(CNN) – Durante casi una década, los líderes de la Guardia Costera de Estados Unidos ocultaron un informe crítico que exponía el racismo, las novatadas, la discriminación y la agresión sexual dentro de la agencia.

El estudio “Cultura del respeto” de 2015, del que CNN obtuvo una copia, documentaba cómo los empleados se quejaban de una cultura de “los chicos son chicos” y “yo lo superé, tú también puedes”. Muchos afirmaron que temían ser condenados al ostracismo y sufrir represalias por denunciar abusos, y que los supervisores a menudo desestimaban las denuncias de quienes las presentaban.

Algunas de las principales conclusiones del informe reflejaban las de otra investigación secreta sobre violaciones y agresiones sexuales en la academia de la Guardia Costera. CNN reveló a principios de este año la existencia de esa investigación, bautizada como Operación Fouled Anchor y finalizada en 2019. Esa investigación descubrió que los funcionarios de alto rango habían ignorado y, a veces, encubierto graves conductas indebidas, lo que permitió que los presuntos delincuentes ascendieran dentro de las filas de la Guardia Costera y otras ramas militares.

A raíz de los reportajes de CNN sobre la investigación Fouled Anchor y la posterior indignación del Congreso, la comandante de la Guardia Costera, Linda Fagan, pidió disculpas a los cadetes y a los trabajadores, y reconoció que la Guardia Costera tenía que ser más transparente con los miembros del servicio, el Congreso y el público sobre estas cuestiones.

“La confianza y el respeto prosperan con la transparencia, pero se quebrantan con el silencio”, escribió.

Pero bajo su supervisión, la Guardia Costera siguió ocultando el informe al público, a pesar de que se le había pedido que lo hiciera público mucho antes de que se desatara la polémica por Fouled Anchor este verano boreal. Y aunque el informe de “Cultura del respeto” tiene más de ocho años, más de una docena de empleados actuales y recientes de la Guardia Costera y cadetes de la academia dijeron a CNN que muchos de los problemas que se identificaron siguen afectando a la agencia.

La comandante de la Guardia Costera, almirante Linda Fagan, tomó el timón el año pasado y ha reconocido que la agencia necesita ser más transparente con los miembros del servicio y el Congreso. Crédito: Bonnie Cash/Pool/Sipa/Reuters

En respuesta a las preguntas formuladas esta semana por CNN, un portavoz de Fagan declaró que la comandante tiene previsto hacer público el informe la próxima semana como parte de su “compromiso con la transparencia”, junto con las conclusiones de un estudio interno de 90 días sobre las agresiones sexuales y el acoso dentro de la agencia, impulsado por el reportaje “Fouled Anchor”.

Los responsables de la Guardia Costera señalaron además en un comunicado que el informe sobre “Cultura del respeto” no estaba destinado en principio a ser divulgado ampliamente entre el personal, sino a ser utilizado por los altos mandos para fundamentar las decisiones políticas. Los funcionarios, sin embargo, no explicaron por qué Fagan no había encontrado una manera de publicar el informe antes, sobre todo porque las presuntas víctimas o autores no fueron nombrados en el informe.

El documento permaneció oculto durante mucho tiempo. La copia del informe obtenida por CNN afirma que debía guardarse en “un contenedor o zona cerrada con llave que ofrezca protección suficiente contra el robo, el peligro, el acceso involuntario y la divulgación no autorizada”. Solo debía distribuirse a personas que “necesitaran saberlo” y no debía hacerse público en virtud de la Ley de Libertad de Información, según el informe.

El informe, realizado internamente y que incluía entrevistas a casi 300 personas de toda la organización, ponía de manifiesto la preocupación por el hecho de que el “flagrante acoso sexual a las mujeres” y las novatadas se aceptaran habitualmente como parte de la cultura. A los acusados de discriminación, agresión y otras conductas indebidas se les permitía “eludir la rendición de cuentas y, en su lugar, dimitir, jubilarse o ser trasladados”, según el informe, y algunos infractores volvían a ser contratados por la Guardia Costera en puestos de la administración pública incluso después de haber sido obligados a jubilarse o abandonar el servicio militar. “Estamos permitiendo que miembros potencialmente peligrosos vuelvan a la sociedad sin ningún castigo”, declaró un empleado. Otros afirmaron que los dirigentes escondían los problemas graves “debajo de la alfombra” y que “los altos mandos se preocupan de sí mismos y de sus carreras” en lugar de “la gente que trabaja para ellos”.

