(CNN) – Acompañado por una oleada de seguidores que gritaban y blandiendo una motosierra a cielo abierto, el hombre del momento se acercó al centro del escenario.
Miró a su alrededor y gritó furioso “¡Motosierra! Motosierra!”: un grito de guerra que fue rápidamente recogido por sus seguidores que pedían una carnicería.
A su alrededor, gritos, cánticos y bocinas de tráfico a todo volumen.
No se trataba de un espectáculo de lucha libre de la WWE, sino de la contienda presidencial de 2023 en Argentina, donde el outsider político Javier Milei es el principal candidato. Sus repetidas apariciones en las que blande una motosierra durante los actos de campaña –como hizo en el mitin descrito anteriormente en la ciudad costera de Mar del Plata el 12 de septiembre– simbolizan sus promesas de recortar drásticamente los gastos del gobierno, eliminar las subvenciones públicas y “romper con el statu quo”.
Milei, economista y excomentarista político, sorprendió a la escena política argentina en agosto, cuando obtuvo la mayor parte de los votos en unas primarias de coalición que la mayoría de los observadores consideran indicativas de la próxima contienda presidencial, que se llevará a cabo el 22 de octubre.
La política argentina ha estado dominada en gran medida por los mismos grupos durante los últimos 20 años, y Milei representa una nueva fuerza externa que ataca agresivamente a los agentes tradicionales del poder a ambos lados del pasillo. Es una historia familiar que atrae comparaciones con el ascenso de otras estrellas de extrema derecha como el expresidente de EE.UU. Donald Trump y el expresidente de Brasil Jair Bolsonaro.
Al igual que Bolsonaro, Milei saltó a la fama en un momento de gran crisis económica en su país: la inflación anual de Argentina alcanzó el 124% en agosto su nivel más alto en más de 32 años, y los precios de los alimentos en particular crecieron un 15% respecto al mes anterior, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Y al igual que Trump, Milei ha sabido canalizar el sentimiento de ira hacia una clase política que es percibida como distante e ineficaz.
Al lema trumpiano “Drenar el pantano”, los seguidores de Milei gritan “¡¡Qué se vayan todos!!”, una expresión de furia contra los políticos de ambos lados del espectro. La izquierda argentina está actualmente en el Gobierno, tras el gobierno de la derecha de 2015 a 2019.
Milei se presenta como el candidato de la renovación, una oferta que caló hondo en las primarias. La cuestión ahora es si su estrategia se mantendrá en la votación nacional del próximo mes.
“Voy a votar por Milei porque creo que va a cambiar las cosas”, dice Eduardo Murchio, taxista de Buenos Aires, la capital argentina. “Estoy cansado de las mismas caras, de los mismos gobernantes […], tengo 40 años y siempre es la misma historia”, dijo a Reuters.
Cómo sería una presidencia de Milei
Milei, que es soltero y vive con cinco mastines ingleses –uno de ellos lleva el nombre del economista neoliberal Milton Friedman–, se describe a sí mismo como libertario y “anarcocapitalista”. Ha prometido recortar drásticamente las subvenciones públicas y eliminar los ministerios de Cultura, Educación, Medio Ambiente y Mujer, Género y Diversidad, entre otros.
Quizá la propuesta más significativa de Milei sea dolarizar Argentina, un plan radical que, según él, es la solución definitiva a los problemas crónicos de inflación del país. Sustituir el peso por el dólar y renunciar a una política monetaria soberana no sería un planteamiento nuevo en América Latina, donde Ecuador, El Salvador y Panamá utilizan el dólar, pero no se ha probado en un país tan grande como Argentina.
Sin embargo, la habilidad de Milei como estratega macroeconómico tampoco está probada; trabajó como analista financiero en el sector privado antes de entrar en política.
“Abrir la economía sin ninguna barrera de protección nunca ha ocurrido en Argentina”, dijo Javier Marcus, profesor de finanzas de la Universidad Nacional de Rosario en Buenos Aires. Mientras que otros países estabilizaron eficazmente los precios gracias a la dolarización, renunciar a la política monetaria significaría renunciar de hecho a la capacidad de Argentina de influir en las finanzas de su propio país.
