(CNN Español) – Dos horas. Eso fue lo que duró la batalla de Boyacá, el enfrentamiento entre las tropas reales y las libertadoras que marcó el fin del dominio español sobre el territorio de lo que entonces era Nueva Granada el 7 de agosto de 1819 y dio paso a la creación de la “Gran Colombia” de Simón Bolívar.
“¿Cómo en ese pequeño puente se va a definir una cosa tan importante?”. Esa es la pregunta que, tal como dice la historiadora Diana Uribe, uno se hace cuando visita el puente de Boyacá, en la ciudad colombiana de Tunja, escenario de una batalla corta pero intensa, punto culmen de una lucha por la independencia que había comenzado a finales del siglo XVIII.
¿Cómo sucedió la batalla de Boyacá?
A media mañana del 7 de agosto de 1819, el ejército libertador se había ubicado en una colina cercana al puente de Boyacá, en El Tobal. Pasado el mediodía, el ejército realista apareció y envió una avanzada para que espantara a los independentistas, recuerda en este artículo la historiadora Marie Arana. El militar al mando “ordenó a su segundo al mando que los espantara, para que el cuerpo principal de sus tropas pudiera pasar. Pero Bolívar aceleró la marcha patriota y en poco tiempo todo su ejército —oleada tras oleada de rugientes soldados— cruzó la colina”.
Para las cuatro de la tarde, apenas dos horas después del inicio del enfrentamiento, los libertadores ya habían conseguido el triunfo.
Cerca de 1.600 prisioneros de las filas de la corona y 66 fallecidos entre los independentistas fue el saldo del Boyacá, según la reseña del Museo Nacional de Colombia. De acuerdo al ejército liberador, el 90% de los integrantes de la Tercera División del ejército realista fueron asesinados o capturados, entre ellos el general Barreiro que estaba al mando de la vanguardia.
Bolívar estuvo “presente en todos los puntos de acción, dio órdenes precisas para hacer brillar el valor de las tropas, el esfuerzo de los jefes y oficiales, y terminar de una vez la obra que había tomado a su cargo”, escribió el general Francisco de Paula Santander, al mando de dos batallones y los guías de retaguardia durante la batalla, en sus escritos autobiográficos sobre la batalla.
La moral alta y el apoyo de la población local, claves para el triunfo de los libertadores en la batalla de Boyacá
El ataque del ejército libertador, a diferencia de estrategias que se habían implementado anteriormente, no tomó por sorpresa a los realistas que sabían incluso de la llegada de Bolívar a Tunja y habían recibido municiones, dice el Museo.
Y tampoco había una diferencia numérica significativa entre los bandos: se contaban unos 2.700 realistas y apenas unos 100 más en el bando de los independentistas, víctimas por igual de las lluvias, el hambre y la miseria. Sin embargo, afirma el Museo Nacional, la clave estuvo en la forma distinta en que los ejércitos asumieron las condiciones que enfrentaban.
“Los hombres bajo el mando de Barreiro mostraban poca lealtad hacia la Corona y, consecuentemente, menor empeño en sus objetivos militares”, explica. Había un número alto de desertores —algunos incluso se pasaban al bando contrario— y además era notoria la hostilidad de los pobladores hacia su campaña.
Del lado de los libertadores, mientras tanto, la moral era alta y “se alimentaba con el apoyo de la población civil” según los escritos de los líderes militares de la época. Los habitantes jugaron un rol clave porque los recibían en sus casas, los alimentaban, los cuidaban y les proveían de artículos de necesidad como ropa e incluso caballos en el caso de los campesinos.
Esto decía Santander sobre sus soldados: “Con una escasa ración y solo con eso, nuestros soldados, en cuyo corazón no había otro interés que el de destruir a los españoles, se manifestaban satisfechos, contentos con su suerte, firmes en su resolución, constantes en sus trabajos y superiores a todos los peligros y privaciones”.
Boyacá, donde se quebró la fuerza del ejército español
“Confieso a vuestra majestad que me sorprendió en extremo, pues aunque había previsto la ruina del reino, jamás me había figurado que de una pequeña acción resultase la pérdida de la capital y cerca de trescientas leguas, pero ello ha sucedido”.
Estas palabras de Gabriel de Torres, quien entonces se desempeñaba como gobernador de Cartagena, muestran cómo para los españoles fueron claras las implicancias que había tenido Boyacá. Y fueron muchas.
El 10 de agosto, apenas tres días después, los libertadores tomaron Santa Fe —que los españoles abandonaron al escuchar sobre la derrota en la batalla— y así comenzó el fin el control de España del virreinato de Nueva Granada.
Esta batalla concluyó una campaña que había comenzado a finales del siglo XVIII. Después de Boyacá, los territorios que hoy ocupan Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá conformaron la “Gran Colombia” que persistió hasta 1830.
¿Entonces por qué celebra Colombia la independencia el 20 de julio? El 20 de julio de 1810 hubo una sublevación (con un detonante conocido como “el florero de Llorente) que desencadenó la firma del Acta de Independencia de Santafé y se considera, simbólicamente, el día de la independencia. Sin embargo, lo cierto es que esa fecha marcó el inicio de un proceso cuyo momento definitivo, en realidad, fue precisamente el 7 de agosto de 1819.
En los años que transcurrieron entre ambos hitos, según el Ministerio de Cultura, fue cuando buena parte de la población se unificó bajo la idea de la independencia y cuando se gestaron los liderazgos de figuras como Bolívar y Santander.
En Boyacá “nosotros logramos quebrar la fuerza del ejército español en el norte del continente. De ahí para adelante va a haber resistencias, va a haber zonas donde se van a refugiar, pero ya el grueso del ejército queda derrotado”, resume Uribe. En palabras de Arana, allí fue donde “el equilibrio de poder cambió enteramente”.