(CNN) – Una antigua panadería operada por esclavos fue descubierta en las ruinas de Pompeya, informó el Parque Arqueológico de Pompeya en un comunicado publicado el viernes.
Los esclavos y los burros fueron encerrados juntos y utilizados para accionar un molino para moler grano para hacer pan, según los detalles del descubrimiento proporcionados por el parque.
El sitio consta de una habitación estrecha sin vista al exterior, solo con ventanas pequeñas y altas cubiertas por rejas por las que pasa una luz mínima. También había hendiduras en el suelo “para coordinar el movimiento de los animales, obligados a caminar durante horas con los ojos vendados”, según el comunicado.
El hallazgo se realizó en la sección Regio IX del popular sitio turístico, que también es una excavación arqueológica en curso. Actualmente, el área está siendo excavada como parte de un proyecto más amplio diseñado para asegurar y mantener áreas previamente excavadas de la ciudad romana.
Los arqueólogos descubrieron la panadería mientras excavaban una antigua casa pompeyana que estaba siendo renovada cuando el Vesubio entró en erupción, en el año 79 de nuestra era, cubriendo de ceniza la ciudad de Pompeya.
En los últimos meses se han encontrado los cuerpos de tres víctimas de la erupción, que se cree que no eran esclavos, sino habitantes de la casa. La casa estaba dividida en una sección residencial con “frescos refinados” en un lado, y una panadería comercial en el otro.
El director del Parque Arqueológico de Pompeya, Gabriel Zuchtriegel, explicó en una entrevista publicada en el canal de YouTube del sitio que junto a la panadería se encontraba la zona de la prisión, escasamente iluminada.
“Lo que ha surgido es testimonio del trabajo agotador al que se sometía a hombres, mujeres y animales en las antiguas panaderías-molino”, añadió.
Zuchtriegel dijo que estas panaderías de la prisión fueron descritas previamente por el escritor romano Apuleyo en el siglo II de nuestra era, en su novela “Metamorfosis” (también conocida como “El asno de oro”), en la que el protagonista, Lucio, “se transformó en un burro y fue vendido a un molinero”. Zuchtriegel explicó que el episodio se basó en el conocimiento directo del escritor sobre la convivencia y el trabajo entre animales y humanos.
La zona de la prisión recién descubierta no tenía puertas al exterior, solo al atrio interior.
“Es, en otras palabras, un espacio en el que debemos imaginar la presencia de personas de condición servil cuyo propietario sentía la necesidad de limitar la libertad de movimientos”, dijo Zuchtriegel.
“Es el lado más impactante de la antigua esclavitud, el lado desprovisto de relaciones de confianza, donde se reducía a la violencia bruta, impresión que se confirma plenamente con el cierre de las pocas ventanas con rejas de hierro”.
Los arqueólogos también creen que las hendiduras del pavimento de losas no se hicieron por un movimiento repetitivo, sino que se tallaron para evitar que los asnos y otros animales resbalaran en el pavimento y obligarles a caminar solo en sentido circular para moler el grano, casi como un mecanismo de relojería.
“Las fuentes iconográficas y literarias, en particular los relieves de la tumba de Eurísaces, en Roma, sugieren que una piedra de molino era movida normalmente por una pareja formada por un asno y un esclavo”, dijo Zuchtriegel.
Este último, además de empujar la piedra de moler, tenía la tarea de animar al animal y acompañar el proceso de molienda, añadiendo grano y quitando harina”.
El sitio complementará una exposición que se inaugura el 15 de diciembre, llamada “La otra Pompeya: vidas comunes a la sombra del Vesubio”, dedicada a lo que Zuchtriegel llama la “infinidad de individuos a menudo olvidados por las crónicas históricas, como los esclavos, que constituía la mayoría de la población y cuyo trabajo contribuía significativamente a la economía, pero también a la cultura y al tejido social de la civilización romana”.