(CNN) – En un rincón: el papa Francisco, que insiste en una Iglesia católica misericordiosa y abierta a todos, un “hospital de campaña” dispuesto a curar las heridas de una humanidad que sufre. En el otro rincón: una minoría pequeña, pero ruidosa que se ha opuesto al pontífice y sus reformas.
Un enfrentamiento entre los dos está en marcha.
El líder no oficial de la oposición es el cardenal estadounidense Raymond Burke, uno de los expertos legales de la Iglesia y una figura cuyo estilo y enfoque se remontan a la Iglesia de una época diferente y cuyas opiniones se alinean estrechamente con las de su ala tradicionalista. Francisco, aunque sostiene que defiende la doctrina y los principios de la Iglesia, ha tratado de hacer que la Iglesia abandone algunas de esas costumbres que considera que obstaculizan su misión.
Quienes se oponen a Francisco dicen que están profundamente preocupados por su apertura a dar la comunión a los católicos divorciados y vueltos a casar, junto con su bienvenida pastoral a las personas LGBTQ. No les gusta su enfoque en los inmigrantes y la crisis climática, y en cambio quieren un papa que establezca la ley y presente la doctrina en términos de blanco y negro.
Este papa predica por una Iglesia más humilde, centrada en el servicio y que busque llevar el mensaje cristiano al mundo.
Si bien es probable que los ataques contra él hayan dolido, Francisco frecuentemente ha puesto la otra mejilla, llegando incluso a decir que no busca tomar medidas enérgicas contra sus oponentes. También nombró a líderes de los Departamentos del Vaticano que tenían puntos de vista diferentes a los suyos.
Ahora, sin embargo, en el undécimo año de su papado, el papa está tomando medidas más enérgicas para hacer frente a parte de la oposición que ha estado enfrentando, que se centra en Estados Unidos –donde la política estadounidense también puede estar en juego– y en ciertos círculos romanos.
Este domingo cumplirá 87 años y mientras lucha contra problemas de salud, no tiene tiempo que perder. Francisco ha decidido que Burke, su oponente durante años, perderá algunos de sus privilegios, entre ellos, según se informa, un subsidio para su apartamento de 416 metros cuadrados y un estipendio mensual. Esto sigue a la decisión del papa, el mes pasado, de destituir de su puesto de liderazgo al obispo de Texas, Joseph Strickland, quien había acusado a Francisco de socavar las enseñanzas centrales de la Iglesia, incluso en cuestiones políticamente cargadas como el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Los partidarios de Burke y Strickland han dicho que Francisco es un papa “dictador”, que reprime la disidencia, mientras que otros sugieren que el papa está castigando a sus críticos. Si bien los ataques no tienen un precedente obvio en la historia reciente, Francisco ha permitido que continúen, a menudo ignorándolos. También es consciente de que a veces el silencio es la mejor respuesta y que la reforma a menudo encuentra resistencia.
“Francisco me dijo que le estaba quitando el apartamento y el salario al cardenal Burke porque estaba usando estos privilegios ‘contra la Iglesia’”, dijo a CNN Austen Ivereigh, biógrafo papal. Ivereigh se reunió con el papa el 27 de noviembre.
“Claramente, finalmente se le había acabado la paciencia”, explicó Ivereigh. “Durante mucho tiempo, el cardenal Burke había estado cuestionando la autoridad y las enseñanzas de Francisco. Esto sería impactante en cualquier organización, pero es particularmente impactante en la Iglesia católica, dado el papel especial que tiene el papado en la defensa de la unidad”.
Francisco está feliz de ser criticado, pero señaló que los cardenales hacen un juramento específico de obediencia al papa y sus sucesores, dijo Ivereigh.
CNN se ha puesto en contacto con el Vaticano para solicitar comentarios.
La tolerancia del papa hacia la disidencia
En 2018, Burke le dijo a un grupo de católicos en Roma que hay circunstancias en las que sería aceptable desobedecer al papa. Según los informes, la multitud aplaudió y vitoreó. Esto habría sido impensable bajo pontificados anteriores, en los que los católicos conservadores daban prioridad a la lealtad al papado. El cardenal tradicionalista de Wisconsin ha dicho que el esfuerzo de reforma emblemático iniciado por Francisco –el sínodo– “olvida la naturaleza divina de la Iglesia”.
Es probable que haya sido la gota que colmó el vaso para el papa.
“Un papa con el temperamento del cardenal Burke no habría tolerado tal disidencia ni por un día, y mucho menos por 10 años”, dijo Dawn Eden Goldstein, teóloga y abogada canónica radicada en Washington.
Mientras tanto, el caso Strickland es distinto del de Burke. Un obispo de la Iglesia católica no es un “administrador de sucursal” del papa y tiene cierto grado de autonomía. Strickland fue destituido después de que una investigación del Vaticano sobre su liderazgo determinara que no era “factible” que continuara al frente de la Diócesis de Tyler, al este de Dallas. Strickland también tomó la extraordinaria medida de cuestionar la legitimidad de Francisco, algo que va en contra de la comunión que los obispos deben mantener con los papas.
Burke, por otra parte, sigue siendo un cardenal con derecho a voto. Era el equivalente a un empleado directo del papa en Roma, y su crítica a Francisco está formulada de manera más juiciosa que la de Strickland.
Los cardenales que dirigen Departamentos de la curia romana, la administración central de la Iglesia, reciben apartamentos de gracia y favor y se les paga hasta US$ 5.900 al mes. Pero Burke ya no tiene trabajo en la administración central de la Iglesia, y la decisión sobre su apartamento se produce mientras el Vaticano busca abordar un déficit financiero asegurándose de obtener tasas de mercado sobre sus propiedades.
