(CNN) – Aunque puede que no existan zonas del Mediterráneo verdaderamente desconocidas, por suerte todavía hay lugares que no han aterrizado del todo en el radar del viajero estadounidense del siglo XXI. Uno de esos destinos es Marbella, que en otros tiempos atrajo a miembros de la realeza de Hollywood como Brigitte Bardot, Grace Kelly y Cary Grant, en la región andaluza del sur de España.
En los últimos años, Marbella se ha convertido en un popular lugar de vacaciones para los europeos, sobre todo los británicos, que disfrutan de fácil acceso a la Costa del Sol desde Londres. En junio, United Airlines inauguró una ruta estacional sin escalas a Málaga, el aeropuerto más cercano a Marbella, lo que sitúa al destino en la liga de los lugares de moda de la jet-set, como la Costa Azul y la Costa Amalfitana, que tienen vuelos directos desde Estados Unidos.
Marbella tiene incluso un hashtag popular en las redes sociales, “Marbs”, que se ha convertido en una forma abreviada de transmitir un cierto estilo de vida de lujo (#marbslife). Sin embargo, es un lugar que no se puede meter tan fácilmente en el mismo saco que otras lujosas ciudades costeras europeas.
En primer lugar, la cultura de Marbella está tan influenciada por su proximidad al norte de África (la ciudad portuaria marroquí de Tánger está a un día de viaje) como por estar en Europa, lo que confiere a este trozo del sur de España una cierta diversidad y singularidad que suscita la pregunta: ¿es Marbella el último gran lugar del Mediterráneo?
Sol, cultura y valor, todo en el mismo sitio
Empecemos por el clima. Marbella está protegida por Sierra Blanca, lo que produce un microclima que hace que el abrasador calor ibérico sea menos agobiante en verano y uno de los destinos más soleados de Europa en invierno.
Hay fiesta para rato, pero también se puede acceder fácilmente a temas culturales. Al este, Málaga alberga ruinas romanas y un Museo Picasso de categoría mundial. La Alhambra, a menudo considerada la octava maravilla del mundo y uno de los palacios mejor conservados del mundo histórico islámico, está a dos horas en auto de Marbella, en Granada.
Lo que diferencia a Marbella de, por ejemplo, Capri en Italia, o Mykonos en Grecia, es que su casco antiguo parece un lugar real que no se construyó únicamente en torno a los caprichos y precios del 1%. Sí, hay muchas tiendas de lujo, Chanel, Louis Vuitton y Gucci, por nombrar algunas, pero también hay un ambiente y una sensibilidad de pueblo playero discreto.
Lo más sorprendente es que aún se pueden encontrar buenas ofertas. Salir por la noche no tiene por qué ser caro.
Por ejemplo, el prestigioso restaurante Gaspar, uno de los favoritos de los locales, es un lugar donde tres personas pueden pedir varios platillos de mariscos frescos y beber una botella de vino español de alta calidad por unos 80 euros (US$ 87) en total. (A la inversa, está The Grill, en el Marbella Club, que sirve alta cocina y platillos que cuestan tanto como una comida entera en Gaspar).
A las afueras de la zona de lujo de Puerto Banús, donde se encuentran muchas de las marcas de gama alta, hay un pequeño parque de atracciones sin lujos, una tienda de golosinas con barriles repletos de gomitas y varias cadenas de restaurantes. Todo ello para decir que se puede escapar fácilmente de la burbuja del lujo.
Alojamiento variado
Incluso en el extremo más alto de la oferta hostelera, en el legendario Marbella Club, construido sobre los terrenos de la villa original del príncipe Alfonso de Hohenlohe, los precios no son tan elevados como en otras propiedades comparables de otros puntos populares del Mediterráneo. Durante algunas semanas de julio y agosto, las habitaciones pueden costar entre 1.400 y 1.600 euros la noche (entre US$ 1.500 y 1.700). Esas tarifas bajarán pronto cientos de dólares durante muchas noches de septiembre, cuando el tiempo suele seguir siendo espectacular.
En Puente Romano, un complejo hotelero con 20 restaurantes, cinco gimnasios, cinco piscinas, un hotel Nobu y una playa diseñada por Fendi, una suite para tres personas cuesta 1.850 euros (unos US$ 2.000) en temporada alta.
Para ponerlo en perspectiva, hoteles de lujo comparables en Positano, en la Costa Amalfitana italiana, pueden costar 3.000 euros (unos US$ 3.300) la noche. En el familiar Kalesma, en la isla griega de Mykonos, una suite con vistas al mar cuesta unos 2.000 euros (unos US$ 2.200) en agosto.
Pero lo que también resulta atractivo de Marbella es que hoteles boutique con encanto, como el Hotel Claude Marbella, cuestan desde unos 350 euros (US$ 385) en agosto. El hotel, totalmente reformado en 2020, dispone de terraza privada, galería en el patio y biblioteca.
Esta rara mezcla de belleza, lujo y valor no pasa desapercibida. El año pasado, Marbella figuró entre los Mejores Destinos Europeos, elegidos por cientos de miles de votos del público.
“Marbella es el mejor destino internacional del Mediterráneo durante todo el año. No solo cuenta con las mejores marcas de tiendas y restaurantes de Londres, París y Milán, sino que tiene el mejor clima de Europa”, afirma Daniel Shamoon, propietario del Marbella Club y Puente Romano, y magnate inmobiliario con sede en Londres.
Llega mientras puedas
Puede que Marbella no sea St. Tropez (Francia) o Portofino (Italia), todavía. Pero eso no es malo en una época en la que la sobreexplotación de la costa mediterránea ha dejado fuera de juego a muchos viajeros o simplemente ha rechazado a muchos que consideran ofensivos los precios inflados.
Sin embargo, puede que Marbella no se quede así para siempre.
“Nuestro objetivo es convertirla en el primer destino de España, junto con la Costa Azul y la Costa Amalfitana”, afirma Christina Borges, directora de marketing de Puente Romano.
Un lugareño reveló que ya se habla de la “próxima Marbella” porque queda poco espacio para construir. (Las apuestas, dijo, están en la vecina Estepona).
Está por ver si Marbella salta el tiburón, pero ciertas facetas del destino parecen inmutables y distintivas.
Marbella siempre estará lo más cerca de África que se puede estar en Europa, lo que le confiere una mezcla de culturas marroquí y española que se manifiesta en su cocina, su arquitectura morisca, su ritmo relajado y su clima cálido.
En un día despejado, siempre podrás ver otro país (Marruecos) mientras te bañas en las cristalinas aguas del Mediterráneo con la Sierra Blanca de fondo. Las orcas siguen reuniéndose en torno al Estrecho de Gibraltar a la espera de la migración del atún, lo que convierte a la Costa del Sol en un ecosistema especial para contemplar la vida silvestre.
Punta de Tarifa, el punto más meridional de Europa continental y a una hora y 20 minutos de Marbella, es uno de los mejores lugares del mundo para practicar kitesurfing. Y una bulliciosa ciudad de otro continente, en este caso, Tánger, en Marruecos, siempre estará a solo 113 kilómetros en línea recta.
Con la temporada veraniega de Marbella en pleno apogeo, Borges afirma que algunos de los restaurantes más grandes de Puente Romano, como Nobu y Cipriani, están abarrotados todas las noches de la semana.
“Hacen cientos de tapas todos los días”, dice. “No tengo ni idea de dónde viene esta gente, pero está aquí”.