(CNN Español) – Argentina está nuevamente en modo electoral. Este sábado 2 de septiembre comenzó formalmente la campaña para las elecciones generales del 22 de octubre, cuando los argentinos elegirán a su próximo presidente.
Una jornada en la que cada voto será clave. Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto mostraron una paridad entre las tres principales fuerzas electorales, con menos de tres puntos porcentuales de diferencia entre la primera y la tercera más votada.
En ese contexto hay casi 13 millones de votos “disponibles” (votantes habilitados que no asistieron, votos en blanco e impugnados y los de quienes eligieron a aspirantes que no superaron el umbral del 1,5% necesario para competir en las generales) que pueden definir quién será el próximo presidente. “La diferencia es muy chiquita y lo que hay disponible puede cambiar el resultado”, señala la politóloga Ana Iparraguirre, aunque advierte que los votos a los que efectivamente puedan apelar los candidatos sean bastante menos.
Los resultados de las PASO
La semana pasada, la Justicia Electoral dio a conocer el escrutinio definitivo de las PASO: la Libertad Avanza, el partido que llevaba como único aspirante al diputado populista de derecha Javier Milei, finalmente obtuvo el 29,86% (un poco menos del 30,04% que establecía el escrutinio provisorio). Juntos por el Cambio (JxC), que tenía dos precandidatos -la vencedora de la competencia interna Patricia Bullrich y el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta- bajó del 28,27% al 28%, y la coalición oficialista Unión por la Patria, también con dos aspirantes, casi no tuvo variación: del 27,27% del escrutinio provisorio terminó con 27,28%.
El voto en blanco representó el 5,44% de los emitidos y hubo otro 1,24% impugnado.
Pero esta elección también tuvo un nivel de ausentismo récord, a pesar de que en Argentina el voto es obligatorio. Casi 10,5 millones de personas habilitadas no concurrieron a votar y la participación apenas superó el 70%, la más baja desde el retorno de la democracia en 1983, exceptuando las PASO de 2021, realizadas en el contexto de la pandemia de covid-19, cuando votó cerca del 68% del padrón electoral.
En números, había 35.394.425 personas habilitadas para votar, de las cuales concurrieron 24.935.583. Es decir, 10.458.842 no acudieron a las urnas. A eso hay que sumarle 1.356.480 votos en blanco y 309.807 impugnados. Luego hay que agregar otros 744.484 votos a fuerzas que no superaron el 1,5% de los votos y no pueden participar de las generales de octubre.
Todo eso da un total de 12.896.613 votos de personas que, por distintos motivos, en las PASO no eligieron a ninguna de las cinco fórmulas presidenciales que quedaron habilitadas para las elecciones del 22 de octubre. Eso no significa que todas esas personas efectivamente vayan a votar en las próximas elecciones.
Si bien desde el retorno de la democracia en Argentina la participación ciudadana en las elecciones siempre ha estado por encima del 70%, según datos del Observatorio de Política Electoral del Ministerio del Interior, las cifras más altas se registraron en los comicios de los años 1983 y 1989, cuando superó el 85%. Luego, la participación ha fluctuado: en las últimas tres elecciones presidenciales (2011, 2015 y 2019) el porcentaje fue del 79,39%, 81,07% y 80,47%, respectivamente.
¿Cuántos votos, efectivamente, podrían capitalizar los candidatos?
“Hay un porcentaje de gente que su manera de manifestarse en las elecciones es no ir a votar”, explica Iparraguirre, quien, con base en los datos de la Dirección Nacional Electoral, realizó una proyección para las próximas elecciones, tomando en cuenta las variables de las primarias y cómo se ha comportado el electorado argentino en elecciones anteriores.
“Siempre el voto en blanco disminuye y la participación aumenta en las elecciones generales respecto de las primarias”, afirma la politóloga, que estima que los votantes en blanco podrían reducirse del 5% al 2%, y que la participación podría aumentar 5%, llegando al 75%.
Sumando estos posibles votos que se agregarían, más los de los precandidatos que no superaron el 1,5% en las PASO, hay un universo de más de 3 millones de votos potenciales, según la politóloga, que representan casi el 9% del padrón de electores habilitados. “Teniendo en cuenta que la diferencia entre las primeras tres fuerzas es tan chica, este porcentaje de votos es muy relevante”, explica Iparraguirre.
Luego, habría que ver cómo se acomodan esos votos y allí empiezan las especulaciones. “Uno podría pensar que los que no votaron en las primarias están enojados, y si ahora votan podrían preferir a Milei o Bullrich por sobre el oficialismo”, continúa la politóloga. Por el contrario, los votos de los partidos que no llegaron a las generales, en su mayoría de izquierda, podrían estar más cerca de Massa que de sus contrincantes.
También hay que tomar en cuenta que el Frente de Izquierda participará de las generales tras obtener el 2,68% en las primarias, y quizás logre capitalizar algunos “enojados” y otros votantes de izquierda.
Hay más factores que influyen. ¿Podría haber fluctuación política? Sí, pero Milei fue el único precandidato en su contienda interna, con lo cual podría retener la gran mayoría de sus votos “porque son solo suyos”, apunta Iparraguirre, en contraposición a lo que sucede con sus principales contendientes, Patricia Bullrich y Sergio Massa.
Del 28% de los votos de Juntos por el Cambio en las primarias, solo el 16,81% correspondió a Bullrich. El 11,19% restante votó por Rodríguez Larreta y habrá que ver cuántos de esos votos se mantienen en esta fuerza política, que ha tenido una competencia interna muy confrontativa.
Lo mismo sucede, aunque en mucha menor medida, en el oficialismo. Del 27,28% de Unión por la Patria en las PASO, el actual ministro de Economía obtuvo el 21,43% de los votos. Fue el segundo precandidato más votado en estas elecciones, superando individualmente incluso a quien terminó siendo la candidata de JxC. Sin embargo, él tendrá que tratar de retener al 5,85% de los votos que cosechó su contrincante en la competencia interna, Juan Grabois.
Faltan menos de dos meses para las elecciones, en los que habrá que ver qué sucede con la economía, la política y cómo se desenvuelven los candidatos, para ver si alguno logra ganar en primera vuelta. En Argentina, para ser electo presidente en la elección general, el candidato más votado debe obtener el 45% de los votos o al menos el 40% y una diferencia de 10 puntos con el segundo postulante. En caso contrario habrá balotaje el 19 de noviembre.