(CNN) – Si quieres evitar que tus hijos beban, empieza por fijarte en tu propio consumo.
Según un estudio publicado el 14 de septiembre en la revista académica Journal of Adolescent Health, los adolescentes cuyos padres bebían con regularidad o bebían en exceso tenían cuatro veces más probabilidades de beber ellos mismos.
Según el estudio, el consumo excesivo de alcohol se define como el consumo de al menos cuatro copas en el caso de las mujeres y cinco en el de los hombres en una sola ocasión.
“El estudio realmente aporta más pruebas de que el consumo excesivo de alcohol no solo es perjudicial para la persona que lo bebe, sino también para los que están a su alrededor, ya que aumenta el riesgo de que los adolescentes lo beban”, afirmó la autora principal del estudio, la Dra. Marissa Esser, que dirige el programa sobre alcohol de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).
Las familias deberían preocuparse de que los adolescentes beban alcohol porque puede causarles problemas de salud y de desarrollo cerebral, y porque la edad a la que una persona empieza a beber está relacionada con el riesgo de adicción, señaló la Dra. Danielle Dick, directora del Centro de Investigación de Adicciones de Rutgers, en Piscataway, Nueva Jersey, quién no participó en el estudio.
No es sorprendente ver una conexión entre el consumo de alcohol de los padres y el de los adolescentes, pero es un recordatorio crucial, dijo Dick, que también es profesora de Psiquiatría en la Facultad de Medicina Robert Wood Johnson de Rutgers.
“Para mí, eso es lo más importante de todo esto: otro recordatorio para los padres del papel que podemos desempeñar a la hora de influir en el consumo de sustancias de nuestros hijos”, añadió.
La razón de esa conexión podría estar vinculada a múltiples factores, como el modelado, la facilidad de acceso al alcohol en el hogar o la permisividad de los padres con respecto a las bebidas alcohólicas, señaló el Dr. Scott Hadland, jefe de Medicina para adolescentes y adultos jóvenes del Hospital General Infantil de Massachusetts y de la Facultad de Medicina de Harvard, en Boston, que tampoco participó en el estudio.
Pero también hay un fuerte componente genético que puede estar en juego. “Es cierto que sabemos que el consumo de sustancias y los problemas de consumo de sustancias están fuertemente influenciados genéticamente. Alrededor del 50% de las diferencias entre cuánto beben los chicos, especialmente a medida que pasan de la adolescencia a la edad adulta, se debe a diferencias en sus genes”, dijo Dick.
Los adolescentes no necesariamente van a beber de todos modos
La edad a la que los menores empiezan a beber debería retrasarse todo lo posible, afirma Dick.
Los datos han demostrado que cuanto más joven empieza a beber un adolescente, mayores son sus probabilidades de desarrollar problemas con la bebida o una adicción, añadió.
Más del 45% de los menores que empezaron a beber a los 13 años o antes desarrollan problemas con el alcohol, dijo Dick. “Mientras que entre los chicos que lo retrasaron hasta los 21 años, menos del 10% desarrolla un trastorno por consumo de alcohol”.
Según Hadland, las familias deberían reforzar los mensajes que transmiten a sus hijos adolescentes en el sentido de que beber no es tan seguro para los adolescentes como para los adultos y que no quieren que sus hijos beban.
Sin embargo, es importante que el mensaje proceda de un lugar comunicativo, no punitivo, porque los adolescentes que están experimentando con el alcohol deben sentirse seguros cuando acuden a hablar con sus padres o tutores al respecto, añadió.
Los adolescentes van a beber, así que más vale enseñarles a hacerlo de forma segura, ¿no?
En realidad, los datos han demostrado que ese enfoque no es tan buen plan, dijo Dick.
“De hecho, sabemos que (los adolescentes que beben en casa) son más propensos a consumir con sus amigos de forma irresponsable y arriesgada”, dijo. Y es importante no normalizar algo que cada vez es menos normal para los adolescentes, añadió.
Las tasas de consumo excesivo de alcohol pueden ser elevadas entre los adultos, pero las de los adolescentes han ido disminuyendo en las últimas décadas.
“Los adolescentes toman decisiones más saludables que muchos de nosotros cuando teníamos esa edad”, añadió Dick.
Cómo reducir el consumo
Aunque no tengas problemas con el alcohol, reducirlo puede ser difícil.
Tal vez te resulte difícil porque tienes el ritual de relajarte después de un largo día con una copa de vino o porque te resulta extraño estar en una fiesta con amigos y no tener un cóctel en la mano, explica la periodista Rosamund Dean, autora de “Mindful Drinking: How Cutting Down Can Change Your Life”.
Sin embargo, si quieres reducir tu consumo de alcohol, hay formas eficaces de hacerlo, afirma.
Un buen punto de partida es llevar un registro de cuántos días a la semana se bebe y cuánto se consume, explica Dick.
A continuación, Dean recomienda comunicar tus objetivos a tus seres queridos para que no te inciten a tomar una copa en la próxima reunión.
Descubrió que los días sin alcohol eran importantes en su viaje porque, según ella, es mucho más fácil no beber en absoluto que ponerle freno.
Algunas personas intentan no beber alcohol durante periodos cortos en retos como el “Octubre sobrio” para reevaluar su relación con el alcohol.
Dean se dio cuenta rápidamente de que podía salir por la noche, celebrar, ir de viaje y brindar en las bodas sin depender de las bebidas alcohólicas.
Y para quienes la bebida forma parte de su rutina diaria, prueben a sustituirla, ya sea con una actividad totalmente distinta o simplemente preparándose una bebida sin alcohol.
“Creo que se trata de tener una buena cristalería y una rodaja de limón y hacer de ello algo realmente especial. Puedes crear esa misma sensación en torno a una bebida sin alcohol, y entonces te darás cuenta de que en realidad no es el alcohol lo que te cayó tan bien en ese momento”, afirma.