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¿Por qué no colapsó el puente Zárate Brazo Largo en Argentina como lo hizo el Francis Scott Key en Baltimore?
03:36 - Fuente: CNN

(CNN) –  Incluso antes de que la mayoría de los estadounidenses se despertaran el martes por la mañana con la noticia del colapso del puente Francis Scott Key en Baltimore, las teorías conspirativas descabelladas sobre lo que había ocurrido “realmente” corrían desenfrenadas por Internet.

Las afirmaciones iban desde un ciberataque o un capitán de barco afectado por los efectos secundarios de las vacunas contra covid-19 como responsables del accidente, hasta declaraciones sobre que Israel, o incluso los Obama, tenían algo que ver con el derrumbe del puente.

Todas estas afirmaciones son totalmente infundadas. Los funcionarios que investigan el accidente dijeron desde el principio que no había indicios de que fuera un acto deliberado.

Pero eso no impidió que las teorías conspirativas se extendieran rápidamente por internet, generando decenas de millones de visitas en las redes sociales, incluso mientras los equipos de buceo realizaban operaciones de búsqueda y rescate. En pocas horas se había creado toda una realidad alternativa, carente de hechos, en torno al derrumbe del puente.

Es un duro recordatorio de la erosión de la confianza de los estadounidenses en las principales instituciones, especialmente el Gobierno y los medios de comunicación, y de las perversas estructuras de incentivos en línea que recompensan el intercambio de desinformación.

Los acontecimientos cataclísmicos que captan la atención, siempre han provocado una avalancha de teorías alternativas que cuestionan o contradicen los hechos o la versión ampliamente aceptada de los acontecimientos.

Lo que hace diferente este momento de la historia estadounidense es la capacidad de los conocidos vendedores de desinformación para inundar inmediatamente la zona con información objetivamente falsa, gracias, en parte, a la falta de operaciones sólidas de comprobación de hechos en empresas de redes sociales como Facebook y X, antes Twitter.

Es muy probable que millones de estadounidenses se encontraran con afirmaciones falsas sobre el colapso del puente al despertarse el martes por la mañana incluso antes de conocer los hechos.

“En muchos sentidos, las conspiraciones sobre el puente de Baltimore son un ejemplo de cómo surgirán las conspiraciones electorales en las redes sociales antes de noviembre”, afirma Ben Decker, director general de Memetica, una empresa que rastrea la desinformación en internet.

Los sospechosos habituales

Poco después de las 7 a.m. hora de Miami el martes, menos de seis horas después del colapso del puente, Andrew Tate, un provocador en línea con más de 9 millones de seguidores en X, publicó sin ofrecer ni una pizca de evidencia, que el barco había sido “atacado cibernéticamente” y deliberadamente dirigido hacia el puente.

“Agentes extranjeros de EE. UU. atacan infraestructuras digitales”, añadió.

Tate, conocido por sus mensajes misóginos, está a la espera de juicio en Rumania acusado de trata de personas y violación. Después de ese juicio se espera que sea extraditado al Reino Unido para enfrentarse a cargos por delitos sexuales. Niega todos los cargos.

Hasta el miércoles, el tuit de Tate había sido visto más de 18,5 millones de veces en X, según datos de la propia empresa.

Bajo la dirección de Elon Musk, X ha promocionado las notas como un método para que la comunidad verifique los hechos por sí misma. La nota que aparecía bajo el tuit de Tate durante parte del martes, describía tímidamente su declaración como “especulación”. El miércoles por la mañana, la nota se actualizó para afirmar que la publicación de Tate era “engañosa”. El miércoles por la noche, la nota decía en parte que “los lectores deben ser conscientes de que se trata de una opinión personal que se presenta como un hecho”.

En cualquier caso, el post de Tate ayudó a establecer el tono de la realidad alternativa del día.

Dos horas después del post de Tate, el promotor de teorías conspirativas en torno al tiroteo en la escuela Sandy Hook, Alex Jones, publicó el video del derrumbe del puente y comentó: “A mí me parece deliberado. Un ciberataque es probable. La Tercera Guerra Mundial ya ha comenzado”.

Jones y otros agoreros llevan años tratando de convencer a su público de que el mundo está al borde de la catástrofe y que hay que prepararse. Parte de esa preparación consiste en comprar miles de dólares en alimentos liofilizados y kits de supervivencia que, por supuesto, vende Jones.

“Un poco de decencia y respeto”

Un barco de la Guardia Costera de Estados Unidos navega cerca del puente Francis Scott Key, después de que el carguero Dali se estrellara contra él provocando su colapso, en Baltimore, Maryland, el 27 de marzo. (Foto: Mike Segar/Reuters).

El miércoles, el jefe de la Policía Estatal de Maryland anunció que los equipos de buceo habían recuperado los cuerpos de dos personas en el río. Al menos otras cuatro personas se encuentran en paradero desconocido y se presume que han muerto, dijo la Guardia Costera.