Los autores del informe también señalaron una preocupación común entre las víctimas de mala conducta, que dijeron creer que denunciar significaría poner en peligro sus carreras con pocas esperanzas de que sus presuntos agresores sufrieran consecuencias graves. “Las víctimas son condenadas al ostracismo, hay un estigma”, dijo una persona a los entrevistadores. “Nadie les cree, nadie las ayuda”.

Incluso buscar tratamiento de salud mental podría resultar arriesgado, dijeron, y un entrevistado mencionó cómo la Guardia Costera podría “dar de baja involuntariamente” a los empleados diagnosticados con una condición de salud mental a raíz de una agresión u otra experiencia traumática en el trabajo.

Los ejemplos citados en el informe revelan una cultura en la que los miembros del servicio se enfrentaban a agresiones, acoso, sexismo, racismo y otros tipos de discriminación generalizados. En un caso, varios testigos vieron cómo un supervisor golpeaba a un subordinado, pero nadie denunció el hecho por miedo a represalias.

Mejorar la cultura de la Guardia Costera requeriría en algunos casos “enfoques fundamentalmente diferentes”, concluía el informe. Esta semana, los guardacostas han comunicado que han aplicado parcial o totalmente 60 de las 129 recomendaciones, entre las que se incluyen la formación y los servicios de apoyo a las víctimas. Según el comunicado de la agencia, se está trabajando en nueve más, y “se han encontrado mejores formas de lograr el resultado deseado” en otras 20 recomendaciones.

El informe original también había recomendado que se realizara una nueva revisión cada cuatro años, pero eso no ocurrió. La Guardia Costera dijo que en su lugar se habían realizado otros estudios sobre la cultura de la plantilla.

"Si la Guardia Costera se hubiera tomado en serio los resultados del informe de 2015 sobre la Cultura del Respeto... entonces tal vez los años de acoso, hostigamiento, intimidación y represalias que sufrí podrían haberse evitado por completo", dijo Kimberly Young-McLear al Congreso en 2021. Crédito: Actos de la Comisión de Seguridad Nacional

De los actos de la comisión de Seguridad Nacional

Datos y registros recientes del gobierno, mientras tanto, muestran que el comportamiento peligroso y discriminatorio sigue siendo raramente castigado en la agencia.

Casi la mitad de las mujeres militares que denunciaron un caso de acoso sexual afirmaron que la persona a la que se quejaron no tomó ninguna medida, según una encuesta militar de 2021. Casi un tercio afirmó haber sido castigada por denunciar el acoso. Mientras tanto, la gran mayoría de las mujeres que supuestamente sufrieron “contacto sexual no deseado” dijeron que decidieron no denunciarlo, a menudo citando la preocupación por las consecuencias negativas o que el proceso no sería justo y que no se ganaría nada de sus alegaciones.

En cambio, los registros muestran cómo los empleados que han cometido infracciones graves se han librado de un consejo de guerra o de la baja militar. Como resultado, los presuntos autores evitaron los antecedentes penales y sus prestaciones de jubilación no se vieron afectadas.

Un cadete de la Academia de la Guardia Costera acusado de agresión sexual por dos compañeros diferentes en el año escolar 2019-20, por ejemplo, fue expulsado de la academia, pero se le permitió alistarse en la Guardia Costera para pagar el costo de la educación que había recibido. Casi al mismo tiempo, a un capitán de corbeta se le permitió dimitir en lugar de ir a juicio por delitos militares que incluían agresión sexual y conducta ebria y desordenada.

Incluso cuando otro oficial fue declarado culpable en un consejo de guerra de abusar de su antigüedad para “obtener favores sexuales con una subordinada”, solo recibió una carta de amonestación.

