(CNN) – En una muestra del estado actual de las galas de premios, las nominaciones a los Globo de Oro siguen siendo bastante ridículas, y con las que recibieron “Barbie” y Taylor Swift los premios Oscar podrían aprender un par de cosas.
Los Globo de Oro tuvieron un cambio en su propietario, el cual compone su órgano de votación e incluso su sede televisiva, que pasó a ser CBS después de que un escándalo sobre la composición de sus miembros y supuestas faltas éticas hicieran que los premios, con 80 años de antigüedad, perdieran el apoyo de Hollywood y su contrato de emisión con NBC.
Aún así, cualquiera que sea el que toma las decisiones parece que los Globo se dieron cuenta de una lógica que los Premios de la Academia harían bien en considerar: no ignorar sus películas más populares.
Ya sea por mérito o por planificación (y está claro que hubo algo de esto último), los Globo de Oro otorgaron el mayor número de nominaciones a dos de las películas más taquilleras del año, “Barbie” y “Oppenheimer”, con nueve y ocho candidaturas, respectivamente. Los premios también introdujeron una categoría específica para películas populares, en la que se incluyeron “The Eras Tour” de Swift, la cual batió récords de taquilla para una película de conciertos, y la cuarta película de “John Wick”.
Por supuesto, con su ecléctica mezcla de categorías y la ventaja de dividir sus principales premios cinematográficos y de interpretación en dos categorías, drama y musical/comedia, los votantes de los Globo de Oro pudieron incorporar películas pequeñas y extravagantes en sus elecciones.
Siguiendo la tradición, el grupo también mantuvo su antigua preferencia por nominar a estrellas identificables, lo que podría explicar por qué Jennifer Lawrence se coló por la comedia “No Hard Feelings”, y la decisión un tanto inexplicable de categorizar “May December” de Netflix como una comedia al tiempo que nominaban a Natalie Portman por esa película.
Aun así, los Globo parecen haber asumido, conscientemente o no, que si los productores y los organismos de radiodifusión quieren que la gente vea estos eventos en un contexto de descenso generalizado de las audiencias, más espectadores necesitan algún tipo de interés, una conexión con algunos de los nominados que implique haberlos visto realmente.
Hace unos años, la Academia coqueteó con su propia categoría de “película popular” antes de desechar la idea, que se consideró un acto de complacencia que diluiría el valor y el prestigio de los Oscar. La esperanza era que algunas películas populares se abrieran paso en los premios de forma más orgánica.
Los resultados han sido, en el mejor de los casos, desiguales y, desde luego, algunas de las entidades que se considera que influyen en los votantes de los Oscar -empezando por los grupos de críticos- no se han vuelto menos esotéricas en cuanto a las películas que suelen preferir, que hoy en día suelen consumirse en casa a través de servicios de streaming, no en las salas de cine.
Netflix lidera el grupo de distribuidoras en cuanto a nominaciones de películas, y otros servicios de streaming, como Amazon y Apple TV+, han recibido varios guiños, lo que refleja un deseo de prestigio y validación de la industria por parte de estos servicios que va más allá de las meras consideraciones económicas.
La conclusión es que las muchas personas que acudieron en masa a “Barbenheimer” este verano no se sentirán decepcionadas si sintonizan los Globo de Oro buscando ver esas películas representadas.
Esto no elimina los problemas pasados de los Globo ni resuelve la letanía de factores que han reducido la audiencia de las galas de premios, incluida la disponibilidad de clips que evitan a la gente tener que sentarse durante estas presentaciones de una hora de duración.
En la práctica, sin embargo, las galas de premios ignoran a los usuarios finales de lo que ofrecen por su cuenta y riesgo comercial. Y, desde esa perspectiva, el verdadero truco está tanto en a quién se invita a la fiesta como en quién se lleva finalmente los premios.