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Cómo tallar y hacer calabazas para Halloween de manera segura
01:57 - Fuente: CNN

Pien, Polonia (Reuters)– Arqueólogos polacos descubrieron los restos de un niño del siglo XVII que fue encerrado en su tumba con candado para evitar que resucitara, un descubrimiento que pone de relieve la creencia en los vampiros a tiempo para la víspera de Halloween.

Los huesos de este niño de 6 o 7 años son el hallazgo más reciente en un cementerio del pueblo de Pien, en el norte de Polonia, que data de una época en la que fantasmas, zombis y otras apariciones sobrenaturales eran algo más que disfraces.

También se encontró en el cementerio el cadáver de una mujer con un candado en la pierna y una hoz alrededor del cuello, lo que sugiere que se creía que era un vampiro.

“Se trata de un cementerio para personas rechazadas, a las que sin duda se temía después de la muerte, y quizá también en vida (…) de las que se sospechaba que tenían contactos con fuerzas impuras, personas que también se comportaban de alguna manera diferente”, explica Dariusz Polinski, investigador sobre enterramientos medievales en la Universidad Nicolaus Copernicus de la ciudad de Toruń.

El esqueleto de una joven enterrada con un candado en el pie y una hoz de hierro en el cuello, al parecer para evitar que resucitara, en Pien, Polonia.

El niño fue enterrado boca abajo con un candado triangular de hierro bajo el pie, en un probable esfuerzo por evitar que se incorporara y abandonara la tumba para darse un festín con los vivos, añadió.

“Se trata de personas que, si se hizo intencionadamente, tenían miedo del …contacto con estas personas porque podrían morder, beber sangre”, dijo Polinski.

El arqueólogo Dariusz Polinski posa con los restos de una mujer hallados en el cementerio para rechazados del siglo XVII.

La tumba del niño fue profanada en algún momento después del entierro y se retiraron todos los huesos excepto los de las piernas.

Los arqueólogos han encontrado otros métodos utilizados para detener a los muertos vivientes, y Polinski describe extrañas prácticas halladas en algunos entierros.

“También había un gran número de tumbas con piedras (…) que se suponía que también protegían de los difuntos, colocadas en diversos lugares, por ejemplo en el codo, en la laringe o en el cuello”.