crear un espacio amplio y luminoso. El piso de arriba también se reconfiguraría para crear otro dormitorio y un cuarto de baño. También querían instalar aire acondicionado, una necesidad dado el fuerte calor del sur de España en verano.
Tras encontrar un arquitecto y un constructor locales dispuestos a hacerse cargo de la obra por 40.000 euros (unos US$ 44.000), empezaron a trabajar en la planta baja.
“Aquí es donde encontramos más problemas”, dice Flores.
“Había cuatro habitaciones pequeñas y el espacio era bastante reducido. Además, el techo era bastante bajo, así que le pedimos al arquitecto que mirara si había vigas macizas por encima. Las había, y ninguna estaba podrida”. No obstante, los obreros lo rociaron todo con una solución especial para evitar que se carcoman.
“Después de quitar las paredes divisorias, conseguimos una habitación grande, ventilada y soleada, y el techo se elevó un metro y medio. Esto marcó la diferencia”.
Además, la pareja eliminó el dormitorio de la planta baja y amplió el dormitorio principal del segundo piso, añadiendo un vestidor, un dormitorio de invitados y otro cuarto de baño con bañera y ducha.
Luego vinieron los toques finales. No había jardín, sino un patio cubierto de mosaico.
“Nos planteamos abrir el patio al cielo”, dice Leitz. “Pero hay que escuchar a los lugareños. Nos recomendaron que mantuviéramos el patio cerrado porque a veces llueve fuerte y la casa podría inundarse. Así que ahora está cubierto con un techo transparente que deja entrar mucho sol”.
La vida tranquila
No solo tienen un patio, sino también una terraza con muchas plantas en macetas. Para dar rienda suelta a sus inquietudes artísticas, instalaron un estudio en el ático. Leitz dice que le encanta pintar, mientras que Flores hace cerámicas de colores. Sus obras están expuestas por toda la casa.
El mobiliario es una mezcla de objetos enviados desde EE.UU. y adquisiciones locales.
“Algunas cosas las trajimos de California, entre ellas una alfombra persa que llevaba mucho tiempo en la familia, otras las compramos en Ikea, pero nuestro mejor hallazgo fue una tienda de muebles especializada en ventas de patrimonio”, dice Leitz con entusiasmo. “Allí compramos los muebles rurales españoles antiguos más bonitos”.
Los trabajos de renovación de la casa duraron unos 6 meses, pero después hubo que esperar bastante para obtener el permiso de obras de las autoridades locales.
Después de que el arquitecto presentara planos, solicitudes y demás papeleo, la pareja pronto se familiarizó con el concepto de “mañana”, una palabra que podría no suponer un problema, pero que en España puede significar en realidad cualquier periodo de tiempo.
“Lo más difícil fue la larga espera del permiso y los trámites burocráticos”, dice Flores ” Pero la obra como tal solo duró unos 6 meses y transcurrió sin mayores problemas, salvo encontrar el mejor lugar para las unidades de aire acondicionado”.
Con las obras terminadas en el verano boreal de 2022, la pareja pudo mudarse y ya están plenamente integrados en la comunidad.
Han hecho muchos amigos, entre locales y otros extranjeros, y dicen que les encanta cómo se saluda todo el mundo por la calle.
“Incluso nuestro gato, que vino de California con nosotros, está contento”, dice Flores.
También se han acostumbrado a la vida en una ciudad pequeña y soñolienta donde todo cierra entre las dos y las cinco de la tarde.
“A medida que nos hacemos mayores”, dice Leitz, “la vida más tranquila nos viene bien. No necesitamos discotecas ni bares, aunque a veces extrañamos los conciertos y teatros. Pero bueno, Valencia no está lejos”.