(CNN) – Stephen Lewis y Christian Scali se conocieron a la antigua usanza, como le gusta decir a Scali: en un Starbucks del barrio de West Hollywood, en Los Ángeles.

Era la primavera de 1997 y Scali, estudiante de Derecho, estaba inmerso en sus libros de texto. Lewis, que entonces era abogado privado, leía The New York Times, pero, al parecer, no perdía de vista a otro cliente.

“Yo estaba estudiando, él reconoció los libros y se me acercó sonriendo”, cuenta Scali. “Me dejó embelesado”.

El resto, como suele decirse, es historia: comenzaron a salir, se fueron a vivir juntos y en agosto de 2023 celebraron su decimoquinto aniversario de boda.

Ahora se embarcan en un nuevo y emocionante capítulo de sus vidas como propietarios de una granja del siglo XVI en la famosa región italiana de la Toscana, que compraron en 2021 y desde entonces han reformado para convertirla en una lujosa villa de ocho habitaciones que abrieron sus puertas a los huéspedes este verano. La villa está disponible como alquiler completo, pero Scali y Lewis también pasan tiempo allí cuando están en Italia, y eventualmente planean vivir allí a tiempo completo cuando se jubilen.

Stephen Lewis (izquierda) y Christian Scali hicieron realidad un sueño con el proyecto de renovación de su lujosa villa toscana. Crédito: Cortesía de Villa Ardore

“¿Y si vivimos en el campo?”

A Scali, cuyo abuelo es originario de Reggio Calabria, Italia, llevaba tiempo rondándole la idea de comprar una propiedad en la tierra natal de su familia. Creció en los suburbios de Cleveland, rodeado de una gran familia italiana, “mis abuelos tenían ocho hijos, y yo tengo como 50 primos”, dice, que se reunía los domingos para las comidas preparadas por su abuela.

“Tenía su propio huerto y preparaba su propia salsa”, dice. “Venían todos los niños. Era muy divertido”.

Pero después de trasladarse a la Costa Oeste, Scali, que solo tenía un primo cerca, se encontró añorando aquellas ruidosas reuniones familiares de su infancia. “Habiendo crecido en ellas, las extrañé más tarde, cuando me mudé”, dice.

Alrededor de 2016, empezó a tomar clases de italiano para mejorar los cuatro años de cursos que había tenido en la universidad. Él y Lewis también habían empezado a viajar regularmente a Italia, sobre todo a la zona de la Toscana.

Sus viajes comenzaron a sembrar semillas sobre la posibilidad de tener una propiedad y eventualmente retirarse allí, aunque Lewis tardó un poco más en sumarse plenamente a la idea.

“En realidad era el sueño de Chris; yo me habría conformado con alquilar”, dice. “Pero lo apoyé porque era algo que parecía muy importante para Chris. Pero cuando empezamos a mirar sitios, yo también empecé a entusiasmarme”.

La pareja comenzó a escanear listados en línea (“un amigo lo llamó mi porno inmobiliario”, dice Scali) y comenzó a buscar activamente propiedades en 2019, concentrándose en Florencia. Pero pronto descubrieron que, incluso con un presupuesto considerable de entre US$ 1,5 y 2 millones, lo que buscaban, un departamento lo suficientemente grande como para recibir a familiares y amigos de visita, así como grandes reuniones similares a esas alegres cenas dominicales en la casa de los abuelos de Scali, estaba muy lejos de su alcance en la ciudad.

“Así que empezamos a cambiar de idea: ¿Y si vivimos en el campo? ¿Y si vivimos en la [región] del Chianti?”, explica Scali.

El entorno convenció a la pareja para vivir en una casa de campo entre viñedos. Crédito: Cortesía de Villa Ardore

Reorientaron su búsqueda hacia esa parte de Italia, conocida por sus bellos pueblos, antiguos castillos y viñedos que producen algunos de los vinos más venerados del mundo. Pero a principios de 2020, la pandemia hizo mella en sus planes, ya que a Lewis, que no era ciudadano italiano, no se le permitió entrar en el país para reunirse con Scali, a quien en 2019 se le concedió la ciudadanía a través de su familia.

Sin embargo, Scali obtuvo permiso a través del consulado italiano para traer a Lewis y, en la primavera de 2021, se embarcaron en una misión de seis semanas para encontrar el lugar de sus “sueños”. También reevaluaron su visión de su futura propiedad y decidieron que la alquilarían, lo que significaba que también harían una nueva incursión en el sector de la hostelería: como propietarios, no solo como huéspedes.

Una cocina con desayunador invita a los huéspedes a probar los sabores de Italia. Crédito: Cortesía Villa Ardore

“Una vista realmente impresionante”

Después de visitar casi 30 propiedades, encontraron una que parecía prometedora: una finca de varios dormitorios con piscina, casa de invitados y viñedo. Pero les preocupaban varios aspectos, como la complicada distribución de la casa, el enorme tamaño de la propiedad y una casa de invitados que no estaba en regla.

