Santa Clara, Cuba (CNN) – Durante meses, cientos de cubanos han abandonado silenciosamente la isla para luchar por Rusia en su guerra en Ucrania, persiguiendo promesas de dinero y ciudadanía rusa de reclutadores en línea en la sombra, dijeron miembros de familias cubanas a CNN.
En gran parte de Cuba, la economía se ha estancado debido a la fuerte caída del turismo, el aumento de la inflación y las renovadas sanciones de Estados Unidos. En lugares como Santa Clara, una ciudad de unos 250.000 habitantes con frecuentes apagones diarios de varias horas de duración y más caballos y carretas en la carretera que automóviles, parecía haber un número ilimitado de hombres desafectos a los que reclutar.
Hombres como Miguel, que en julio viajó a Rusia y poco después se encontraba en primera línea de la guerra con Ucrania, según declaró su madre Cecilia a CNN. “Mi hijo ganaba unos 2.000 pesos al mes”, haciendo trabajos ocasionales en Santa Clara, dijo. “Ahora no se puede comprar un cartón de huevos con eso. Él sólo quería mejorar nuestras vidas”.
Cecilia dijo que temía represalias rusas contra su hijo y pidió a CNN que no identificara a ninguno de los dos y que utilizara seudónimos en lugar de sus nombres reales.
Después de que su hijo respondiera a una publicación en Facebook en la que se buscaban cubanos para trabajar como cocineros y obreros de la construcción en Rusia, Cecilia dijo que dos mujeres se pusieron en contacto con él a través de WhatsApp.
Cecilia dijo que escuchó algunas de las llamadas y que una de las mujeres hablaba español con acento ruso y la segunda era claramente cubana.
En una semana, según Cecilia, Miguel había firmado un contrato para trabajar reparando infraestructuras dañadas en la guerra y las mujeres le habían enviado un billete de avión para volar desde Varadero, un popular destino de playa en Cuba, a Moscú, su primer viaje fuera de la isla.
A bordo del avión, Miguel le contó que había visto a docenas de otros jóvenes en edad militar que habían sido reclutados, entre ellos dos primos lejanos, que también se dirigían a participar en el esfuerzo bélico ruso.
Al principio, la aventura de Miguel parecía dar sus frutos. Enviaba dinero a su madre y a su anciana abuela que les permitía comprar lujos como carne y café.
A su madre le enviaba fotos de la comida que comía: pizza y helados.
“Lo estaban engordando para el matadero”, dice Cecilia.
La siguiente vez que hablaron por videollamada, Miguel llevaba la cabeza rapada y vestía un uniforme militar ruso. Iba a ir al frente, pero le dijo a su madre que no se preocupara e incluso la puso al teléfono con su oficial al mando, también cubano, que le prometió que cuidaría de su hijo.
Pero pronto Miguel le dijo a su madre que quería volver a casa.
“Ha visto lo que se ve en una guerra”, dice Cecilia. “Dijo que había visto heridos. Que en el hospital llegaba gente a la que le faltaban brazos y piernas. No está acostumbrado a ver eso”.
Miguel se quejaba de enfermedades para no tener que combatir, pero sus superiores rusos no aceptaban sus excusas. La última vez que Miguel habló con su madre, en septiembre, dijo que los oficiales rusos le habían quitado el teléfono como castigo y que había tenido que sobornar a uno de ellos para poder llamarla.
“Me dijo: ‘Mamá, estoy en primera línea en Ucrania’. Está allí, donde es peligroso”, dijo Cecilia. “Están allí para proteger a las tropas rusas. Son carne de cañón”.
La situación de los reclutas cubanos como Miguel se complica aún más por el anuncio de las autoridades cubanas en septiembre de que tratarían a sus ciudadanos que luchan por Rusia como mercenarios ilegales y a los reclutadores en línea como traficantes de personas.
“Cuba no forma parte del conflicto bélico en Ucrania”, declaró el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. “Actúa y actuará enérgicamente contra quien, desde el territorio nacional, participe en cualquier forma de tráfico de personas con fines de reclutamiento o mercenarismo para que ciudadanos cubanos utilicen armas contra cualquier país”.
