(CNN) – Jack Scott estaba harto de su carrera. Recién salido de la universidad y licenciado en Ingeniería Mecánica, Scott, de 24 años, llevaba nueve meses trabajando para una empresa de refrigeración en un empleo que no le gustaba.

Sintió la necesidad de cambiar y lo dejó.

Mientras tanto, su amigo de la universidad, James Fleming, de 25 años, ganaba un buen dinero como organizador de cursos de formación en una oficina, pero se estaba cansando de las largas horas frente a la computadora.

Así que, cuando terminó su último contrato, se asoció con Scott y ambos, residentes en Londres, decidieron ponerse en marcha y viajar, una decisión que los llevaría a una épica odisea por tierra y cambiaría sus vidas de forma inesperada.

“Yo me pasé muchas noches pegándole a las teclas”, explica Fleming. “Esencialmente, estaba bastante agotado en ese momento y este viaje fue lo mejor para ello”.

Ellos son solo un ejemplo de veinteañeros cansados que abandonan la vida de presión laboral para irse de viaje.

Nicole Hu, una bloguera, de 26 años, acabó dejando su trabajo de ventas en Chicago durante la pandemia antes de emprender un breve viaje que se convirtió en una larguísima aventura internacional.

“No podía hacerlo ni un día más”, dice Hu. “Fue tan agotador”.

Según una encuesta de la consultora Deloitte, muchos miembros de la generación Z y millennials declaran un mayor nivel de agotamiento debido a las presiones relacionadas con el trabajo. Según el informe, la pandemia de covid-19 ha llevado a legiones de jóvenes trabajadores a revaluar el equilibrio entre la vida laboral y personal.

El agotamiento o burnout suele definirse como estrés laboral crónico, caracterizado por sentimientos como el agotamiento de la energía y el distanciamiento mental del propio trabajo.

Que los jóvenes hagan las maletas y renuncien al trabajo no es necesariamente un fenómeno nuevo.

La creadora de contenidos Preethi Parthasarathy dejó su trabajo en un banco, a finales de 2017, cuando tenía 26 años, cuestionándose si era lo que quería estar haciendo durante los próximos 35 años. De nuevo, fue una decisión con consecuencias sorprendentes y de largo alcance.

“Si no paro ahora, entonces voy a seguir haciendo esto, nunca va a haber un momento en el que me detenga”, dice hoy Parthasarathy a CNN, recordando el razonamiento detrás de su decisión.

“Se glorifica la cultura del ajetreo”, afirma. “Lo entiendo, pero no soy el tipo de persona que puede poner todo, especialmente mi salud, en un segundo plano para ganar dinero solo para poder subir en la escalera corporativa”.

Cambiar de ritmo

Una vez liberados de los grilletes del empleo, Scott y Fleming se propusieron alejarse lo más posible de las fuentes de su agotamiento, comenzando por un excéntrico plan para conducir de la ciudad natal de un amigo a la del otro: un viaje de 27.000 kilómetros desde las Orcadas, en Escocia, a Harare, Zimbabwe.

“Sugerí ‘qué tal si empezamos en mi casa y vamos a la tuya’”, cuenta Scott. “Era una oportunidad que no podía dejar pasar”.

Compraron un Land Cruiser anunciado en Facebook y lo modificaron con barras “tumbaburros”, un esnórquel y una caja de techo antes de emprender su viaje, en 2022.

A pesar de la sensación de liberación de sus trabajos, dijeron que a veces era duro, despertándose antes del amanecer para aprovechar al máximo la luz del día y conduciendo hasta 14 horas al día por carreteras de tierra a través de Nigeria, Camerún y el Congo.

En una ocasión se quedaron atrapados en el barro durante cinco horas en el Parque Nacional de Lopé, en Gabón, esperando a que un camión los sacara de allí.

Scott y Fleming, atascados en el barro durante la estación húmeda de Gabón. Crédito: J Fleming/J Scott

“Tuvimos que conducir casi todos los días durante tres semanas”, explica Fleming. “Por suerte, era pintoresco”, bromea: “La lista de reproducción se secó muy rápido”.

Cuando llegaron a Zimbabwe, se les unieron más amigos de la universidad para dar una “vuelta triunfal” de dos semanas por el país.

Pero entonces llegó la vuelta a la normalidad.

Para Fleming, eso se retrasó otros seis meses después de encontrar un trabajo en conservación en Zimbabwe.

“Al final del viaje, me quedé mentalmente ‘frito’, impresionado por todo. No estaba preparado para dejarlo”, afirma.

Scott, por su parte, volvió a su trabajo de refrigeración, pero no pasó mucho antes de que le llamara de nuevo la carretera. “Antes del viaje siempre me quejaba con Fleming, y él ha oído hablar mucho de cómo funciona un refrigerador, de lo que estará harto”, dijo.

A principios de este año, Scott volvió a dejar su trabajo y se fue de mochilero por Guatemala, Belice y El Salvador. Tras regresar al Reino Unido, cambió de profesión y ahora bucea en busca de vieiras en las Orcadas.

Un cambio de rumbo

En Chicago, Nicole Hu había estado disfrutando de su trabajo de ventas desde que lo consiguió nada más salir de la universidad, en 2019. No había mucho de lo que quejarse. Le caían bien sus compañeros, tenía un jefe que la apoyaba y era poco estresante… hasta que la pandemia azotó Estados Unidos.

Cuando se mudó a Chicago y empezó a trabajar a distancia, sus planes de ascender en la empresa se vinieron abajo, al igual que su satisfacción laboral. Así que empezó a formular un plan.

