(CNN) – A primera vista, un gatito esponjoso de ojos saltones adornado con un arcoíris y un cuerno de unicornio puede evocar imágenes infantiles o inocentes. Sin embargo, esta simpática criatura es más poderosa de lo que parece.
Desde mascotas a niños, pasando por juguetes de ojos muy abiertos, filtros de redes sociales, emojis y memes de Internet, la “ternura” es una de las estéticas más destacadas de nuestra era digitalmente saturada, y una auténtica industria en sí misma. Popularizada por su naturaleza aparentemente poco amenazadora, el afán de lo “cute” –o lindo, en español– por dominar el mundo sugiere que el fenómeno es mucho más de lo que su encantadora apariencia podría sugerir.
Cómo la ternura se ha apoderado de nuestro mundo y por qué es un tema que se explora en “Cute”, una nueva (y primera) exposición dedicada al movimiento en Somerset House, de Londres.
“Al descubrir creativamente las muchas formas de lo lindo, no sólo podemos entender algo sobre nosotros mismos… sino también sobre cómo nos relacionamos entre nosotros y con el mundo que nos rodea”, dijo el director de exposiciones de Somerset House, Cliff Lauson, en la inauguración de la exposición.
Los orígenes de lo lindo
Todo empezó con los gatos. Cuando le pidieron a Tim Berners-Lee, inventor de internet, que nombrara un uso de internet que no hubiera previsto, respondió con una sola palabra: “Gatitos”.
Es sugerente cómo Claire Catterall, curadora principal de Somerset House, describió la ternura en un discurso para inaugurar la exposición: “Como un pequeño gatito esperando para saltar, su poder e influencia se han ido acercando lentamente a nosotros”.
Los gatos, naturalmente, ocupan un lugar destacado en la muestra “Cute”, desde los famosos y coloridos dibujos del siglo XIX del artista Louis Wain –a quien se le atribuye haber cambiado la opinión que el público británico de la era eduardiana tenía de los felinos al retratar a los gatos como criaturas adorables y juguetonas que hacían cosas que los humanos hacían, como tomar el té o celebrar la Navidad– hasta la colección contemporánea de figuras felinas eclécticas del artista Andy Holden que le dejó su difunta abuela (titulada “Cat-tharsis”, un juego de palabras que combita la palabra “gato” y “catarsis”). Ambos capturan los principios clave de lo lindo: ser inofensivo y adorable.
Joshua Dale, autor de “Irresistible: How Cuteness Wired our Brains and Conquered the World” (“Irresistible: cómo lo bonito programó nuestros cerebros y conquistó el mundo”), cree que hay una razón psicológica innata por la que nos atraen estas cualidades. Ver algo lindo “prepara el cerebro para ciertos tipos de comportamientos asociados con el cuidado de alguien”, le dijo a CNN.
También hay un impulso sociológico. Las raíces de la adopción generalizada de la ternura se remontan al siglo XIX, cuando la reducción de la mortalidad infantil y la disminución de la tasa de natalidad hicieron que la infancia pasara a considerarse una experiencia apreciada y algo que había que prolongar. La Revolución Industrial y el auge de la producción en masa permitieron dar rienda suelta a la ternura: juguetes, libros e ilustraciones podían fabricarse de manera cada vez más fácil y económica.
Lo “cute” comenzó a comercializarse entre adultos estadounidenses en la década de 1950, señala Isabelle Galleymore, poeta y consultora de la exposición. Las mujeres estadounidenses, entonces recién dotadas de empleos e ingresos disponibles, se convirtieron en parte de la clase consumidora. Productos como “juguetes de peluche o mantas con lindos diseños” fueron diseñados para “supuestamente aprovechar los instintos maternales de las mujeres”, dijo a CNN.
El efecto ‘kawaii’
Una parte integral del fenómeno global de lo lindo, afirma la exposición, es “kawaii”, una palabra japonesa que se traduce literalmente como “ternura”.
Según la exposición, la cultura kawaii moderna nació en 1914 cuando el artista e ilustrador Yumeji Takehisa abrió una tienda en el centro de Tokio que vendía accesorios y artículos de papelería con motivos occidentales, como setas y castillos, diseñados para atraer a las colegialas.
Para Simon May, catedrático de Filosofía del King’s College de Londres y autor de “The Power of Cute” (El poder de lo lindo), lo kawaii es sólo una parte de una historia que involucra más a Japón. “Es el primer país, y hasta ahora el único, que se presenta a sí mismo como lindo”, dijo sobre la nación, una postura atribuyó en gran parte a la “imagen pacífica y sin amenazas” que Japón trató de presentar al mundo después de 1945, repudiando el militarismo y el poder.
Por supuesto, ninguna exploración de lo kawaii estaría completa sin el fenómeno global y “embajadora de la ternura”, como la llama cariñosamente la exposición: Hello Kitty.
Nacida en tiempos turbulentos después de la primera crisis petrolera de Japón en la década de 1970, Hello Kitty fue creada como un personaje para ayudar a vender nuevos productos. Y sí lo hizo, apareciendo en todo tipo de productos, desde zapatillas y toallas de papel hasta palillos, aviones y máquinas para hacer paninis. En 2015, los analistas estimaron que Hello Kitty representaba aproximadamente el 75% de las ganancias operativas anuales de US$ 142 millones de la empresa matriz Sanrio, y que generaba la mayor parte de los US$ 600 millones anuales en ingresos de la empresa.
Sus rasgos ahora clásicos están tan cuidadosamente protegidos que, según la exposición, una rara versión de la muñeca sin boca, producida con la boca abierta, fue suficiente para generar controversia entre los fanáticos. Sin embargo, el fenómeno japonés de lo lindo no siempre ha sido tan empalagoso como podría parecer a primera vista. A medida que avanzaba el siglo XX y crecía su poder, el movimiento también comenzó a explorar temas más oscuros y críticos. Tomemos como ejemplo la explosión del estilo callejero rebelde en Tokio (el llamado “estilo Harajuku”), visto a menudo como una reacción contra las estrictas normas sociales de Japón. “(Hay) algo realmente poderoso en la moda japonesa inspirada en lo kawaii”, dijo Galleymore, ya que no sólo es dulce sino que a menudo contiene combinaciones de “imágenes lindas y grotescas”.
Un escape de las realidades de la vida
La ternura es también una respuesta a las complejidades de la vida. La exposición “Píldora azucarada”, en la que se exhiben peluches fabricados por bancos y empresas farmacéuticas, explora cómo a veces se recurre a la ternura para suavizar lo desagradable: los problemas financieros, por ejemplo, o las enfermedades.
Por su parte, la obra de técnica mixta “¡Step on no petS Step on no pets!” (2021) de la artista escocesa Rachel Maclean representa unicornios distorsionados bailando entre llamas en un inquietante pero inocente mundo de cuento de hadas. Según Maclean, esta dualidad es parte de la singularidad de la exposición: “Ofrece la oportunidad de explorar la complejidad y la ambigüedad que encierra lo aparentemente sencillo y encantador”.
El poder de lo tierno para dar un poco de brillo escapista a lo cotidiano también puede verse a nivel individual todos los días a través de los filtros de teléfono que nos convierten en avatares blanditos, suavizando nuestros rasgos adultos, agrandando nuestros ojos, sonrosando nuestras mejillas y cambiando nuestras identidades en línea con solo un botón.
Aunque en muchos aspectos la ternura pueda seguir considerándose trivial, lo fascinante es cómo se mantiene tan arraigada en nuestro mundo moderno. “Es fascinante como una ventana al espíritu de la época”, dijo May a CNN, “por lo que nos dice sobre quiénes somos”.