El cardenal había servido como prefecto del equivalente de la corte suprema de la iglesia (donde sigue siendo asesor) y más tarde fue patrón de la Orden de Malta. En este antiguo grupo de caballería católica, se vio envuelto en la disputa pública de la Orden con el papa.
La disputa se centró en la distribución de condones, con Burke presionando para que se eliminara a un miembro de la Orden y afirmando tener el respaldo del papa. Los documentos publicados por Wikileaks sugirieron que el cardenal no tenía la autoridad de Francisco para hacerlo.
CNN se comunicó con Strickland para solicitar comentarios y Burke se negó a hacer comentarios.
La política estadounidense, en juego
La oposición a Francisco también está ligada a la política secular. Burke se describió a sí mismo como “muy feliz” con la elección del presidente Donald Trump y se ha unido a otros obispos estadounidenses para pedir que se niegue la comunión al presidente Joe Biden, un católico, por su apoyo a las leyes sobre el aborto.
En 2004, Burke, entonces obispo, anunció que no daría la comunión al candidato presidencial John Kerry por razones similares. Si bien Francisco se ha pronunciado firmemente contra el aborto, no apoya el rechazo de la comunión a Biden. Strickland describió al presidente de Estados Unidos como “malvado” y envió un mensaje en video a una manifestación que buscaba anular el resultado de las elecciones de 2020. Es probable que la retórica politizada de la Iglesia se caliente a medida que Estados Unidos se acerca a un año electoral.
“La política MAGA [Make America Great Again] y los católicos MAGA se superponen de muchas maneras, especialmente en su enfoque de guerra cultural para todo”, dijo a CNN David Gibson, director del Centro de Religión y Cultura de la Universidad de Fordham. “Se trata de generar ira y definirte a ti mismo tanto en contra como en contra de lo que estás”.
Tanto los partidarios de Trump como los de Burke temen estar perdiendo su lugar alguna vez privilegiado en la Iglesia y la sociedad, por lo que retratan el pasado como una “edad de oro”, dijo Gibson. El papa ha descrito a algunos de sus oponentes en Estados Unidos como “atrasados”, diciendo que han reemplazado la fe por la ideología. Gibson añadió: “El cardenal Burke y los de su calaña pueden justificar cualquier cosa que digan o hagan contra el papa; ellos [creen que] son clave para salvar a la Iglesia del papa”.
El papa Francisco ha recibido tanto a Trump como a Biden en el Vaticano.
Tácticas que podrían resultar contraproducentes
Goldstein, la teóloga y abogada canónico de Washington, se ha reunido con el cardenal en varias ocasiones y dice que “hay personas y organizaciones a las que les gustaría que la visión de la iglesia de Burke se convirtiera en la dominante porque haría que la Iglesia fuera más útil para los intereses políticos”.
El cardenal escribió el prólogo de un libro criticando el sínodo, que fue apoyado por un grupo opuesto a la enseñanza católica en cuestiones como el cuidado de los pobres, el medio ambiente, las poblaciones indígenas y los inmigrantes, recordó. El cardenal busca crear un aura a su alrededor que dé la “ilusión de un regreso a una era anterior” y Francisco ha sido tolerante con los ataques, dijo Goldstein.
Sin embargo, como dijo Goldstein, esa disensión es novedosa en los últimos años y habría sido inimaginable en los últimos papados.
Otros señalan que quitarle los privilegios al cardenal podría tener consecuencias no deseadas y convertir a Burke en un “mártir” de la causa. Massimo Faggioli, historiador de la Iglesia de la Universidad de Villanova, dijo a CNN que esto podría convertir a Burke –que cuenta con el apoyo de donantes de Estados Unidos y probablemente encuentre otro alojamiento en Roma– en una especie de cardenal nacional. Esto sería similar a los “cardenales de la Corona” de principios de la era moderna, que fueron nominados o financiados por un monarca católico europeo, dijo.
La decisión informada sobre Burke también podría influir en una futura elección papal al alienar a algunos cardenales electores que querrían optar por un candidato que gobierna de manera diferente a Francisco.
Es probable que el papa sea consciente de los riesgos y esté dispuesto a correrlos, dada su misión. En septiembre pasado, Francisco creó 21 nuevos cardenales, entre ellos tres compatriotas argentinos y otros dos latinoamericanos, 10 europeos, tres africanos, dos asiáticos y solo uno estadounidense, Robert Francis Prevost, quien nació en Chicago, pero ha desempeñado la mayor parte de su carrera de ministerio pastoral en el Perú.
Un elemento central de la visión del papa es orientar a la Iglesia hacia lo que es esencial para la fe cristiana. El teólogo brasileño Leonardo Boff tuiteó recientemente una foto de Burke usando la capa ceremonial cappa magna, una prenda con cola de seda roja.
Boff, quien anteriormente sirvió durante muchos años como sacerdote franciscano, es un defensor clave de la teología de la liberación, un movimiento latinoamericano que pone especial énfasis en servir a los pobres. Chocó con las autoridades del Vaticano en la década de 1980, pero siempre mantuvo relaciones sanas con los obispos brasileños y tiene una buena relación con el papa Francisco. “Francisco es uno de nosotros”, dijo Boff en una entrevista de 2016 con el periódico alemán Kölner Stadt-Anzeigr.
“Mis hermanos y hermanas cristianos conservadores, díganme”, escribió cuando publicó la foto: “¿qué tiene que ver este cardenal con toda su pompa con el Jesús que nació en un pesebre y murió en una cruz?”.