Mientras la pandemia avanzaba, Hu ahorró su sueldo y, cuando las restricciones para viajar empezaron a remitir, en 2021, decidió dejar su trabajo y reservó un pasaje a Guatemala.

Se suponía que solo iba a ser un viaje de dos semanas, pero pasó el verano como voluntaria en Europa antes de aterrizar en México para una visita de 10 días que acabó durando tres meses.

Hu, fotografiada en el paso de Salkantay, de camino a Machu Picchu, Perú, en junio de 2022. Crédito: Nicole Hu

Con las incertidumbres de la pandemia aún latentes, se encontró con otros viajeros contemplando un futuro sin planes concretos.

“Ya nos las arreglaremos”, dice. “Mucha gente hacía el ‘no sé qué voy a hacer con mi vida, déjame viajar un año, 10 meses, seis meses y luego hago lo que sea’”.

La imprevisibilidad de los viajes de larga duración le atrajo enormemente. Hu dice que le encantaba la espontaneidad de tomar autobuses nocturnos y aparecer en nuevos destinos sin tener ni idea de dónde se iba a quedar.

“Algo así es mucho más emocionante que tener que levantarse a las 8:30 de la mañana, encender la computadora y tener que estar en una reunión de Zoom inmediatamente”, dice. “Ya sabes, lo mismo todos los días”.

Hu, que ahora bloguea sus viajes, dice que amigos y otras personas de su edad también se embarcan en aventuras tras contemplar la fragilidad de sus carreras.

Hu visitando las pintorescas islas Galápagos, en mayo de 2022. Crédito: Nicole Hu

En el actual clima económico de EE.UU., dice que cada vez es más difícil para los jóvenes seguir el ritmo de la inflación y mantener el nivel de vida necesario para formar una familia.

“Es mejor disfrutar de la vida mientras se pueda”, añade.

Hu ahora está enfocada en conseguir dinero para seguir explorando el mayor tiempo posible. Dice que tiene una agenda apretada de viajes hasta septiembre, antes de trasladarse a Madrid para trabajar.

El camino menos transitado

Cuando Preethi Parthasarathy le contó a sus personas más cercanas que iba a dejar su trabajo estable en un banco de la India para irse de viaje, las reacciones fueron muy distintas según las generaciones.

Sus compañeros millennials se alegraron y dijeron que iban a vivir a través de su experiencia.

Sus conocidos de mediana edad se mostraron cautos pero, en última instancia, la apoyaron por aprovechar una oportunidad que nunca habían tenido.

“Los mayores se volvieron locos”, dice Parthasarathy. La bombardearon a preguntas sobre su falta de un plan alternativo y su futuro financiero.

La idea era limitarse a viajar durante seis meses. “Esa pausa ya lleva cinco años y medio”, explica a CNN.

Parthasarathy ha dado incluso un giro importante a su carrera: ahora es creadora de contenidos y cuenta sus aventuras en las redes sociales y en su propio sitio web, Peppy Travel Girl.

La creadora de contenidos Parthasarathy, también conocida como Peppy Travel Girl, fotografiada en Melbourne, en 2017. Crédito: Preethi Parthasarathy

“Vengo de un entorno muy modesto, no soy rica ni nada por el estilo”, explica. “Estaba muy segura de que si hacía esto, lo haría en mis términos”.

Parthasarathy dice que, aunque sus familiares estaban estresados por la decisión de dejar su trabajo e irse de viaje, confiaban en ella.

En aquella época, en la India, decía que era una decisión poco habitual. “Ahora es un fenómeno mucho más común, me alegro de haber sido una de las primeras en hacerlo”, afirma.

Para Parthasarathy no fue una decisión tomada de la noche a la mañana, pero reconoció que había que hacer un cambio.

“Mi vida había sido relativamente predecible. De repente, me metía de lleno en la incertidumbre y la imprevisibilidad”, dijo. Sin embargo, el primer día tuvo un accidente y acabó postrada en una residencia durante toda una semana.

Al principio, pensó que el universo le estaba enviando una señal de que no debía viajar.

“¿Debía ir y pedir que me devolvieran el trabajo? No estoy segura de que fuera la decisión correcta”, bromea.

Con el tiempo, encontró su “mojo viajero” y consiguió hacer su primer viaje después del trabajo a Cachemira, la región del Himalaya en el norte de la India. Lo describe como un paraíso. Vio la nieve por primera vez en años y probó esquiar.

Sin trabajo al que volver al final de su estancia, simplemente siguió viajando, y no ha parado desde entonces, acumulando interminables kilómetros de trotamundos entre los que destacan Sri Lanka, Maldivas y la Gran Barrera de Coral australiana.

Uno de los viajes más destacados de Parthasarathy fue bucear en la Gran Barrera de Coral australiana. Crédito: Preethi Parthasarathy

Parthasarathy afirma que las experiencias vividas, los lugares visitados y los riesgos asumidos la han convertido en la persona que es hoy.

“Creo que si hubiera seguido con mi trabajo en la empresa, habría sido una persona muy diferente”, añade. “Prefiero ser esta persona, hay mucho más crecimiento”.

Sigue agotándose, pero no tanto como cuando trabajaba de 9 a 5.

Hace poco, Parthasarathy hizo una pausa en su carrera actual. Durante un viaje a Australia, estuvo a punto de dejarlo después de seis meses de viajar sin parar y crear contenidos en distintas zonas horarias.

Su solución fue otra pausa, pero sin la creación de contenidos.

“Solo viajé por viajar, y de verdad, volví con una sensación de energía renovada”, dice. “Creo que las pausas están tan infravaloradas y son tan importantes, no importa a qué te dediques. Sea cual sea tu trabajo, es muy importante darle a tu cuerpo ese tiempo para restablecerse”.