(CNN Español) –– En un rincón alejado de la provincia de Neuquén, en el sur de Argentina, China observa el espacio profundo y un firmamento atestado de satélites.
Desde la firma de los primeros convenios entre Beijing y Buenos Aires para su construcción en 2012, la Estación del Espacio Lejano administrada por la Agencia Nacional China de Lanzamiento, Seguimiento y Control General de Satélites (CLTC, por sus siglas en inglés), parte del Ejército Popular de Liberación chino (EPL), ha generado controversias dentro y fuera del país sudamericano.
En particular dos cuestiones han estado en el centro de la polémica: si su uso es efectivamente solo civil, como señalan los convenios firmados, y no militar; y las concesiones hechas por Argentina en cuanto al control de estas instalaciones.
Estados Unidos, competidor global de China, ha mostrado consistentemente su preocupación por el avance del programa espacial chino en Sudamérica, y el 12 de marzo la jefa del Comando Sur, la general Laura Richardson, mostró una vez más ante la Comisión de Servicios Armados de la Cámara de Representantes su preocupación por “una estación espacial profunda en Argentina, lo que proporciona al EPL capacidades globales de seguimiento y vigilancia espacial, que podrían traducirse en capacidades militares globales”.
La embajada de China en Buenos Aires reacccionó con un comunicado citado por TN en el que se señala que “la Estación de Espacio Lejano en Neuquén es una instalación de cooperación tecnológica espacial entre China y Argentina”, destinada solo a la investigación científica.
De cualquier manera, se trata de la primera estación de este tipo fuera del territorio de China, fruto de las buenas relaciones entre los gobiernos de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el presidente de China, Xi Jinping, pero su construcción concluyó en 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri.
Pero el triunfo de Javier Milei en las elecciones presidenciales realizadas en noviembre, un candidato que ha señalado que su prioridad era “ser aliado de Estados Unidos”, también ha restaurado la polémica y el martes el ministro de Defensa de Argentina, Luis Petri, aseguró en la cadena TN que el gobierno del presidente Javier Milei estaba analizando el convenio original y la posiblidad de realizar una inspección.
“Vamos a garantizar que las actividades que se cumplan ahí sean las establecidas en el convenio, es decir científicas y espaciales, no militares”, dijo el martes. “Hay posibilidades de acceder a inspeccionar, y la decisión es garantizar que se cumpla con el convenio”.
Esto es lo que sabemos sobre la Estación del Espacio Lejano de China en la Patagonia argentina.
Cuándo se acordó su construcción y qué dicen los convenios firmados
El acuerdo de cooperación entre la CLTC china y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) de Argentina se firmó en 2012, en un contexto de crecientes relaciones comerciales, diplomáticas y políticas entre China y Argentina.
Por medio de ese instrumento se pactaba el establecimiento de una estación de observación espacial en un terreno de 200 hectáreas a unos 60 kilómetros al norte de Las Lajas, en la provincia de Neuquén, con el fin de “dar apoyo al Programa Chino de Exploración de la Luna”. El acuerdo tiene una duración de 50 años, y puede darse por terminado a petición de cualquier de las partes y con un preaviso de 5 años.
En concreto, el acuerdo se refiere a una “Estación para seguimiento terrestre, comando y adquisición de datos, incluida una antena para la investigación del Espacio Lejano”.
De acuerdo con el convenio, CLTC sería la única operaria de la estación, y podría definir el personal necesario para su mantenimiento. La CONAE y la provincia de Neuquén, en tanto, dispondrían de un espacio definido por la CLTC pára participar en actividades conjuntas.
¿Y qué hay dentro de esta estación? Según el convenio, un sistema de antenas de TT&C (seguimiento, telemetría y comando, en inglés) de espacio lejano, un sistema de comunicaciones satelitales y “otros equipos seguimiento” que “puedan agregarse en el futuro”.
Varios de los artículos del convenio han despertado controversias, en especial el 8°, que establece que las partes mantendrán “confidencialidad respecto a la tecnologías, las actividades y programas de seguimiento, control y adquisición de datos”.
Otro de los puntos controversiales es el artículo 6, donde se establece que la CONAE y la Provincia de Neuquén no se responsabilizan nacional o internacionalmente por las acciones u omisiones de CLTC.
En 2014 se firmó otro acuerdo, en esta ocasión entre los gobiernos de Argentina y China, para la construcción de una estación “para dar soporte terreno a las misiones de exploración del Espacio Lejano” chinas, y fue votado por el Congreso de Argentina en 2015 como la ley 27.123.
