(CNN) – A primera vista, la isla Alphonse de las Seychelles es el arquetipo de escapada a una isla desierta: playas de arena blanca rodeadas de palmeras, cálidas aguas azules, arrecifes de coral y bancos de arena repletos de vida marina.
Si a esto le añadimos un hotel de lujo con impresionantes bungalows de playa que cuestan más de US$ 1.000 la noche, podríamos pensar que se trata de un destino que se deleita con su aire enrarecido.
Sin embargo, esta isla privada de las Islas Exteriores de las Seychelles, a unos 400 kilómetros al suroeste por el océano Índico desde la isla principal de Mahé, alberga en realidad un proyecto de sostenibilidad pionero y de gran alcance.
Keith Rose-Innes está al frente del proyecto de sostenibilidad de la isla Alphonse. Como director de la isla, ha supervisado una transformación que sitúa las prácticas respetuosas con el medio ambiente en su centro, entre ellas “The Farm”.
Este proyecto abastece de frutas y verduras de cultivo ecológico a los restaurantes de la isla, así como a otras propiedades de Blue Safaris en los atolones de Astove, Cosmoledo, Farquhar y Poivre. El objetivo, explica Rose-Innes, es recortar los kilómetros recorridos por los alimentos y, de paso, reducir las emisiones de carbono.
“Llevar los productos por avión no es sostenible”, afirma. La otra opción es traer los productos en barco, lo que puede llevar dos días y es muy contaminante.
“Solo tomamos una barcaza cada dos meses, lo que significa que realmente solo podemos traer frutas y verduras pesadas cada dos meses”.
Un gran cambio
Según el Banco Mundial, en 2021 las Seychelles importaron verduras de la India, Emiratos Árabes Unidos, Portugal, Túnez y Turquía. El 90% de los alimentos que se consumen en las islas se importan del extranjero.
Sin embargo, Rose-Innes afirma que él y su equipo en la isla Alphonse han conseguido equilibrar la balanza, al menos en el grupo Blue Safaris.
“Desde el punto de vista de la sostenibilidad, es un cambio enorme para nosotros. Toda la fruta y la verdura que no utilizamos puede volver directamente a la tierra y, obviamente, tenemos productos frescos, así que es mucho más fácil desde el punto de vista de la sostenibilidad, pero también desde el punto de vista del servicio. La calidad es mucho mayor”.
Según explica, The Farm sigue un calendario estacional y cultiva desde plátanos, higos, limas y melones hasta remolachas o betabeles, pepinos, calabazas y coles chinas.
Ha sido un proceso difícil que ha implicado muchas pruebas y errores. Con la sal en el suelo a solo 30 centímetros de profundidad, Rose-Innes y los agricultores de la isla Alphonse han tenido que elaborar planes para cultivar productos que no solo sobrevivan, sino que prosperen.
The Farm de la isla Alphonse cultiva actualmente 27,6 toneladas de frutas, verduras y hierbas al año, con una producción media mensual de 2,3 toneladas. Se trata de un sistema cerrado, en el que todo lo que no se come se utiliza como abono para ayudar a cultivar el siguiente lote de productos.
Rose-Innes explica que una nueva remodelación ha ayudado a llevar las cosas al siguiente nivel.
“Con la ayuda de asesores, instalamos túneles totalmente sombreados, túneles con un 20% de sombra y túneles con un 40% de sombra. Tenemos camas de siembra, bandejas de siembra y túneles de siembra, sistemas de riego automatizados y diferentes regímenes de plantación”.
También ha contratado a un experto en microgreens de Sudáfrica, capaz de producir diferentes plantas para complementar y dar vida a los platillos cada día.
“Hacemos auditorías apropiadas de cuándo plantar y nos aseguramos de que haya continuidad de todas las frutas y verduras lo mejor posible a lo largo de la temporada”, dice Rose-Innes.
El resultado es que Alphonse Island cultiva ahora alrededor del 75% de sus propios productos, lo que reduce enormemente la necesidad de importaciones.
Más sostenibilidad
Gracias a esta iniciativa, la isla Alphonse se ha convertido en finalista de la edición inaugural de los premios Star Sustainability Initiative Awards 2023, una nueva categoría de los prestigiosos premios Travel Bulletin Star Awards, que celebran su 25ª edición.
Sin embargo, Rose-Innes quiere ir más allá. Tiene la estricta norma de no importar agua mineral a la isla por lo que no llegan botellas de plástico de un solo uso que puedan contaminar. El agua dulce se desaliniza o se bombea de los tejados tras las lluvias y se lleva a una bomba central para regar la granja. Más de 2.000 paneles solares proporcionan el 80% de la energía de la isla.
Mientras tanto, todos los peces se pescan con sedal en aguas profundas, en el extremo más alejado del arrecife de coral de la isla Alphonse.
“No compramos pescado de ningún lugar del mundo. Creemos en la pesca sostenible, así que pescamos lejos del arrecife, lejos de las zonas de buceo, en aguas profundas, especies de peces que sabemos que abundan”, afirma.
Servir pescado capturado con redes o redes de arrastre, “desvirtúa el propósito del negocio”, añade.
Esto va más allá de la comida y la energía. La isla cuenta con un equipo de científicos y conservacionistas dedicados a cuidar y preservar las frágiles aguas y los arenales que hacen que la ecología de este lugar sea tan fascinante.
“Cada huésped que viene a la isla dona 30 dólares por persona y día a la fundación independiente creada para proteger estos destinos. Nos dictan los científicos y la ciencia que se desprende de su trabajo. Así que todo, desde las actividades que hacemos en las llanuras hasta cómo podemos ser responsables, está controlado”.
Estos científicos, de la Island Conservation Society, conocen a fondo la isla y su fauna, y ayudan a Rose-Innes y su personal a tomar las mejores decisiones para la zona.
Un entorno prístino
Rose-Innes llegó a las Seychelles hace 25 años, al principio como guía de pesca con mosca. Se enamoró de su belleza y su naturaleza virgen. La llegada de los hoteles y el turismo ha contribuido a impulsar la economía local, pero, dice, corresponde al sector hotelero mantener las maravillas naturales de las islas.
“Si paseas por las llanuras, si observas las rayas, los tiburones en los bajíos, miras todos los microorganismos, vas a un safari de delfines o de mantarrayas, está lleno de acción. Hay muchas actividades diferentes que son únicas para nosotros, porque el entorno, desde una perspectiva submarina, es lo más prístino que conocerás”.
“Si caminas por la playa, verás 40 o 50 tortugas carey nadando. Anidan todas las noches, salen de la playa, incuban todo el tiempo. Así que realmente es un destino único, no es un destino falso”.
Es comprensible que exista una creciente preocupación por el equilibrio entre el turismo y una crisis medioambiental que se agudiza rápidamente y afecta de forma desproporcionada a las comunidades de países como las Seychelles.
Rose-Innes cree que es posible alcanzar ese equilibrio.
“Si nosotros podemos hacerlo, cualquiera puede”, afirma. “Es mucho más fácil ser responsable en tierra o más cerca de una isla principal. Si somos capaces de ser responsables en estos destinos, estaremos dando ejemplo. Se puede ser responsable en cualquier sitio. Todo se trata de forma sostenible. Por desgracia, es mucho más caro hacerlo así, pero es la forma correcta de hacerlo”.