(CNN) – Para mantenerse al día con las tendencias siempre cambiantes propagadas por las pasarelas, los influencers y las redes sociales, los conocedores de la moda y los ávidos compradores de ropa pueden recurrir rápidamente a las opciones más convenientes —y económicas— que existen.
A menudo se trata de ofertas de “moda rápida” (fast fashion) que provienen de minoristas electrónicos con sus interminables ofertas amables con el bolsillo o de grandes almacenes que ofrecen esa gabardina hasta la rodilla o esa franela oversize a precios de rebajas.
Pero aunque la moda barata pueda parecer la mejor opción, lo cierto es que el sector de la moda rápida produce prendas a una escala demasiado grande para la mayoría de los consumidores. Además, los materiales utilizados pueden durar tan solo entre siete y diez usos, según la plataforma de datos medioambientales sin ánimo de lucro Earth.org.
¿Por qué es tan popular la moda rápida?
La moda rápida es un modelo de negocios que se centra en la producción de prendas al por mayor, y lo más rápidamente posible, en respuesta a las tendencias del momento, según la Dra. Preeti Arya, profesora adjunta de desarrollo y marketing textil en el Fashion Institute of Technology de Nueva York. El término se popularizó por primera vez en un artículo de The New York Times en 1989 para describir la primera apertura de la tienda minorista Zara en Estados Unidos. Según el Times, el objetivo de la marca era que en solo 15 días un diseño pudiera estar disponible para el consumidor.
Por lo general, los diseños de moda rápida son dupes, un término que podría traducirse como imitaciones y que es muy popular en las redes sociales para referirse a las prendas inspiradas (y, en algunos casos, directamente copiadas) de lujosos looks de famosos y creadores de tendencias, o mostradas en pasarelas de diseñadores de Nueva York a París. El objetivo de marcas y fabricantes es poner estos diseños en manos de los consumidores mientras las prendas están todavía en la cima de su popularidad, y a precios muy asequibles.
Si bien las grandes marcas actuales incluyen a minoristas de gran escala con presencia en Internet, como Zara y H&M, la moda rápida ha permitido que cada vez más marcas y vendedores que operan solo por Internet tomen las riendas, como Shein, un minorista en línea de Singapur, así como Temu de China, Boohoo, ASOS y PrettyLittleThing del Reino Unido y Fashion Nova de Estados Unidos, entre otros.
Gracias a sus rapidísimos calendarios de producción —solo tres días desde el diseño hasta que la prenda está lista para la venta en el caso de Shein, según informa Vox—, los minoristas en línea pueden lanzar cientos (si no miles) de diseños en pequeños lotes y ajustar los ritmos de producción en función de la respuesta de los consumidores, lo que, según Shein, les permite reducir los residuos y el exceso de producción.
¿Cuál es el impacto de la moda rápida en el mundo?
La industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones mundiales anuales de carbono, según las estadísticas de un informe de marzo de 2023 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). El informe también constata que la cantidad de prendas producidas en la actualidad se ha duplicado desde el año 2000, y se calcula que los consumidores compran hoy un 60% más de ropa, pero solo la usan la mitad de tiempo.
Para mantener bajo el precio de producción, las prendas de moda rápida se fabrican a menudo con materiales como el poliéster —una fibra sintética y barata fabricada a partir del petróleo, un combustible fósil no renovable—, según un informe de la Changing Markets Foundation. El poliéster puede tardar aproximadamente 200 años en descomponerse, según un informe de 2016 de Greenpeace.
Y la industria de la moda rápida no solo depende de materiales baratos, sino también de mano de obra barata, con aproximadamente 75 millones de empleados en fábricas de todo el mundo, y solo el 2% de ellos con un salario digno, según la Universidad George Washington.
Las empresas de confección suelen recurrir a países como India, Bangladesh y Pakistán para la fabricación de sus productos. En las industrias de confección de estos países se paga a los trabajadores salarios más bajos, a veces en condiciones peligrosas y, en ocasiones se permite la explotación infantil, según Humanium, organización internacional dedicada a apoyar los derechos de la infancia.
En otras palabras, aunque los productos finales puedan ser baratos para los consumidores, tanto el medio ambiente como los trabajadores que los fabrican están pagando un alto coste, afirmó Beth Osnes, profesora de estudios medioambientales de la Universidad de Colorado y experta en el papel de la moda rápida en el cambio climático.
La moda rápida supone “diseños rápidos, fabricación rápida, comercialización rápida, venta rápida al por menor; no deja tiempo para considerar estas necesidades mayores, como las consideraciones éticas o los derechos de los trabajadores”, afirmó Osnes. “El combustible fósil no solo impulsa la maquinaria que crea estas prendas, sino que es literalmente el material con el que se crean estos artículos de moda”.
“Se produce a tal velocidad que no se cuida ni a la persona que lo ha hecho ni al medio ambiente”, afirma Aja Barber, escritora y estilista cuyo trabajo trata de la sostenibilidad y la ética en la industria de la moda. “El planeta está en llamas, y la verdad es que la industria de la moda colabora en un porcentaje de ello”.
¿Es la “moda sostenible” una alternativa viable?
La moda sostenible es un término utilizado para referirse a la ropa que se diseña y produce para ser más respetuosa con el medio ambiente, según Good on You, una fuente líder en clasificaciones de sostenibilidad de marcas de moda. Esto incluye ropa que utiliza fibras naturales, como algodón, cáñamo, lino, lana y seda, que son más duraderas, explicó Preeti Arya, del Fashion Institute of Technology.
En el informe 2023 del PNUMA, la organización enumera los cambios en los patrones de consumo, las inversiones en infraestructuras compartidas y las mejoras en las prácticas ambientales y sociales como prioridades que la industria de la moda puede adoptar para hacer más sostenibles sus modelos de negocio. Esto incluye informar a los consumidores de su impacto ambiental, por ejemplo, y dar prioridad a la reciclabilidad y a los materiales de origen local en los diseños.
Aunque estos cambios pueden tardar en convertirse en práctica habitual, hay medidas que los consumidores pueden tomar para reducir su propia huella de carbono y tomar decisiones activas para comprar menos moda rápida.
Al elegir prendas con menos de un 20% de poliéster, los consumidores pueden ser más conscientes del medio ambiente con sus hábitos de compra; los artículos fabricados con fibras naturales pueden durar hasta tres generaciones, afirma Arya. (Comprar en tiendas de segunda mano suele ser otra buena forma de encontrar ropa de fibras naturales, añadió).
“Nadie te pide que no compres. Pero compra de forma responsable (…), intenta utilizar tu presupuesto para comprar un artículo de buena calidad”, dijo Arya, en lugar de un exceso de básicos de moda rápida.