Kyiv, Ucrania (CNN) – Taras Ratushnyy recuerda haber recibido una llamada telefónica de su hijo Roman durante la mortífera revolución ucraniana del Maidán de 2013.
“Estoy bien, volvemos a casa con mis amigos de la plaza Maidán de Kyiv. No te preocupes y buenas noches”, le dijo Roman por teléfono, mientras Taras oía esa misma voz en la televisión cuando su hijo de 16 años declaraba que los manifestantes planeaban asaltar un edificio.
Las protestas, que se extendieron por toda Ucrania y llegaron a simbolizar el estira y afloja existencial entre Europa y Rusia, pusieron en marcha una joven generación decidida a forjar el futuro de la nación… y al frente de ella estaba Roman.
En cierto modo, sus convicciones políticas comenzaron mucho antes de Maidán. Sus padres fueron activistas y periodistas; su madre, Svitlana Povalyaeva, también escritora y poeta, participó en la Revolución de Maidán junto a sus dos hijos.
Pero ese camino quedó claro cuando Roman alcanzó la mayoría de edad con la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia y la violencia entre las fuerzas ucranianas y los separatistas prorrusos en las regiones orientales.
En 2022 se había convertido en un conocido activista medioambiental y anticorrupción, con un importante número de seguidores y admiradores.
Entonces, Rusia invadió Ucrania.
Roman se alistó inmediatamente en el ejército, al igual que su hermano y su padre. Nueve años después de que la Revolución de Maidán encendiera la chispa, estaba de nuevo luchando en primera línea por el futuro de su país y por las esperanzas democráticas que compartían muchos de su generación.
Pero sabía que tal vez no sobreviviría a esta lucha. En mayo de ese año, Ucrania perdía hasta 100 soldados al día, según el presidente Volodymyr Zelensky.
Ese mes, Roman -que “tenía un plan para todo lo que hacía”, de acuerdo con Taras- escribió su última voluntad y testamento en una sola hoja de papel A4, utilizando ambas caras.
Expuso las peticiones para su funeral: la ceremonia, la música, el monumento en forma de cruz cosaca. Citó uno de los poemas de su madre. Y dedicó su amor a la ciudad donde había nacido, al igual que sus padres y abuelos: “Kyiv, morí lejos de ti, pero morí por ti”.
Dos semanas después, el 8 de junio de 2022, Roman murió en combate cerca de Izium, en el óblast de Kharkiv, en el este de Ucrania. Tenía 24 años.
“Mi hijo es un verdadero héroe de Ucrania”, dijo Taras a CNN durante una reciente visita al cementerio de Kyiv, rodeado de robles, donde Roman fue enterrado. Era el décimo aniversario de las protestas de Maidán; Taras solo tenía un día en casa antes de volver al campo de batalla. “Fue un héroe todos los días”.
Luchando por un futuro europeo
Las protestas de Maidán se desencadenaron cuando el entonces presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich, anuló abruptamente un acuerdo comercial con la Unión Europea. Los partidarios del acuerdo esperaban que acercara a Ucrania a Occidente, generara crecimiento económico y abriera las fronteras al comercio.
En lugar de ello, Yanukóvich -un dirigente prorruso- se volvió hacia Moscú, cerrando nuevos acuerdos con Vladimir Putin y frustrando las esperanzas de la oposición de estrechar lazos con Europa.
Furiosos, miles de manifestantes ocuparon la plaza de la Independencia de Kyiv. Con el paso de los meses, las protestas crecieron hasta representar la indignación generalizada por las políticas de Yanukóvich, la corrupción generalizada del Gobierno y la brutalidad policial, así como los sueños prodemocráticos y europeístas del movimiento.
En medio de todo esto estaba Roman. En aquel momento, la mejor manera de encontrar al joven de 16 años era “ir al punto más caliente (de los enfrentamientos)”, dijo Taras. “El 99% (de las veces) estaba allí, y el 1% dormía en algún sitio porque se había quedado sin pilas”.
A medida que la violencia se intensificaba, Roman se veía a veces envuelto en riñas, pero seguía adelante, un signo temprano del espíritu idealista y apasionado que su padre describiría más tarde a la CNN.