Este segundo convenio generó nuevas controversias, en primer lugar al establecer en su artículo 2° exenciones impositivas a China durante la construcción de la estación y la compra de bienes para su operación.
Por otro lado, en su artículo 3° se establece que “el Gobierno de Argentina no interferirá ni interrumpirá las actividades normales que se lleven a cabo”, y que en el caso de que se deban tomar decisiones que causen interrupciones o interferencias, éstas deben ser “debidamente anticipadas”.
En forma similar al convenio anterior, en este documento Argentina declara en el artículo 6° no responsabilizarse internacionalmente por las acciones del Gobierno de China en su territorio vinculadas al proyecto
Pero fue en 2016, ya durante el gobierno de Macri, cuando se estableció un protocolo adicional que establece que el acuerdo anterior entre Argentina y China “se implementará exclusivamente con miras al uso civil en el campo de la ciencia y la tecnología, y la información resultante de ninguna manera podrá ser utilizada con fines militares”.
Preocupación por un uso dual
De acuerdo con Richardson en su comparecencia de marzo, las capacidades globales de seguimiento y vigilancia espacial de China, ampliadas por la estación en Neuquén, “podrían traducirse en capacidades militares globales que podrían apoyar el monitoreo, el seguimiento y la selección de objetivos de nuestras fuerzas y afectar los objetivos convencionales y nucleares, las operaciones tierra-aire-mar, las capacidades de ataque convencional de precisión y la defensa antimisiles”.
Se refiere, de esta manera, a la preocupación ante un posible uso dual, es decir de utilización civil y también militar, de la información obtenida a través de las actividades de monitoreo espacial y de comunicaciones, y el seguimiento de satélites.
En particular, las constelaciones de satélites desplegadas por distintos países para comunicación, observación y otros fines pacíficos, son también clave para sus fuerzas militares en funciones de navegación, monitoreo y guiados de armas, especialmente aeronaves, buques y misiles balísticos y de crucero.
En el centro de esta cuestión están los sistemas de posicionamiento globales, tales como el GPS, desplegado por Estados Unidos, el Glonass ruso o el Gailleo europeo.
Desde hace dos décadas China ha estado también desarrollando su propio sistema de posicionamiento global por satélites, el Beidou, que habría alcanzado cobertura global en 2020, de acuerdo con la empresa que depende de la Administración Espacial Nacional China.
Como el GPS, el Glonass y al Galilelo, el Beidou tiene un servicio abierto disponible para el público y uno cerrado destinado a uso militar.
CNN ha contactado tanto a Beidou como a la Administración Espacial Nacional China para consultar sobre el posible uso de información obtenida por la Estación del Espacio Lejano en Neuquén para el desarrollo del sistema Beidou, pero no ha tenido respuesta.
Ante la consulta de CNN, un funcionario de la embajada de China en Buenos Aires dijo “no manejar información al respecto” y proporcionó un enlace a un reportaje realizado en 2019 por la TV Pública de Argentina en que no se menciona a Beidou.
Aunque en 2020 Argentina y China firmaron un memorando de entendimiento orientado al desarrollo y promoción del sistema Beidou en Argentina.
En 2021, el entonces embajador chino en Argentina, Zou Xiaoli, señaló que la estación en Neuquén “desempeñó un papel importante en el proyecto lunar de China, el proyecto de sonda a Marte y otros proyectos aeroespaciales”.
Y, finalmente, en enero de 2022 Argentina y China firmaron un acuerdo de cooperación entre la CONAE y la Oficina de Navegación Satelital de China (CSNO) para establecer una estación de seguimiento de satélite del sistema Beidou en el Centro Espacial Teófilo Tabanera, ubicado en la provincia de Córdoba.
Pero la de China no es la única estación de observación espacial establecida por terceros países en Argentina.
Desde el 2012 la Agencia Espacial Europea (ESA) opera una estación del Espacio Lejano en Malargüe, provincia de Mendoza, de características similares y destinada a dar apoyo a sus misiones de exploración espacial.
Estas instalaciones no han despertado, al momento, sospechas, a pesar de que la ESA declara que una de sus funciones, para la cual la estación Malargüe cumple un rol a pesar destar dedicada al Espacio Lejano, es calcular y predecir las órbitas de los satélites de los sistemas GPS, Glonass y Galileo para “mejorar la precisión del GPS”, en sí una clásica tecnología de uso dual.
Con información de Iván Pérez Sarmenti.