Marcus señala que dolarizar expondría aún más a Argentina a problemas económicos externos, una ruptura significativa con otros líderes populistas. “Esa es una gran diferencia porque tanto Trump como Bolsonaro siempre hablan de poner a su país primero y apoyar la fabricación local”, dice. “Pero si miras a Milei, puedes ver que siempre habla de abrir Argentina hacia el mundo”.
Mucho menos apetecible para muchos, sin embargo, es la tendencia de Milei a los ataques personales extremos, a menudo vistos como sexistas. Una vez en 2018, al responder a una pregunta sobre estrategias económicas de la periodista local Teresa Fría, Milei gritó: “¡No es que yo sea un totalitario. Solo digo que eres una burra y hablas de cosas que no sabes. Como dijiste una burrada voy a tener que desasnarte!”.
Sus políticas lo han enfrentado al poderoso electorado femenino de Argentina. En la campaña electoral, Milei dijo que convocaría un referéndum para abolir la reforma constitucional de 2020 que legalizó el aborto, aunque expertos constitucionalistas entrevistados por CNN plantearon dudas sobre la legalidad de tal medida.
También ha asumido riesgos políticos con su pasión por atacar al papa Francisco, al que llegó a referirse como “un enviado de Satanás” en noviembre de 2020. Sin embargo, en los últimos meses Milei se distanció de esas opiniones. Argentina sigue siendo un país profundamente católico, con más del 60% de la población que se identifica como católica romana, según datos de la CIA.
Aunque Milei no ha atacado personalmente al papa Francisco en campaña, un portavoz dijo a CNN que, para Milei, “el papa Francisco representa a sectores que impiden el progreso de la sociedad”.
Cara a cara con Patricia Bullrich y Sergio Massa
Sin embargo, a pesar de su retórica y de su sorprendente éxito en las primarias, la candidatura de Milei a la presidencia está lejos de ser un hecho. Los presidentes argentinos se eligen en un sistema a dos vueltas que favorece la formación de coaliciones y está diseñado para mantener a los extremismos al margen.
Los últimos sondeos muestran que la votación está dividida en tres partes, con Milei ligeramente por delante de la tradicional aspirante de centro-derecha Patricia Bullrich y del izquierdista Sergio Massa, actual ministro de Economía.
Bullrich, exministra de Seguridad, dijo a CNN en Español que dejaría a los economistas dirigir el Ministerio de Economía y ofrecería una mano firme y calmada al volante en comparación con los arrebatos de Milei.
Massa, considerado el principal rival de Milei, ha intentado posicionarse como una voz más pragmática de la izquierda en comparación con la actual coalición de gobierno. Ha trabajado para distanciarse políticamente de la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, sin alienar a su base de poder.
No se espera que ni Massa ni Bullrich traten con Milei a estas alturas de la campaña, y ambas coaliciones tradicionales se apresuraron a criticar su falta de experiencia de gobierno y los riesgos de deshacer las estructuras económicas existentes en Argentina.
Sin embargo, los expertos dicen que este año hay un claro apetito de cambio, y que el candidato ganador debe encontrar la forma de capitalizarlo. “Esta elección es de cambio, incluso Sergio Massa representa un cambio dentro de la continuidad del gobierno”, dijo Claudio Jacquelin, subdirector del principal diario argentino La Nación, en una entrevista con CNN en Español este miércoles.
El domingo, los candidatos celebrarán un primer debate de participación obligatoria. Tres semanas después se celebrará una primera vuelta electoral. Si ningún candidato obtiene el 45% de los votos (o más del 40% con una diferencia superior al 10% con el candidato que le siga en votos totales), los dos candidatos mejor situados pasarán a una segunda vuelta en noviembre.
La segunda vuelta, más competitiva tras semanas de enfrentamientos y comparaciones, será la mayor prueba para Milei. Aunque su sorprendente ascenso ha jugado a su favor hasta ahora, la novedad a veces extrema de sus ideas podría ahuyentar a los votantes a medida que avance la contienda, dijo a CNN Facundo Nejamkis, director de la empresa de sondeos Opina, en Buenos Aires.
“(El desafío de Milei) — con vistas a la segunda vuelta — es evitar el miedo o la incertidumbre entre la gran mayoría (de los votantes), que podrían terminar votando por un candidato en el que nunca pensaron, sólo para evitar que Milei llegue al poder”, dijo.