(CNN) – La condena a muerte de una magnate inmobiliaria por un caso de fraude financiero de US$ 12.500 millones es la última pena impuesta por Vietnam en el marco de su campaña anticorrupción “horno ardiente”.
La sentencia del jueves contra Truong My Lan, expresidenta del promotor inmobiliario Van Thinh Phat Holdings Group, sigue a la dimisión de dos presidentes en poco más de un año, en salidas vinculadas a distintas acusaciones de irregularidades.
Según los analistas, la magnitud de la mala conducta de Lan ha conmocionado a la opinión pública de un país que durante mucho tiempo ha proyectado una imagen de estabilidad autoritaria, y ha hecho saltar las alarmas entre los inversores extranjeros, motor clave de la pujante economía vietnamita.
Su juicio, que comenzó el mes pasado, se ha desarrollado públicamente en los medios de comunicación estatales, un cambio de táctica en un país donde la información suele estar estrictamente controlada. Lan, de unos 60 años, fue declarada culpable de soborno, violación de las normas bancarias y malversación de fondos, y condenada a muerte, aunque su familia ha indicado que recurrirá la sentencia.
Según los investigadores, Lan y sus cómplices desviaron más de 304 billones de dong (US$ 12.500 millones) del Saigon Joint Stock Commercial Bank (SCB), que ella controlaba a través de decenas de apoderados, a pesar de las normas que limitan estrictamente las grandes participaciones en las entidades crediticias, informó Reuters.
Las acciones de Lan causaron daños por valor de 677 billones de dong vietnamitas (US$ 27.000 millones) a SCB, uno de los mayores bancos comerciales privados del país, según la estatal VN Express International.
Ella “fue el cerebro de la trama a largo plazo y cometió delitos elaborados y organizados, causando consecuencias irrevocables”, dijeron los jueces del Tribunal Popular de Ciudad Ho Chi Minh, según la cita de VN Express International.
La magnitud del fraude equivaldría aproximadamente al 3% de la economía vietnamita. En comparación, el largo escándalo del fondo estatal 1MDB de Malasia, que comenzó en 2009 y se describe como uno de los mayores delitos financieros del mundo, supuso el saqueo de unos US$ 4.500 millones.
Según Reuters, los medios de comunicación estatales informaron que 84 acusados en el caso recibieron sentencias que van desde la libertad condicional durante tres años hasta la cadena perpetua. Entre ellos se encuentran el marido de Lan, Eric Chu, un empresario de Hong Kong que fue condenado a nueve años de cárcel, y su sobrina, que recibió una pena de 17 años de prisión.
Dimisiones de alto nivel
En el último año, el gobernante Partido Comunista de Vietnam (PCV) ha revelado niveles asombrosos de malversación y fraude como parte de su campaña anticorrupción en curso, que comenzó en 2016 y ha dado lugar a la investigación de cientos de miembros del partido.
El mes pasado, uno de sus máximos dirigentes se vio obligado a dimitir. En una reunión celebrada el 20 de marzo, el PCV aceptó la dimisión del presidente Vo Van Thuong por “violaciones que dejaron una mala marca en la reputación del Partido Comunista”, una frase que los analistas suelen entender que alude a vínculos con la corrupción.
Aunque en general se considera ceremonial, la presidencia es uno de los tres puestos más altos de la jerarquía política vietnamita, después del secretario general del PCV, actualmente Nguyen Phu Trong.
Tras sólo un año en el cargo, Thuong, un veterano del partido que en su día prometió “continuar resueltamente” la lucha contra la corrupción, se convierte en el cuarto miembro del Politburó compuesto por 18 personas que dimite en los últimos años.
Se une a su malogrado predecesor, Nguyen Xuan Phuc, obligado a dimitir en enero de 2023 tras acusaciones de irregularidades, así como a los viceprimeros ministros Pham Binh Minh y Vu Duc Dam, que abandonaron el cargo el mismo mes por su implicación en escándalos separados relacionados con la gestión de la pandemia de covid-19 por parte de las autoridades.
El estricto control de los medios de comunicación hace que rara vez se hagan públicos los detalles de sus casos. Pero el flujo constante de salidas es indicativo de que el PCV está enviando un “fuerte mensaje” de que nadie está por encima de las reglas del partido, dijo Le Hong Hiep, investigador principal del Instituto ISEAS Yusof-Ishak, con sede en Singapur.
La campaña anticorrupción del gobierno “reforzó la credibilidad” y mostró “un esfuerzo genuino por parte de los líderes políticos restantes para abordar problemas difíciles”, declaró Hiep en un seminario en línea celebrado en abril.
