(CNN) – ¿Qué ocurre cuando varios cientos de arqueólogos se reúnen en una “caja de cristal” en el desierto?
Es una pregunta extraña, pero así ocurrió la semana pasada cuando expertos de todo el planeta se reunieron en el centro cultural Maraya, cubierto de espejos, cerca de la antigua ciudad oasis de AlUla, en Arabia Saudí, para celebrar la primera Cumbre Arqueológica Mundial.
El resultado fue un acontecimiento que ofreció nuevas perspectivas sobre algunos de los antiguos misterios que se están desenterrando en Arabia Saudí, que invierte miles de millones de dólares en abrir al turismo mundial su pasado oculto durante tanto tiempo.
Creada por el príncipe heredero del reino, Mohammed bin Salman, conocido como MBS, y patrocinada por su Comisión Real de AlUla, la conferencia optó por paneles de debate, en lugar de ponencias académicas, e invitó a una variada gama de expertos en Arqueología.
El objetivo, en parte, era ayudar a trazar el camino de Arabia Saudí hacia un turismo patrimonial sostenible.
La mayoría de los asistentes se mostraron cautos sobre qué esperar en un país en el que el patrocinador del evento tiene fama tanto de brutalidad escandalosa como de reforma a gran velocidad. Desde luego, no se aburrieron. “No esperábamos tanta conversación y creo que los organizadores tampoco”, me dijo un asistente.
Descubrimientos ancestrales
Una conferencia fuera de lo común era solo una parte del atractivo. Los expertos tuvieron un acceso excepcional a un tesoro de antiguos descubrimientos que, hasta hace pocos años, habían estado fuera de los circuitos arqueológicos habituales, salvo para un puñado de entusiastas empedernidos.
La arqueología es tanto una pasión para MBS como una puerta de entrada a su visión de diversificar la economía saudí atrayendo turistas para que disfruten de los yacimientos patrimoniales junto con los complejos turísticos de lujo.
Para él, también es un vehículo útil para marginar el desprecio de los islamistas conservadores de la minoría saudí por los yacimientos, que consideran no islámicos.
Revirtiendo décadas de aislamiento cultural, desarrollando el oasis de AlUla y abriendo vastos complejos de tumbas nabateas milenarias en la cercana Hegra —además de explorar otros muchos yacimientos—, Arabia Saudí está siendo testigo de fascinantes descubrimientos antiguos.
Sin embargo, por cada misterio que se desvela, aparece otro enigma o diez, como la alineación astral de las enormes tumbas nabateas excavadas en los impresionantes acantilados de arenisca.
Adam Ford, arqueólogo de la Comisión Real para AlUla, me llevó a ver las tumbas de cerca.
“Parece que (las tumbas) están alineadas con la salida y puesta del sol y la luna”, dice, “en momentos de solsticio, quizá para contar las estaciones”.
Ford, que mezcla el aspecto curtido de un arqueólogo de campo con los modales de un profesor amable, da vida al pasado mientras exploramos.
“Aquí se han descubierto hasta 10 lenguas antiguas del norte de África”, explica.
¿Los sacrificios de animales más antiguos del mundo?
Los hallazgos arqueológicos muestran que los humanos pisaron esta tierra hace al menos 200.000 años. Llegaron tras abandonar África por el Sinaí, dice Ford. “Giraron a la derecha y se dirigieron al sur”, hacia la península Arábiga, la actual Arabia Saudí.
Según Ford, cada descubrimiento puede aportar nuevos conocimientos. Un antiguo fragmento de seda recuperado recientemente muestra que las rutas comerciales se extendían hacia el sur, hasta “la India o el Lejano Oriente”.
“Todavía estamos haciendo pruebas al fragmento”, añade.
Gracias a un acceso nuevo y sin precedentes a las antiguas maravillas de AlUla, también siguen intentando desentrañar el misterio de la orientación de las tumbas nabateas y su posible conexión con la observación de las estrellas u otros acontecimientos planetarios.
“Acabamos de recibir a un investigador de las Islas Canarias”, explica Ford. “Fue hace solo unos meses, los datos (sobre las estrellas) están bastante en bruto, aún está trabajando con ellos”.
Uno de los últimos descubrimientos es lo que se cree que es uno de los lugares de sacrificio de animales más antiguos del mundo. Aunque es evidente que allí murieron numerosas bestias, sigue siendo fuente de mucho misterio, según Jonathan Wilson, gestor de colecciones y conocimientos de la RCU.
