(CNN Español) – La Ciudad de México, como muchas de las grandes urbes en el mundo, vive una crisis de escasez de agua. La alta y creciente densidad poblacional, el caótico y poco controlado desarrollo urbano y los meses de sequía se suman al cambio climático y la geografía como algunos de los factores que aumentan la inseguridad hídrica en la región, de acuerdo con expertos consultados por CNN en Español y estudios realizados por organismos nacionales e internacionales.
Alrededor del 60% del agua que abastece a la Ciudad de México proviene de su acuífero subterráneo, pero su extracción ha sido tan excesiva que, sumado al hecho de que la urbe se asienta sobre el antiguo lecho desecado de un lago, ello contribuye a que se hunda a un ritmo alarmante: unos 20 centímetros al año, según el estudio “Over a Century of Sinking in Mexico City: No Hope for Significant Elevation and Storage Capacity Recovery” publicado en la revista académica JGR Solid Earth.
De acuerdo con el estudio “Perspectivas del agua en el Valle de México: propuestas hacia la seguridad hídrica” de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que cita datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), este acuífero presenta una extracción de 215% del volumen respecto a la recarga,; esto significa que se extrae más del doble del agua que puede recargarse.
Para abastecer la demanda de agua de unos 22 millones de personas que habitan en el área metropolitana, se recurre además a extraer agua de cuencas externas, como el acuífero de Chalco-Amecameca y el acuífero Cuautitlán-Pachuca, con extracciones de 123% y 115% respecto del volumen de recarga, respectivamente. El sistema hídrico Cutzamala, una red de embalses, estaciones de bombeo, canales y túneles, que suministra aproximadamente el 25% del agua utilizada en el Valle de México, se encuentra cerca de 39% de su capacidad, según indican datos de la Conagua.
Además, de acuerdo con una investigación de la UNAM, 40% del volumen de agua que se ingresa se pierde en fugas a lo largo de las redes de distribución; es decir, de cada 10 litros de agua que se trasladan, cuatro se desperdician en fugas.
Ante este panorama, ¿es posible minimizar o incluso revertir la crisis de agua en la Ciudad de México? ¿Qué medidas se tendrían que tomar?
Mejora de la infraestructura
Sustituir las tuberías para hacer más eficiente el traslado y bombeo del agua, además de reparar y evitar fugas, es una de las acciones prioritarias, asegura la UNAM, que estima que se requeriría una inversión de más de US$ 2.410 millones para lograrlo.
María Luisa Torregrosa, profesora-investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de la sede México, cuya línea de investigación se centra en políticas de modernización para el sector del agua, coincide en ello.
“Las redes en México son muy antiguas y podrían realmente cambiarse. Existe tubería flexible que podría ser adecuada para la Ciudad de México, por los temblores”, dijo la experta de Flacso a CNN. “Pero esta propuesta existe desde la década de los noventa, incluso podría hacerse con incremento pequeño a la cuota del agua”, añadió.
Entonces, ¿por qué no se ha hecho? En opinión de Torregrosa, el tema va más allá de contar con los recursos financieros y tecnológicos, pues tiene sus bases en la forma en la que el Gobierno en turno diseña y aplica las políticas públicas.
Soluciones a largo plazo
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce el derecho al agua en el artículo 4, párrafo 6. Pero, para garantizar este derecho, los Gobiernos en turno recurren a medidas y soluciones que, en opinión de Judith Domínguez, profesora-investigadora de El Colegio de México, y especializada en marco jurídico del agua, solo responden al corto plazo.
“Ven el agua de una forma ‘depredadora’. ‘¿Dónde hay agua para extraer este año?’ Y funciona para hoy, para este mes, para este año”, dijo a CNN, y añadió que esa visión es la que tiene como consecuencia la sobreexplotación de cuerpos de agua.
Domínguez mencionó como ejemplo los planes anuales que el Gobierno de la Ciudad de México implementa para abastecer de agua la capital. “Todos los años hay un cambio de estrategia, se presenta como algo nuevo y siempre destacan que se tienen nuevas fuentes de agua, pero no se le da continuidad ni diagnóstico a largo plazo”, aseguró.
En 2022, la Conagua y el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) en conjunto con los Gobiernos de la Ciudad y el Estado de México, presentaron el “Programa integral para acceder al derecho humano al agua en el Valle de México” que tomaba en consideración los pozos y acuíferos ubicados en todo el Valle de México —Ciudad de México y área metropolitana—. Para 2023, se presentó una nueva estrategia llamada “Agua para todos: plan de atención frente a la sequía” que no contempla al Estado de México ni los pozos que conforman el área metropolitana.
De acuerdo con la presentación oficial del programa en 2022, las estrategias 2019-2030 contemplaban la rehabilitación de las presas Madín y El Bosque, que no son consideradas en la presentación de la estrategia de 2023.