El alcalde de Baltimore pidió a la gente “un poco de decencia y respeto” a la hora de hablar en internet sobre el fatal derrumbe del puente.

“No difundan información errónea. No jueguen a los ingenieros de puentes en internet o en los medios de comunicación. Recuerden que se trata de familiares de personas que han perdido la vida simplemente intentando mejorar el tránsito para el resto de nosotros”, declaró el alcalde de Baltimore, Brandon Scott.

Para entonces, la tragedia ya se había convertido en un instrumento para las posturas políticas.

Algunos usuarios de derecha en las redes sociales sugirieron que las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) estaban relacionadas con el derrumbe del puente, argumentando que se habían rechazado a personas más cualificadas para puestos de trabajo en cumplimiento de los mandatos de diversidad e inclusión, y que esto había contribuido o causado de algún modo el accidente.

No hay ninguna prueba que apoye esta afirmación, pero es un tema de conversación que genera muchos “me gusta” y “compartidos”. Los programas de DEI, que promueven la inclusión de personas de grupos históricamente subrepresentados o discriminados, se han convertido en el último frente de la guerra cultural estadounidense, con estados republicanos como Florida y Texas firmando proyectos de ley que restringen estas iniciativas.

La política es todo

Lo más notable de la rapidez y amplitud con la que se extienden las teorías conspirativas sobre una noticia de última hora, es lo normal que resulta todo esto en estos momentos. La creación de una realidad alternativa diaria es ya una máquina bien aceitada.

En un día cualquiera, hay un sólido contingente de influencers en línea, falsos intelectuales y autoproclamados “contadores de la verdad” que te dirán que cualquier cosa que te digan en las noticias es mentira, ya sea quién ganó realmente las elecciones de 2020 (Biden lo hizo) o si Taylor Swift tiene la capacidad de amañar el Super Bowl para ayudar al presidente Joe Biden (no la tiene).

Parte de esta desinformación está motivada por razones políticas o ideológicas, otra por razones financieras y otra por una mezcla de ambas. Bajo el mando de Musk, la plataforma X ha incentivado a los creadores para que hagan publicaciones virales ofreciéndoles una parte de los ingresos publicitarios de la empresa. Musk afirma que X no paga a los creadores cuyas publicaciones han sido corregidas por notas de la comunidad, pero muchas de las publicaciones de la plataforma caen en una zona gris.

También hay otras formas de ganar dinero, como la venta de kits de supervivencia para el día del juicio final.

Aunque muchos estadounidenses se rían o se encojan de hombros cuando escuchan algunas de estas teorías conspirativas, la lluvia diaria de afirmaciones falsas moldea la visión del mundo de millones de otros estadounidenses.

Una cuarta parte de todos los estadounidenses creen falsamente que el FBI, y no los partidarios de Trump, instigó el ataque del 6 de enero de 2021 contra el Capitolio de Estados Unidos. Un tercio de los republicanos cree en la teoría de la conspiración Taylor Swift-Super Bowl.

‘Láseres espaciales judíos’

A medida que se sucedían las noticias el martes, continuaban las teorías conspirativas.

Algunos afirmaban falsamente que Israel era el responsable. Otros, de forma extraña pero oscura, sugirieron que los Obama podrían ser responsables porque produjeron una película de Netflix en la que un ciberataque hace encallar un petrolero. “Saquen sus propias conclusiones”, publicó el martes por la mañana una persona con casi 700.000 seguidores en X.

David Simon, creador de la serie de Max “The Wire” y afamado nativo de Baltimore, empezó a comprobar algunas de las afirmaciones falsas más ridículas que circulaban por X el martes.

Cuando un usuario de X sugirió que la vacuna de covid-19 era la culpable de la colisión, porque el capitán del barco se había desmayado después de vacunarse, Simon contraatacó con hechos.

“El capitán del barco no se desplomó, sino que fue un apagón el que causó la colisión”, señaló Simon, antes de sugerir secamente y con sarcasmo, que el usuario de X al que estaba respondiendo podría creer que el apagón fue causado por “láseres espaciales judíos”.

Antes de convertirse en miembro del Congreso, Marjorie Taylor Greene protagonizó una infame teoría de la conspiración según la cual los láseres espaciales judíos podrían haber sido la causa de los mortíferos incendios forestales de California.

El martes, la republicana de Georgia publicó un mensaje en X en el que se preguntaba si el derrumbe del puente había sido un “ataque intencionado o un accidente”, y añadía que debía realizarse una investigación exhaustiva. Greene no se ha pronunciado sobre la causa del colapso del puente.

Los láseres espaciales judíos no fueron responsables de los incendios forestales, ni del colapso del puente de Baltimore. Pero para muchos estadounidenses, incluso quizás para algunos en los pasillos del Congreso, puede que no parezca tan descabellado.