La Guardia Costera no hizo ningún comentario sobre los problemas que siguen existiendo en la agencia, ni sobre las estadísticas o ejemplos citados por CNN.

Llamamientos a la transparencia

El acceso limitado al informe “Cultura del respeto” ha sido un tema de controversia durante años dentro de la plantilla e incluso en el Congreso.

El año pasado, la congresista Bonnie Watson Coleman preguntó a Fagan sobre el informe en una lista de preguntas presentadas como parte de su testimonio ante el Congreso. Criticó a la agencia por no hacerlo público, diciendo que esto estaba “limitando la visibilidad de la fuerza de trabajo y del público sobre los problemas que se identificaron y las soluciones recomendadas”.

Watson Coleman también presionó a Fagan, que tomó el timón de la Guardia Costera en junio de 2022, para que se comprometiera a completar un nuevo estudio y hacerlo público esta vez, pero Fagan no respondió directamente a la pregunta, sino que citó otros estudios recientes.

Más recientemente, se le preguntó a Fagan sobre la publicación del informe mientras asistía a una reunión de profesores en la Academia de la Guardia Costera. Estaba allí tras la debacle por el informe Fouled Anchor y prometió más transparencia cuando un capitán que enseñaba en la escuela le pidió que publicara el informe sobre la cultura del respeto, según varias personas que asistieron a la reunión.

La diputada Bonnie Watson Coleman interrogó a la Comandante de la Guardia Costera de EE.UU. Linda Fagan poco después de que se convirtiera en la primera mujer al frente de la agencia en junio de 2022. Crédito: Elizabeth Frantz/Reuters/Archivo

La comandante retirada de la Guardia Costera Kimberly Young-McLear, que es una mujer lesbiana negra, ha sido quizás quien más ha pedido la publicación del informe.

Sus esfuerzos por conseguir que se difunda el informe tienen su origen en sus propias denuncias de “intimidación grave y generalizada, acoso y comportamiento discriminatorio” por motivos de raza, sexo, orientación sexual y defensa de la igualdad de oportunidades en la Guardia Costera.

Tras presentar una denuncia en 2017, el inspector general del Departamento de Seguridad Nacional determinó que había sufrido represalias ilegales. Sin embargo, hasta la fecha, ninguno de los miembros del servicio acusados en su caso se ha enfrentado a ninguna consecuencia. Young-McLear dijo que nunca ha recibido una disculpa por escrito de los líderes de la Guardia Costera a pesar de las peticiones del Congreso, y que los años de acoso y la falta de rendición de cuentas han tenido un costo mental significativo en ella.

Dijo que se enteró de la existencia del informe “Cultura del respeto” mientras trabajaba en la academia de la Guardia Costera y que pudo leerlo cuando asistió a una pequeña cumbre que discutía sus hallazgos en 2019. Se sintió indignada cuando vio que exponía los mismos problemas que ella había denunciado.

“Si la Guardia Costera se hubiera tomado realmente en serio los resultados del informe de 2015 sobre la Cultura del Respeto… entonces tal vez los años de acoso, hostigamiento, intimidación y represalias que sufrí podrían haberse evitado por completo”, dijo Young-McLear en un testimonio ante el Congreso en la audiencia 2021 sobre diversidad y responsabilidad dentro de la Guardia Costera, cuestionando por qué el informe aún no se había hecho público.

En los últimos cuatro años, Young-McLear dijo que ha pedido que el informe se haga público más de dos docenas de veces, a varios almirantes y al Departamento de Seguridad Nacional, que supervisa la Guardia Costera. Un puñado de otros empleados de la academia han hecho peticiones similares en las reuniones de la facultad con el superintendente de la escuela, dijo. “Lo hemos dicho hasta el cansancio”.

El secretismo y la inacción de la Guardia Costera, dice, se refieren a los mismos problemas que el informe de la “Cultura del respeto” y otros exámenes han planteado en repetidas ocasiones y muestran que la agencia no se ha responsabilizado de la misma manera que los autores han quedado libres de culpa.

“Si no exigimos responsabilidades a las personas y a las instituciones”, afirma Young-McLear, “estamos dando cobijo a los maltratadores y permitiéndoles ascender en el escalafón”.