En la nueva sede de la RCU, el reformado Museo AlUla, Wilson abre uno de los enormes cajones del almacén de artefactos y saca con cuidado una bolsa de plástico transparente que contiene lo que parece un enorme cuerno amarillento.
“Aurochs”, dice. “Un precursor ya extinguido del ganado domesticado actual, pero más grande”.
La datación por carbono del carbón de cocina hallado cerca cifra con precisión al yacimiento en el 5.200 a.C., dice Wilson, pero el misterio es por qué sólo se encontraron la parte superior del cráneo de la bestia y los cuernos.
“Desecharon el resto”.
Es difícil imaginar que el ganado pudiera sobrevivir, y mucho menos prosperar, en el desierto calcinado de la actual Arabia Saudí. Según Ford, “el paisaje era más verde entonces”. Parecía que llovía más. Pero, ¿por qué? Eso también es un misterio.
Arqueología “asombrosa”
La RCU afirma que su misión es ayudar a los arqueólogos saudíes a resolver los enigmas que el desierto les plantea con regularidad, al tiempo que amplían sus operaciones y conocimientos de forma sostenible.
Wilson se vuelve hacia otro cajón y saca una figurita rota de 15 centímetros, de color ocre oscuro, quizá utilizada como ofrenda.
“Las llevaban a una montaña y una vez destrozadas las dejaban allí, la gente nunca volvía”, dice.
Se refiere a los dadenitas, el pueblo que dirigía las rutas comerciales del incienso y las especias a través de AlUla antes de que los nabateos, a través de acontecimientos que son otro misterio, les arrebataran el poder.
A medida que aumenten las operaciones de la RCU, Wilson espera que sus expertos descubran más cosas, incluida la razón por la que se rompían las figurillas.
Cada temporada, Wilson dice que recibe unas 700 cajas de artefactos procedentes de excavaciones arqueológicas dirigidas por la RCU.
“Cada caja puede tener de uno a 600 objetos”, dice. “Los clasificamos según su importancia”, con el objetivo de exponer muchos de estos tesoros desenterrados.
Las monedas, dice, ofrecen algunas de las pistas más importantes sobre las civilizaciones que una vez llamaron hogar a AlUla. Los nabateos ponían cabezas de reyes en las suyas, lo que resulta muy útil para seguir los periodos dinásticos.
Los dadenitas no. Según Wilson, falsificaban monedas griegas “porque eran más valiosas que las suyas”.
Ford, cuyas décadas de experiencia arqueológica abarcan muchos continentes, dice que la zona alrededor de AlUla y Hegra es alucinante.
“Una de las arqueologías más asombrosas del mundo”, afirma.
Civilizaciones conectadas
Las viejas suposiciones, dice Ford, se están desmoronando.
“En el pasado, pensábamos que las civilizaciones eran menos refinadas, menos unidas”. Sin embargo, lo que se está descubriendo en AlUla, dice, sugiere que “el mundo antiguo estaba mucho más conectado de lo que pensamos”.
Curiosamente, la interconectividad fue la conclusión casi universal de la cumbre arqueológica, en la que los asistentes aparentemente disfrutaron de la oportunidad de hablar fuera de sus propias disciplinas al tiempo que descubrían pasiones comunes y a veces opuestas sobre su profesión.
Estuve en la cumbre para ayudar a moderar un par de los numerosos paneles de debate. A veces, las conversaciones se volvieron enérgicas. Llamaron la atención temas controvertidos sobre el papel de la arqueología en la identidad y la responsabilidad que tienen los gobiernos y los arqueólogos de reflejar abiertamente y no distorsionar los descubrimientos.
La importancia de salvar los artefactos antiguos de la destrucción o simplemente del desgaste cotidiano también suscitó debates. Se identificaron las mejores prácticas que equilibran las necesidades de los gobiernos con la escucha a las comunidades locales y la colaboración con ellas para ser custodios de una manera que se ajuste a sus valores.
De las conversaciones mantenidas a lo largo de los dos días de reunión se desprendió claramente que no había una solución milagrosa ni una solución única.
Pero si se tienen en cuenta las enseñanzas extraídas de la cumbre, entonces la arqueología de Arabia Saudí recibirá un impulso.