En la misma línea, Torregrosa asegura que esa visión de solución a corto plazo lleva a muchos políticos a ver a los ciudadanos como clientela. “Lo que espera la clientela es que tú le resuelvas el problema con pipa (camión), con cubeta, con lo que sea, pero que le resuelva el problema rápido”, aseguró.
Y el priorizar soluciones rápidas da pie a corrupción y abusos, añade. Pues, de acuerdo con Torregrosa, en el Valle de México existe una red de pipas “piratas” que, de forma ilegal, venden agua a zonas necesitadas, en lo que se conoce coloquialmente como “huachicoleo de agua potable”.
El coordinador general de Sacmex, Rafael Carmona Paredes, aseguró en conferencia de prensa que durante 2023 se recibieron 208 reportes de tomas de agua irregulares. El directivo de Sacmex y el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, informaron que, en enero de 2024, las autoridades descubrieron que una de las principales líneas del sistema Cutzamala había sido intervenida para desviar el agua hacia una pipa descompuesta de aproximadamente 20.000 litros, de la cual pipas no registradas se abastecían para vender y distribuir agua de forma ilegal en colonias del sur de la capital.
En el documento “Perspectivas del agua en el Valle de México: propuestas hacia la seguridad hídrica”, la Red del Agua de la UNAM estima que invertir en soluciones para revertir la inseguridad hídrica en el Valle de México requeriría una inversión equivalente a US$ 5.700 millones y al menos 15 años. Sin embargo, de acuerdo con Domínguez, los planes de políticas públicas para abastecer de agua a la capital no suelen abarcar más de un sexenio.
Colaboración de la ciudadanía
La visión que la ciudadanía tiene del derecho al agua es también un gran reto, de acuerdo con ambas expertas. La directora general de la Asociación Nacional de Entidades de Aguas y Saneamiento de México, Patricia Hernández Martínez, dijo en una conferencia virtual en marzo de 2023 que 40% de la población nacional no paga por el servicio de agua.
“Debemos de ser conscientes que hay que pagar por el servicio del agua. Eso nos está faltando como sociedad”, asegura Domínguez.
Existe un descontento general sobre la responsabilidad que recae en la ciudadanía respecto del cuidado del agua, especialmente cuando los sectores que más usan —y desperdician— agua son los agrícolas e industriales, de acuerdo con datos de la UNAM. Según datos de la Conagua, citados por la UNAM, se desperdicia el 57% del agua utilizada en el sector agrícola, principalmente por infraestructuras de riego en mal estado.
En lo que respecta a las industrias particulares, sectores como la minería, cerveceras, refresqueras y armadoras de autos suman más de 837 millones de metros cúbicos al año para sus actividades, señala el estudio “Captura política, grandes concentraciones y control de agua en México”, realizado por la UNAM y la organización no gubernamental Oxfam. Para poner en perspectiva, con un millón de litros de cúbicos se podría abastecer de 100 litros de agua diarios a más de 25.000 personas durante un año, de acuerdo con estimaciones de la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.
Además, el informe de la UNAM y Oxfam asegura que más de la mitad de las plantas cerveceras y refresqueras están asentadas en acuíferos que, según afirman autoridades locales, no tienen disponibilidad de agua; sin embargo, las industrias “gozan de gran cantidad de agua para la producción de sus mercancías, lo que no ocurre con la población en general”.
Esto es posible gracias a las concesiones que otorga la Conagua a privados que quieran usar, explotar o aprovechar el agua de ríos, lagos, presas, pozos o norias para uso agrícola, industrial, pecuario, acuacultra, agroindustrial, generación de energía eléctrica, doméstico, público urbano o de servicios, según explica el Gobierno de México en el Decreto 2016.
“Hay grandes usuarios del agua, entre ellas las cerveceras. Fue un error en algún momento que se hayan dado esas concesiones, pero están vigentes. Hay descontento porque se dieron esas concesiones y las condiciones ya son diferentes”, asegura Domínguez.
El sistema de concesiones data de 1992 con el propósito de fomentar la inversión extranjera directa en México. Sin embargo, su principal falla, de acuerdo con Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, es que se entregan títulos sin verificar cuánta agua realmente se extrae y para qué fines.
En la actualidad, según indica la organización, citando datos de Conagua, solo 1 de cada 10 privados que goza de concesiones cuenta con un medidor que rinde cuentas de cuánta agua utiliza.
Ante esa falta de regulación, es imperativa la aplicación de la ley a través de organismos como Conagua, asegura Torregrosa, pero eso solo puede lograrse con presión de la ciudadanía.
“Para mí, la verdadera solución a la crisis del agua tiene que ver con la construcción de una ciudadana fuerte, que exija”, aseguró.
-Laura Paddison, Jack Guy desde Londres y Fidel Gutiérrez desde Ciudad de México contribuyeron a esta publicación