(CNN) – Cientos de migrantes del área de Eagle Pass son transportados diariamente a otras ciudades a lo largo de la frontera sur de Estados Unidos para ser procesados y aliviar la presión y luego son liberados en esas comunidades, según organizaciones sin fines de lucro que atienden a migrantes en esas áreas.
La hermana Norma Pimentel, directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle del Río Grande, dice que su centro de respiro de McAllen ha estado recibiendo alrededor de 550 migrantes, que ingresaron por Eagle Pass a casi 300 millas de distancia (482 kilómetros) y han sido procesados por la Patrulla Fronteriza, todos los días en la última semana. Esa cifra fue de 350 la semana anterior, dijo.
La única organización sin fines de lucro que atiende a inmigrantes en Del Río y que también ha estado recibiendo inmigrantes de Eagle Pass se encuentra en un punto de ruptura, según Tiffany Burrow de la Coalición Humanitaria Fronteriza de Val Verde. Ella dice que su centro de respiro ayudó a 4.257 inmigrantes la semana pasada, un nuevo punto de referencia. A modo de comparación, Burrow dice que en todo el mes de agosto ayudó a 5.885 migrantes. Ese número aumentó a 10.221 en septiembre, dijo.
“Hay un nivel de frustración al saber que no hay un final a la vista. El número de inmigrantes que entran por la frontera de Estados Unidos hace tiempo que superó un punto límite”, dijo Tiffany Burrow a CNN. “Algunos llegan solo con la esperanza de llegar a suelo americano. Una vez que se ha logrado ese objetivo, no existe ningún plan en marcha”.
El centro de descanso de Burrow no ofrece alojamiento a los inmigrantes durante la noche, y ella dice que disuade a los inmigrantes de dormir al aire libre; pero el día de Navidad, unas dos docenas de inmigrantes se acurrucaron bajo mantas alrededor de su centro.
María, madre de tres niños, de 5 a 12 años, de Ecuador, fue una de ellos. Ella dijo que había estado durmiendo afuera durante 5 días esperando que su hermano de 19 años saliera del proceso de inmigración.
“Se me parte el corazón”, dijo María mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Dijo que crió a su hermano como si fuera suyo, y ahora él está detenido y sus otros hijos están enfermos por dormir afuera en el frío.
María le pidió a CNN que solo usara su nombre debido a su miedo general a compartir su historia. Dice que salió de Ecuador debido a niveles críticos de criminalidad, extorsión y desempleo. Explicó que a medida que más y más empresarios ecuatorianos (creadores de empleo) migran a Estados Unidos, más trabajadores migran porque los empleos desaparecen de la noche a la mañana.
Sin dinero para comida, María y los otros inmigrantes han dependido del padre Michael Coronado, de las cercanas iglesias de San José y Nuestra Señora de Guadalupe, para sus tres comidas al día. Y el día de Navidad, Coronado llegó con alimento para el alma: una mesa plegable que convirtió en altar para celebrar misa.
Los ojos de María se llenaron de lágrimas mientras seguía las oraciones y los cantos. Más tarde dijo que estaba orando para reunirse con su hermano y luego poder ir a Wisconsin para reunirse con su madre.
Ashley Killough contribuyó a este informe.