(CNN Español) – Fernando Botero fue uno de los grandes pintores de Colombia, que con su monumental estilo de ver la realidad, dejó un gran legado en la cultura y el arte colombianos que será difícil de superar.
Botero nació en Medellín el 19 de abril de 1932, es el colombiano más universal después del escritor Gabriel García Márquez. Es reconocido por su basta obra plástica, en las que se destaca figuras de gran volumen que van de la crítica política a la sátira. Fue el autor de “La paloma de la paz” tras el acuerdo de paz alcanzado entre el gobierno colombiano y las FARC en 2016.
Por motivo de su muerte a los 91 años en Mónaco, el presidente de Colombia Gustavo Petro calificó a Botero como “el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz. De la paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono”.
Fue uno de los grandes artistas colombianos, de la generación de otros grandes como el pintor colombiano Alejandro Obregón y Jorge Elías Triana, con quienes compartió el segundo premio en Pintura del X Salón de Artistas Colombianos, con el óleo Contrapunto.
Aunque las figuras grandes lo convirtieron en uno de los artistas más famosos del mundo, el colombiano Fernando Botero siempre negó estar obsesionado con la gordura.
“Nadie me cree, pero es cierto (…) No he pintado una gorda en mi vida”, dijo en alguna ocasión Botero, citado por Reuters.
“Me interesa el volumen, la sensualidad de la forma. Si pinto una mujer, un hombre, un perro o un caballo, lo hago con volumen. No es que yo tenga una obsesión con las mujeres gordas”, explicó.
Su carrera comenzó hacia la década de los 60. Pero desde su adolescencia, Botero empezó a publicar sus primeras ilustraciones en medios locales de Medellín. Y una vez que terminó sus estudios secundarios, se mudó a Bogotá, la capital de Colombia, en 1951, cuando tuvo su primera exposición en la galería Leo Matiz donde presentó acuarelas, tintas, óleos, entre otros, según una biografía suya del Banco de la República de Colombia.
Botero se casó tres veces: la primera vez en 1955 con la gestora cultural Gloria Zea. De ese matrimonio tuvo tres hijos: Fernando, Lina y Juan Carlos. Se separó de Zea en 1960. En 1964 se casó por segunda vez con Cecilia Zambrano, con quien tuvo un hijo, que no sobrevivó a un accidente de tránsito, según Banrepública. Botero se separó por segunda vez tras esta tragedia.
Su tercer matrimonio fue en 1978, cinco años después de radicarse en París con la escultora griega Sophie Vari.
La obra de Botero
La obra de Botero, que tiene una “sensual volumetría” fue también una revolución estética, “ya que con los mismas curvas y colores pastel sus lienzos denunciaron también la violencia que desangró a Colombia, incluyendo la muerte del narcotraficante Pablo Escobar”, dice Reuters.
Si bien el artista vivió la mayor parte de su vida en Europa y Estados Unidos, su obra estuvo poblada de rollizos toreros, prostitutas, caudillos y otros personajes que evocaban a su Medellín natal.
“Pinté a Colombia toda mi vida”, dijo en cierta ocasión, cita Reuters. “Los aspectos amables que conocí en la infancia y adolescencia”.
Su estilo figurativo iba a contramano del pop y del abstracto dominantes en la década de 1960, por lo que Botero tardó en ser apreciado.
“Los cuadros de Botero son, ante todo, pinturas de gran belleza. El artista ha escogido una manera de pintar tradicional, pero ésta se encuentra tan transformada por su visión personal que resulta única y muy original”, dice el perfil del artista.
Su obra, llena de colores brillantes, figuras gigantes y “obras muy humanas” hace que los espectadores se sientan reflejados en la obra de Botero, dijo a CNN Liliana Molina, experta en la obra de Botero.
“La obra de Fernando es amable, es alegre, es voluptuosa y eso la hace muy atractiva”, añadió Molina.
Una de sus obras de denuncia más relevantes es la serie de pinturas sobre las torturas en la cárcel de Abu Ghraib, durante la guerra de Iraq: fue una serie de 80 pinturas y dibujos, un trabajo del que el diario estadounidense The New York Times dijo que les “restauró la dignidad” a las víctimas de estas violaciones de derechos.
“Desnudos, atados, con los ojos vendados, sangrando, solos o en grupos, los prisioneros en las pinturas de Botero soportan tormento y humillación”, dijo el diario sobre la obra de Botero.
Fernando Botero trabajó hasta el final en sus estudios de París y Pietrasanta, una pequeña ciudad de la toscana italiana donde fundía sus esculturas, reportó Reuters.
– Con información de Miguel Ángel Antoñanzas de CNN en Español y Reuters.