Entonces, la pareja se enteró de que había otra propiedad en venta: una granja de piedra del siglo XVI, que en su día sirvió de puesto de vigilancia para defender el valle entre Siena y Florencia, en una parcela de aproximadamente 1,2 acres que también tenía una piscina y una casa de invitados independiente. La propiedad, antes conocida como Antico Podere Marciano, estaba situada en la ladera de una colina, a unos 45 minutos de Florencia, y había sido un bed and breakfast rústico y familiar.

“Nos enamoramos enseguida de esta casa”, recuerda Scali. “Miras hacia fuera y ves todos los viñedos, toda la ladera salpicada de castillos, torres y casas de piedra, y a lo lejos, las torres de San Gimignano [una pequeña ciudad medieval cercana]. Es una vista realmente impresionante”.

Con un precio de venta de US$ 1,95 millones, la propiedad se ajustaba a su presupuesto. Y al mismo tiempo, las negociaciones con la otra propiedad se habían topado con un obstáculo relacionado con la casa de invitados no permitida, que tendría que ser demolida para que la venta se concretara.

Añade Scali: “Así que dijimos, gracias, pero no gracias”.

Tras interrumpir las negociaciones, se centraron en la granja y negociaron un precio final de US$ 1,7 millones. El cierre tardó unos seis meses: un plazo increíblemente largo comparado con las semanas a las que estaban acostumbrados en California, pero bastante rápido en Italia, dice Scali.

Comer al aire libre es parte del encanto de la Toscana. Crédito: Cortesía Villa Ardore

Conservar el encanto toscano original

Tras recibir las llaves, Scali y Lewis rebautizaron la propiedad con el nombre de Villa Ardore, que tiene varios significados, explica Scali. “Ardore representa la palabra italiana para ardor, que generalmente significa pasión amorosa, y Ardore es el nombre de la pequeña ciudad de la que procedía la familia de mi abuelo Scali, en Reggio Calabria. Tiene un significado especial para nosotros porque recoge tanto nuestra historia familiar como nuestro sentimiento por el lugar”.

Aunque estaban entusiasmados, la pareja también se sintió abrumada por el enorme volumen de trabajo por hacer: modernizar la instalación eléctrica y la fontanería de toda la propiedad, reformar la cocina y los baños del edificio principal, reconstruir la piscina, instalar aire acondicionado en toda la casa y actualizar el sistema de Internet de alta velocidad por satélite. Además, transformaron un antiguo granero en un spa privado: un oasis de lujo con bañera de hidromasaje para 10 personas, tumbonas, sauna seca y baño turco de vapor.

De hecho, el precio de esas amplias reformas de alto nivel, aproximadamente US$ 2,5 millones, supera con creces el de muchos propietarios que aspiran a una vivienda en Italia, como los populares planes de viviendas de un euro que varios pueblos pequeños de todo el país han puesto en marcha en los últimos años en un esfuerzo por revitalizar la economía local.

Lewis y Scali se comprometieron a conservar el encanto toscano de la propiedad. Crédito: Cortesía de Villa Ardore

Pero Lewis y Scali se enorgullecen de no haber pensado nunca en buscar inversores. “Como este era nuestro proyecto, nuestra casa donde nos íbamos a jubilar, tener inversores lo habría complicado”, explica Scali. “Estaba tan comprometido con ello que me desprendí de gran parte de mis intereses en el despacho y lo utilicé como capital inicial”.

La pareja contrató a un destacado arquitecto de Florencia, Massimo Pierattelli, para hacer realidad su visión: “mantener el encanto toscano original del lugar, pero modernizarlo”, así como a un contratista y un equipo, explica Scali. Sin embargo, no perdieron de vista el proyecto y se aseguraron de que uno de ellos estuviera presente durante todo el proceso para garantizar que todo funcionara según lo previsto.

Estándares exigentes

Después de haber reformado juntos otras tres propiedades en Los Ángeles, Scali y Lewis no eran ajenos al estrés de la tarea que tenían por delante. Sin embargo, las diferencias culturales supusieron un reto añadido a la renovación.

La pareja no tardó en conocer de primera mano el concepto cultural italiano de “piano, piano”, que, como explica Scali, significa “paso a paso, y realmente es el estilo de vida. Nadie tiene prisa por hacer nada. Lo único que les mete prisa es la presión, pero solo si la presión se siente justificada”.

Scali y Lewis también tuvieron que ajustar tanto sus expectativas como su “mentalidad y forma de pensar estadounidense, especialmente californiana”, dice Scali.

“Lo interesante aquí es que nadie acepta la responsabilidad de nada, y no lo harán, y menos si intentas insinuar o decir expresamente de qué manera metieron la pata, que es lo que haces como abogado, como, ‘estos son los hechos, esta es la ley, y así es como la rompiste’”, dice. “Así que llegamos con esa mentalidad con nuestro contratista, e inmediatamente se negó. Nos dijo: ‘Son unos patanes, no quiero tratar con ustedes’”.