Un programa especial dedicado al asunto en la televisión estatal cubana presentó entrevistas con funcionarios que afirmaban que se había detenido a una red de 17 personas, entre ellas presuntos mercenarios y traficantes, que de ser declarados culpables podrían enfrentarse a penas que van desde los 30 años de prisión hasta la pena de muerte.
En Santa Clara, Pedro Roberto Camuza Jovas dijo a CNN que uno de sus hijos había viajado a Rusia durante el verano y que un segundo había sido detenido por agentes de la seguridad del Estado cubano en septiembre antes de que pudiera subir a un avión y seguir a su hermano a la guerra.
“Lo engañaron”, dijo Camuza. “Espero que lo tengan en cuenta y lo evalúen porque como él hay muchos más. Decida lo que decida el fiscal por lo menos él está en Cuba. Al otro espero que me llame”.
El Ministerio de Defensa de Rusia no respondió a las solicitudes de CNN de comentarios sobre el reclutamiento de cubanos para luchar en Ucrania. El esfuerzo apenas se mantuvo en secreto. Los medios de comunicación rusos publicaron historias de cubanos que se unían al esfuerzo bélico a cambio de promesas de ciudadanía rusa y salarios mensuales de 200.000 rublos, algo más de US$ 2.000.
Mensajes contradictorios
El reclutamiento abierto amenazaba con hacer retroceder las relaciones de Rusia con su antiguo aliado de la Guerra Fría, Cuba. Desde que comenzó la guerra, los funcionarios cubanos se habían hecho cada vez más eco de la propaganda rusa de que la agresión de la OTAN era la culpable de su invasión de Ucrania. Rusia, a su vez, envió más cargamentos de crudo a la isla y prometió una mayor inversión extranjera.
Aún así, los funcionarios cubanos parecían haber demostrado enérgicamente que se negaban a implicarse directamente en la guerra al permitir que sus ciudadanos sirvieran en el Ejército ruso con la aprobación explícita del Estado cubano.
Pero los mensajes confusos pronto dejaron perplejos incluso a los observadores experimentados de Cuba.
El jueves pasado, el embajador de Cuba en Moscú fue citado por los medios de comunicación rusos diciendo que Cuba no se opone a la “participación legal” de sus ciudadanos en la operación especial rusa en Ucrania, siempre y cuando no fueran reclutados por terceros.
“No tenemos nada en contra de los cubanos que quieran firmar un contrato y participar legalmente en esta operación con el Ejército ruso. Pero nos oponemos a la ilegalidad, y estas operaciones no están dentro de un marco legal”, dijo el embajador de Cuba en Rusia, Julio Garmendía Peña, refiriéndose a los esfuerzos ad hoc de reclutamiento en línea, según la agencia estatal de noticias RIA Novosti.
Sin responder directamente a los comentarios de Garmendía, horas más tarde, el ministro de Asuntos Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, volvió a emitir un comunicado en el que afirmaba que los ciudadanos cubanos no podían combatir en el extranjero bajo ninguna circunstancia.
Entre bastidores, los funcionarios cubanos se quejaron de que los comentarios del embajador fueran una molesta distracción justo cuando los diplomáticos cubanos estaban celebrando una reunión con funcionarios estadounidenses en Washington, y el día antes de que La Habana acogiera la cumbre del G77+China de naciones en desarrollo.
“Es una comedia de errores”, dijo Pedro Freyre, un abogado cubano-estadounidense que se reunió con funcionarios en La Habana con frecuencia durante la distensión de la era Obama con la isla gobernada por los comunistas. “Sería gracioso excepto por la desafortunada circunstancia de que los jóvenes cubanos están siendo expuestos a la muerte”.
Para los cubanos que luchan por dinero al otro lado del mundo, sus opciones ahora parecen ser el exilio en una zona de guerra, o el enjuiciamiento y una larga condena de cárcel en su país.
Cuando CNN le informó de las declaraciones contradictorias de los funcionarios cubanos, Cecilia respondió con una pregunta:
“¿Qué le pasará a mi hijo?”.