(CNN) – Los ecuatorianos han quedado inmersos en una sangrienta guerra territorial en la que organizaciones delictivas rivales realizan brutales y a menudo públicas muestras de violencia, en su lucha por controlar las rutas del narcotráfico que atraviesan la nación andina.
Los informes sobre descuartizamientos, los motines en las cárceles, los atentados con bomba y los asesinatos de periodistas, jueces y alcaldes han dominado los titulares, y muchos ecuatorianos están optando por abandonar el país: el registro civil incluso ha ampliado su horario este año al reportar un aumento de la demanda de pasaportes y documentos de identidad.
En diciembre de 2022, la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos se encontró con más de 16.000 ecuatorianos en la frontera sur, 24 veces más que en el mismo mes del año anterior.
Pero el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, que tuvo lugar el miércoles, podría ser un punto de inflexión para el país que hasta ahora ha enfrentado dificultades en su lucha por controlar el derramamiento de sangre.
La muerte de Villavicencio “debería ser una llamada de atención para la democracia ecuatoriana”, dijo a CNN Juan Pappier, subdirector en funciones para las Américas de Human Rights Watch.
“Durante años, las autoridades ecuatorianas no han logrado responder (a la crisis de seguridad) y esta debería ser una llamada de atención para que finalmente se tomen medidas para proteger a la población, dado el auge de los grupos del crimen organizado que están aterrorizando a gran parte de Ecuador”, añadió.
Violencia alimentada por la droga
Ecuador, hogar de las islas Galápagos y de una economía en dólares favorable al turismo, fue conocido en su día como una “isla de paz”, enclavada entre dos de los mayores productores de narcóticos del mundo, Perú y Colombia.
Sin embargo, sus puertos profundos lo han convertido en un punto de tránsito clave para las drogas que se dirigen a los consumidores de Estados Unidos y Europa. Y su economía dolarizada también lo convierte en un lugar estratégico para los traficantes que buscan blanquear dinero.
El pronunciado repunte de la violencia que ha convertido a Ecuador en uno de los países más peligrosos de la región coincide con un auge de la cocaína.
Se espera que este año la producción mundial alcance niveles históricos, según Laura Lizarazo, analista principal para la región andina de la consultora de riesgos políticos Control Risks. “El mercado está inundado de cocaína y las organizaciones criminales se están adaptando para explorar este exceso de producción”, afirmó.
Analistas explicaron a CNN que organizaciones extranjeras como los cárteles mexicanos, las bandas urbanas brasileñas e incluso las células mafiosas albanesas están trabajando con grupos criminales ecuatorianos locales, como Los Choneros y Los Lobos, alimentando el conflicto actual.
La inseguridad económica ha contribuido a empujar a algunos ecuatorianos a la delincuencia y a otros a huir del país. Más de la mitad de la población activa de Ecuador trabaja en la economía informal, lo que significa que millones de personas carecen de contratos y de paquetes de prestaciones en los que confiar en tiempos difíciles, una situación que se ha visto agravada por la pandemia.
Autoridades tambaleantes
Las fuerzas de seguridad y del Estado no han sido preparadas para hacer frente al auge de los grupos delictivos en el país. “Algunas fuerzas estatales carecen del equipo de entrenamiento y la estrategia adecuados para hacer frente a la amenaza de forma eficaz, también tienen una capacidad estatal limitada para acusar y procesar eficazmente a las organizaciones criminales”, afirmó Lizarazo.
El cada vez más asediado presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, ha decretado varios estados de excepción que han contribuido poco a frenar el derramamiento de sangre. En un momento dado, autorizó a los civiles a utilizar armas de fuego, para consternación de las empresas de seguridad, dicen los críticos.
El descontento generalizado por el aumento vertiginoso de la delincuencia ha hundido la popularidad de Lasso este año, allanándole el camino para que convocara elecciones generales anticipadas el 20 de agosto, a las que no se presenta como candidato.
Las acusaciones de corrupción también han salpicado al sistema de justicia y seguridad de Ecuador. El año pasado, Estados Unidos retiró los visados a altos cargos de las fuerzas de seguridad ecuatorianas, presuntamente vinculados al narcotráfico, así como a varios jueces y abogados.
Lizarazo afirmó que la corrupción ha penetrado en la Policía, el Ejército, el Poder Judicial e incluso el Ejecutivo, lo que significa que el próximo Gobierno tendrá que hacer frente a retos profundamente arraigados una vez en el poder.
Muchos se ven obligados a elegir entre un soborno o una bala, dijo a CNN Eric Farnsworth, vicepresidente de la oficina en Washington del Consejo de las Américas y la Sociedad de las Américas. “Existe claramente el incentivo para que las bandas se infiltren en el sistema judicial o en las fuerzas de seguridad; al menos algunas personas se ven tentadas por el (dicho) ‘plata o plomo’”.
¿Cómo puede afectar el asesinato de Fernando Villavicencio las elecciones?
El asesinato de Villavicencio — un experiodista con un largo historial de haber expuesto casos de corrupción— podría influir en la votación presidencial del 20 de agosto, según analistas, en momentos en que muchos aspirantes políticos de la región intentan emular las políticas de mano dura del líder de El Salvador, Nayib Bukele.
La favorita de la contienda, la exlegisladora Luisa González, afín al expresidente de izquierda Rafael Correa, ha sido más mesurada en su enfoque para el combate de la delincuencia y ha pedido que se refuerce el Poder Judicial para ayudar en los procesos judiciales.
Otros aspirantes, como el empresario y outsider político Jan Topic, prometen mano dura, un enfoque que podría resultar especialmente atractivo ahora.
Pero todos los candidatos se enfrentan a un público desilusionado. Los votantes ecuatorianos tienen altos niveles de apatía, insatisfacción y desconfianza en el sistema político, y hasta el 60% de la población desconoce los nombres de los candidatos, según los expertos.
“Ahora que este horrible acontecimiento (el asesinato) ha vuelto a poner la campaña presidencial” y la crisis de seguridad en el punto de mira, dijo Lizarazo, los votantes pueden sentirse empoderados para votar por el enfoque más llamativo para acabar con la violencia.
Catherine Shoichet de CNN contribuyó a este informe.