En ese momento, uno de sus amigos italianos de toda la vida, Francesco Goracci, al que finalmente decidieron incorporar como administrador de la propiedad y organizador de las actividades para los huéspedes, intervino como intermediario para comunicarse con el contratista, lo que suavizó las cosas.

La propiedad tiene capacidad para 18 huéspedes. Crédito: Cortesía de Villa Ardore

Lewis también señala que los trabajadores tuvieron que aprender al principio lo exigentes que eran sus normas. Recuerda un ejemplo concreto, que ahora le hace reír, cuando los trabajadores dejaron caer y rompieron un lavabo doble para el baño del despacho/suite extra de invitados, y meses después instalaron un lavabo de sustitución que tenía uno de los desagües en la parte delantera y el otro en la trasera.

“Y yo dije ‘no, esto no está bien’, y tuvimos que empezar todo el proceso de nuevo”, cuenta. “Había muchas pequeñas cosas como esa, en las que las puertas se golpeaban contra el suelo y no se abrían del todo, y decíamos constantemente: “No esperamos que nuestros huéspedes tengan que luchar para abrir la puerta”“.

Pero al final del proyecto, un año y medio después, “los trabajadores estaban muy orgullosos de ver cómo había quedado todo gracias a lo que habían hecho”, dice Lewis. “Al final, un interruptor de la luz podía no estar totalmente recto, y ni siquiera tenía que decírselo”.

El antiguo granero se convirtió en un spa. Crédito: Villa Ardore

“Vivimos la vida de otra persona”

Durante todo el proceso, la pareja nunca se apartó de su firme compromiso de abastecerse en la medida de lo posible de productos locales, desde las obras de arte de las paredes (que están todas a la venta) hasta los muebles de madera hechos a mano, pasando por los apliques de luz de los baños.

“Si no encontrábamos algo, lo mandábamos fabricar en la zona”, dice Lewis. ” Solo había un minúsculo puñado de cosas que habíamos enviado de EE.UU.”.

Además de preservar el espíritu de diseño tradicional toscano de la propiedad, su compromiso de abastecerse localmente, así como el hecho de que ambos hablan italiano, también ayudó a la pareja a integrarse bien en la comunidad local.

“Hay un hombre que tiene una galería de arte y otros negocios en Castellina que me contaba lo molesto que es para la gente de la comunidad local que haya extranjeros por toda la Toscana que han comprado lugares y, metafóricamente, entran y salen en helicóptero, pero no tienen ninguna conexión con lo que les rodea”, explica Lewis.

Villa Ardore tiene piscina y spa. Crédito: Cortesía de Villa Ardore

Por el contrario, las conexiones que él y Scali han establecido ayudan a crear una experiencia inolvidable para sus huéspedes, ya sea una cata de vinos locales o un almuerzo al aire libre en la ciudad.

“Los lugareños ven a nuestros huéspedes como nuestros amigos o nuestra familia, y así los tratan”, dice Lewis. “El grado de apertura de la gente con la que hemos establecido estos contactos hacia nuestros huéspedes me ha emocionado. También me ha demostrado que no me estoy imaginando lo unidos que estamos a ellos, porque ellos lo extienden a los demás”.

Para que quede claro, una estancia en Villa Ardore es para muchos una experiencia única. Las tarifas varían, pero suelen rondar los US$ 6.900 por noche para toda la propiedad, con capacidad para 18 huéspedes, y aumentan con paquetes personalizados, como viajes culturales y arquitectónicos o “La Dolce Vita”, un itinerario minuciosamente diseñado para los entusiastas de los coches. También se puede reservar para bodas o pequeños retiros empresariales, y Goracci afirma que puede crear itinerarios y actividades adaptados a todos los caprichos de los huéspedes, ya sea una clase de elaboración de pizzas en el patio exterior de la propiedad o un recorrido por las onduladas colinas del Chianti en un Fiat 500 de época.

Toma una bebida en el bar antes de la comida. Crédito: Villa Ardore

Para Lewis y Scali, que crecieron en familias que a veces tenían dificultades para llegar a fin de mes, ver su sueño hecho realidad es a menudo surrealista. “Mi madre estuvo un tiempo con vales de comida, trabajando en un tercer turno en una fábrica, y la situación de Chris no es exactamente igual, pero sí parecida”, dice Lewis. “Mi vida podría haber sido muy distinta”.

Lewis recuerda un momento de angustia durante el verano, cuando la pareja se preparaba para irse a dormir una noche, después de que los últimos retoques estaban listos y los primeros huéspedes se acababan de marchar.

“Estaba mirando a mi alrededor y me dije: ‘Estamos viviendo la vida de otra persona’”, dice Lewis. “Tenemos esta maravillosa casa en Los Ángeles, tenemos esta increíble villa en un lugar increíble, con gente a nuestro alrededor que nos quiere. ¿Cómo pasó esto?”.