En su libro sobre la revolución, la profesora de historia Marci Shore recuerda haber preguntado a Roman si su madre estaba disgustada por su participación en las protestas. El adolescente respondió: “Mi madre estaba preparando cócteles molotov en la calle Hrushevskogo”.
La represión llegó a su punto álgido el 20 de febrero de 2014, cuando la policía y las fuerzas gubernamentales abrieron fuego contra los manifestantes. Se cree que unas 100 personas murieron durante la revolución, que acabó con la destitución de Yanukóvich y su exilio de Ucrania.
El movimiento desencadenó una cadena de acontecimientos que convulsionarían Ucrania durante años, como la anexión de Crimea y el conflicto latente en el este, cerca de la frontera con Rusia. Pero también trajo consigo un aluvión de reformas gubernamentales y la esperanza de una generación de jóvenes ucranianos hambrientos de cambio.
“Al igual que los árboles no dejan ver el bosque, nosotros, como participantes del Maidán, puede que no seamos capaces de ver ahora qué impacto tuvo este acontecimiento en toda la historia de Ucrania, pero espero que tuviera un impacto serio”, dijo Roman en un video de YouTube subido en 2014, cerca del aniversario de las protestas.
“Para mí, todo aquello no fue en vano”, añadió. “Veo un gran número de cambios positivos en este país. Y solo ocurrieron gracias a Maidán”.
“Mi juventud, mi vida y mi lucha”
Cuando estalló la guerra en 2022, Roman -que se había hecho conocido por luchar para proteger un espacio verde de Kyiv del desarrollo inmobiliario- se unió a la Batalla de Kyiv para expulsar a las fuerzas rusas de la capital.
Después se unió a la 93ª brigada mecanizada independiente, ayudando a liberar una ciudad de la ocupación rusa y luchando en el noreste de la provincia ucraniana de Sumy.
A lo largo de todo ese tiempo, publicó ocasionalmente fotos en Instagram de sí mismo y de sus compañeros soldados. En una ocasión publicó un poema del intelectual ucraniano ejecutado Mykhail Semenko.
“Cuando muera, no moriré de muerte, sino de vida”, dice una traducción del poema del escritor ucraniano-estadounidense Boris Dralyuk. “Cuando toda la naturaleza se calme, partiré, / adelantándome a la última noche de tormenta - / en un instante, cuando la muerte se apodere de mi corazón, / de mi juventud, de mi vida y de mi lucha”.
Su padre, mientras tanto, intentaba no pensar en el peligro que corría Roman.
“Todo lo que puedo hacer es preguntar ‘¿Cómo estás? ¿Cómo puedo ayudarte?’ Pero (eran) preguntas un poco estúpidas de un padre que está muy lejos y no puede influir en su estado”, dijo Taras durante su visita al cementerio en noviembre.
Tras la muerte de Roman en junio de 2022, su cuerpo fue trasladado a Kyiv, y al funeral y a la misa en su memoria asistieron cientos de personas, entre ellas el alcalde de la ciudad. Grandes multitudes se reunieron en la Plaza de la Independencia para rendirle homenaje, el mismo lugar en el que había luchado como joven manifestante en 2013, cuando su futuro se extendía largo y brillante ante él.
Ahora, más de un año después, el recuerdo del legado de Roman -y el de la Revolución de Maidán- sigue resonando entre los ucranianos mientras la guerra se adentra en su segundo invierno y Ucrania se esfuerza por ingresar en la Unión Europea.
Esta vieja ambición dio un paso adelante en noviembre, cuando el órgano ejecutivo del bloque dijo que las negociaciones detalladas para la adhesión deberían comenzar el próximo año.
Durante la visita de CNN a la tumba de Roman, dos mujeres jóvenes se detuvieron para ofrecer sus respetos; junto a su fotografía había varios ramos de flores frescas y velas.
“Deseo que esté orgulloso de nosotros. Veo que ha pasado más de un año (desde su muerte), pero casi todos los días ocurre algo relacionado con Roman”, dijo Taras, visiblemente conmovido. “Miles de ucranianos se lanzan a la batalla en su nombre intentando continuar lo que él hizo. Veo que Roman sigue en acción”.