(CNN Español) – Joaquín Muñoz Orta regresó de Chicago a finales de la década de 1950 a su natal Tlalpujahua, un municipio del estado mexicano de Michoacán. Emigró en busca de oportunidades, pues Tlalpujahua, que alguna vez fue la sede de la Mina Dos Estrellas, una de las máximas productoras de oro y plata del país, se había convertido en “un pueblo fantasma”.
“¿Qué vamos a hacer?”, le preguntó su esposa María Elena Ruiz, preocupada por cómo se ganarían la vida, a lo que Muñoz respondió sin titubear “esferas de Navidad”, una idea que adquirió durante su estancia en Estados Unidos. Así comenzó la historia no solo de una familia, sino de un pueblo, de miles de artesanos y de la industria de esferas y adornos navideños en todo México.
“¡Bienvenidos a Tlalpujahua, el pueblo de la eterna Navidad!”, saluda en la actualidad Daniel Muñoz Ruiz, gerente de “La Casa de Santa Claus” y uno de los 10 hijos del matrimonio pionero en la creación de esferas de Navidad artesanales.
Hoy, en “La Casa de Santa Claus” —y en todo Tlalpujahua— más de 10.000 personas literalmente “viven de la Navidad”, entre artesanos, comerciantes y miembros de la industria turística. Los más de 500 artesanos trabajan todo el año para producir, de acuerdo con datos de la Secretaría de Turismo de Michoacán, un aproximado de 30 millones de esferas de vidrio soplado que se venden entre los meses de septiembre y diciembre, cuenta Daniel.
En los últimos cuatro meses del año, cerca de 400.000 personas visitan Tlalpujahua para contemplar —y comprar— esferas con todo tipo de decoraciones. Las esferas pueden tener un brillante y clásico color dorado o la forma de un pan de dulce. Están pintadas a mano con diseños tan variados como copos de nieve, mariposas Monarca, personajes de caricaturas y hasta memes virales en redes sociales.
De las minas a las esferas
“Los indígenas de la zona ya procesaban el oro y la plata. Realmente esa fue la razón por la cual los españoles llegaron a Tlalpujahua, porque era un pueblo del que se sacaba oro. Muchas de las ofrendas que los aztecas entregaron a los españoles tenían oro de Tlalpujahua”, cuenta a CNN en Español José Luis Muñoz, otro descendiente de Joaquín y María Elena, historiador y autor del libro “Tlalpujahua 500 años”.
Tlalpujahua, junto con Taxco, Guerrero, y Real de Minas, Guanajuato, era uno de los principales productores de oro y plata de la Nueva España. Y, aunque la industria fue abandonada brevemente tras la Independencia de México, la llegada de mineras nacionales y extranjeras, aunado a un alza en la cotización mundial del oro, le dieron al pueblo un periodo de prosperidad, cuenta José Luis Muñoz en su libro.
Pero todo cambió tras “la tragedia de las lamas”, cuando el 27 de mayo de 1937, una avalancha de 10.000 toneladas de lodo —que mezclaba residuos de las minas, tierra y agua de lluvias inusuales— arrasó con el pueblo casi en su totalidad. Aproximadamente 300 personas perdieron la vida y más de 2.000 perdieron su patrimonio, pero los estragos de la tragedia continuaron hasta 20 años después, de acuerdo con diversos historiadores.
Para 1910, 10.157 personas vivían en Tlalpujahua, según datos del censo de ese año. Tras la quiebra de las minas, los habitantes del pueblo emigraron poco a poco a la Ciudad de México o a Estados Unidos. Para la década de 1960, en Tlalpujahua vivían menos de 600 personas, la mayoría mujeres y niños cuyo medio de subsistencia eran las remesas, asegura José Luis Muñoz. Fue en esa época que el matrimonio de Joaquín y María Elena decidió emprender en el negocio de las esferas navideñas de cristal soplado.
“Teníamos un tío que trabajaba con vidrio neutro y era el principal proveedor del vidrio que se usaba para hacer ampolletas en México. Aprendimos que la técnica para soplar una esfera es parecida a la que se usa para soplar un producto de laboratorio”, cuenta a CNN en Español José Luis.
La técnica de vidrio soplado es una de las formas más antiguas de elaborar artesanías de cristal. Consiste en fundir el vidrio y colocarlo al final de un tubo, al que se le sopla aire para que el cristal, maleable por la temperatura, se infle como un globo.
“El segundo proceso es el del plateo o espejado. Ese proceso, que utiliza el nitrato de plata para darle textura plata a la esfera, permitió que la esfera se desarrollara en Tlalpujahua, pero también que se desarrollara en Chignahuapan (Puebla) y en otras áreas de Jalisco y el Estado de México”, asegura José Luis.
Y es que, de acuerdo con los descendientes de Joaquín Muñoz, fue su padre quien compartió la técnica de usar nitrato de plata con artesanos de Puebla, Jalisco y otras áreas de Michoacán. “Al final, todo el mundo aprendió a platear la esfera. Todo el mundo (en México) aprendió a hacer esas esferas”, asegura José Luis.
Una tradición viva
La familia Muñoz Ruiz fundó Adornos Navideños S.A. de C.V. en 1965. Esta empresa familiar llegó a producir hasta 100 millones de esferas y exportar a Estados Unidos, Canadá y Singapur, aseguran los hermanos Daniel y José Luis.
En 1975, Joaquín y María Elena crearon “La Casa de Santa Claus”, una tienda con temática navideña, ubicada a pocos metros del centro de Tlalpujahua, en la que se venden al menudeo más de 200 tipos de esferas de vidrio soplado. Actualmente, la mayor parte de los ingresos provienen de la venta del menudeo, pues, cada año, miles de turistas visitan la tienda para tomarse fotos, pero también para comprar un par de productos.
Las esferas de la familia Muñoz Ruiz adornaron en 2012 los árboles de Navidad del Vaticano, cuenta José Luis. Hoy, adornan el gigantesco árbol dentro de la iglesia de cantera rosa en el centro del pueblo y los árboles de miles de familias mexicanas.
Joaquín Muñoz Orta falleció en 2005. Sus hijos y esposa continúan en el negocio de las esferas. En palabras de José Luis Muñoz, María Elena siempre ha tenido la creatividad para diseñar las más hermosas esferas.
“Actualmente, mi mamá sigue trabajando. Acaba de cumplir 88 años y sigue haciendo esferas de Navidad. Estas esferas son un clásico de mi mamá”, asegura José Luis, mientras señala una esfera color negro, adornada con una mariposa Monarca. “La mariposa Monarca es un signo de nuestro pueblo. Nuestro pueblo está en la zona de amortiguamiento de la mariposa Monarca. La mariposa Monarca es parte de nuestra vida y mi mamá lo expresa en sus esferas”.