(CNN) – A medida que 2023 llega a su fin, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quiere proyectar confianza mientras navega hacia la inevitable reelección en marzo.
Las elecciones presidenciales en Rusia quizás se describan mejor como una especie de teatro político. Putin no tiene rivales serios; su oponente más destacado, Alexey Navalny, está en una prisión a 64 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico; y los medios dóciles retratan al presidente en ejercicio como el hombre indispensable de Rusia. Pero la votación de esta primavera es un importante ritual público para el líder del Kremlin, que se asegurará el poder hasta el final de la década.
Putin anunció su postulación de manera casi casual. Después de una ceremonia de “héroes de Rusia” a principios de diciembre, Putin mantuvo una charla frente a la cámara con un grupo de militares que habían luchado en Ucrania y quienes, como era de esperar, imploraron al presidente que se postulara en 2024.
“En nombre de nuestro pueblo, de Donbás en su conjunto y de nuestras tierras reunificadas, me gustaría pedirles que participen en estas elecciones”, dijo Artyom Zhoga, representante de la región de Donetsk ocupada por Rusia. “Después de todo, hay mucho trabajo por hacer… Usted es nuestro presidente y nosotros somos su equipo. Los necesitamos y Rusia los necesita”.
¿La respuesta de Putin?
“No voy a negar que en diferentes momentos tuve diferentes pensamientos [sobre esto]”, dijo. “Pero ahora tienes razón, ha llegado el momento de tomar una decisión. Me postularé para el cargo de presidente de la Federación Rusa”.
Fue un momento claramente programado para mostrar a Putin como amado líder nacional. Y también señaló lo que a Putin le gusta anunciar como un logro significativo de la invasión a gran escala de Ucrania: la anexión por parte de Rusia de cuatro regiones de Ucrania en desafío al derecho internacional.
Pero si Putin se presenta como presidente en tiempos de guerra, tiene que analizar los hechos. Rusia no controla totalmente las regiones ucranianas que reclamó en septiembre de 2022; la guerra sobre el terreno ha sido extremadamente costosa en términos de vidas y equipamiento rusos; y la flota rusa del mar Negro ha recibido una dura paliza.
Es más, la guerra literalmente llegó a Rusia. En los últimos meses, drones ucranianos han atacado profundamente el territorio ruso. El sábado murieron más de 20 personas en uno de los incidentes más mortíferos de la guerra para los civiles rusos. Si bien Kyiv mantiene cierto nivel de negación, tales ataques han tenido algún efecto psicológico inquietante, particularmente cuando los drones lograron violar el espacio aéreo alrededor del Kremlin en mayo.
Pero el mayor revés de la guerra en Ucrania se produjo en junio, cuando el jefe mercenario ruso Yevgeny Prigozhin lanzó una insurrección en medio de una disputa con los altos mandos militares de Rusia y marchó hacia Moscú.
Los paramilitares Wagner de Prigozhin se detuvieron antes de llegar a la capital rusa, en un acuerdo turbio aparentemente negociado por el presidente de Belarús, Alexander Lukashenko. Pero las imágenes de las fuerzas de Wagner avanzando prácticamente sin oposición hacia Moscú –y el derribo de aviones militares rusos por parte de los mercenarios– fueron un duro golpe para la imagen de Putin como garante de la estabilidad interna rusa.
Dos meses después del motín, Prigozhin estaba muerto: el jefe mercenario murió en un accidente aéreo aún misterioso a finales de agosto. Putin había sobrevivido al mayor desafío a su control del poder en más de dos décadas, pero la rebelión socavó uno de los pilares clave de su gobierno: el aura de invulnerabilidad del presidente.
“Muchos ultrapatriotas quedaron desconcertados por la misericordia mostrada inicialmente hacia Prigozhin y la interpretaron como un signo de debilidad: tanto del Estado como del propio Putin”, escribió la analista política rusa Tatiana Stanovaya después del accidente. “Por lo tanto, incluso en el improbable caso de que la muerte de Prigozhin fuera un verdadero accidente, el Kremlin sin duda hará todo lo posible para hacer creer a la gente que fue un acto de represalia. Putin ve esto como su contribución personal al fortalecimiento del Estado ruso”.
A finales de año, la maquinaria de relaciones públicas del Kremlin parecía haber barrido todo el asunto Prigozhin bajo la alfombra. En la maratónica conferencia de prensa anual de Putin, el nombre de Prigozhin nunca fue pronunciado, aunque Putin admitió “reveses que el Ministerio de Defensa debió haber evitado” en lo que respecta a las empresas militares privadas.
Como siempre, el resumen anual fue una clase magistral de giros, en la que Putin presentó con confianza el mensaje de que Rusia estaba nuevamente a la vanguardia y desgranó estadísticas para reforzar su punto. La economía, dijo, estaba volviendo al crecimiento del PIB, recuperándose de una caída del 2,1% el año anterior, y la producción industrial de Rusia está creciendo. La tasa de desempleo del país, alardeó, había caído a un mínimo histórico, 2,9%.
De hecho, Rusia ha resistido las sanciones y su economía está en pie de guerra: según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, el gasto en defensa ha sido el principal motor del crecimiento económico. Y parece que eso continuará, ya que Putin ha prometido gastar lo que sea necesario para continuar su guerra contra Ucrania.
Y la situación en el campo de batalla en Ucrania le ha dado a Putin otra oportunidad de proyectar confianza en sí mismo. La tan cacareada contraofensiva de Ucrania no logró ningún avance, y la solicitud de la administración Biden de más de US$ 60.000 millones en ayuda para Ucrania se ha estancado en el Congreso debido a las demandas republicanas sobre seguridad fronteriza y política de inmigración. Por otro lado, Hungría bloqueó la última propuesta de acuerdo de ayuda de la Unión Europea para Ucrania.
Putin claramente quiere que el mundo –así como su electorado– crea que está ganando, y cuenta con que el apoyo a Ucrania flaquee. Cuando se le preguntó en su conferencia de prensa cuándo habrá paz en Ucrania, Putin ofreció la misma fórmula abierta que utilizó para justificar la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022.
“Habrá paz cuando alcancemos nuestros objetivos que usted ha mencionado”, dijo. “Ahora volvamos a estos objetivos: no han cambiado. Me gustaría recordarles cómo las formulamos: desnazificación, desmilitarización y un estatus neutral para Ucrania”.
El viernes, el ejército ruso recordó al mundo lo que significa en la práctica la “desnazificación”, lanzando a las ciudades ucranianas el mayor ataque con misiles y drones desde el comienzo de la invasión a gran escala.
Sin embargo, los implacables ataques contra civiles ucranianos pueden tener un efecto no deseado. Tras la última ola de ataques, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, y Francia pidieron que se siguiera apoyando a Ucrania. Lo que queda por ver en 2024 es cuán creativos pueden ser los aliados de Ucrania para cumplir esas promesas.