La campaña “tiene que ver con el poder, el control y la sucesión”, afirmó Huong Le Thu, subdirector de programas para Asia del International Crisis Group.
El secretario general Trong, artífice de la campaña anticorrupción, “se ha tomado en serio la pureza, la ideología y el liderazgo en el partido y está preocupado por el poder y [la] posibilidad de que la próxima generación de líderes se deje llevar por sus propios intereses u otras motivaciones que podrían debilitar al partido”, declaró a CNN.
Parte del sistema
Vietnam comparte algunas similitudes con su vecina China, también un sistema de partido único que no tolera la disidencia. Pero a diferencia de China bajo el líder Xi Jinping, que ha consolidado el poder a un nivel no visto en décadas, el PCV está gobernado por “cuatro pilares”: el secretario general, el presidente, el primer ministro y el portavoz de la cámara.
Los gobiernos de ambos países han pasado la última década realizando campañas contra la corrupción. En ambos casos, los críticos también sospechan que las acusaciones de irregularidades son una herramienta para hacer purgas políticas.
“La corrupción es endémica en Vietnam y forma parte del sistema”, declaró a CNN Zachary Abuza, profesor de política y seguridad en el Sudeste Asiático en el National War College de Washington.
“El Partido Comunista vietnamita quiere demostrar que su campaña anticorrupción está funcionando. Pero no pueden ocultar el hecho de que voluntariamente ignoraron y permitieron que se produjeran sobornos masivos”.
“En Vietnam, el Estado controla muchas cosas: la economía, el acceso al capital y a la tierra, así como la prensa. La gente está enojada por lo que ha estado ocurriendo en lo que se supone que es una sociedad sin clases”.
La brecha entre el estilo de vida del vietnamita medio y el de la cúpula del partido es un tema delicado.
El año pasado, un vendedor ambulante de comida fue condenado a cinco años y medio de cárcel por difundir propaganda contra el Estado, tras ganar fama en Internet con unos videos en los que imitaba al célebre chef Salt Bae.
Los videos supuestamente hacían referencia a un infame incidente ocurrido a finales de 2021, cuando una delegación del partido encabezada por el ministro de Seguridad Pública, To Lam, fue captada por las cámaras disfrutando de una opípara comida a base de filetes con incrustaciones de oro en un restaurante londinense propiedad del chef turco.
¿Destino estable para las inversiones?
El PCV gobierna Vietnam, un país de casi 100 millones de habitantes, desde que ganó la guerra de Vietnam en 1975, y se enorgullece de una imagen de longevidad, unidad nacional y lealtad partidaria.
En las últimas décadas, Vietnam ha sido aclamado como un éxito económico. Vietnam, que fue una de las naciones más pobres del mundo, tiene hoy una economía próspera con una clase media floreciente y una tasa de crecimiento que rivaliza con la de China. De hecho, el Fondo Monetario Internacional prevé que la economía vietnamita crezca un 5,8% este año, frente al 4,6% de China.
Empresas como Apple o Intel ya se han adentrado en Vietnam para diversificar sus cadenas de suministro, contribuyendo a impulsar una expansión económica que desafía la desaceleración mundial.
“Vietnam es una economía increíblemente próspera en muchos sentidos: un favorito de los inversores extranjeros, un gran lugar para hacer negocios y, en cierto modo, también una gran alternativa a China”, afirma Abuza.
“Pero el rápido crecimiento y la complejidad de su economía han superado claramente la capacidad reguladora del PCV”.
Analistas e inversores dijeron a CNN que la reciente oleada de escándalos de corrupción ha tenido un impacto negativo “sorprendentemente profundo” en la imagen de Vietnam, que ha atraído a muchos fabricantes extranjeros desde China en los últimos años.
“En general, Vietnam ha registrado buenos resultados económicos, pero está claro que las noticias recientes han sacudido la confianza de los inversores”, afirmó un asesor de patrimonio de una importante empresa de inversión internacional con sede en Bangkok, que no quiso dar su nombre por la sensibilidad que rodea al asunto.
“El rendimiento de las acciones ha caído y los inversores extranjeros temen invertir su dinero en empresas vietnamitas cuando han salido a la luz casos de corrupción y mala gestión”, afirmó el inversor.
Abuza dijo que los líderes purgados eran también las caras proempresariales del país.
“Eran (considerados) competentes, se confiaba en ellos y entendían la economía y las preocupaciones empresariales, y aun así fueron purgados, por lo que los inversores extranjeros tienen motivos para estar preocupados”, añadió.
El gasto público en el país se ha ralentizado por motivos similares, según un informe del Instituto ISEAS-Yusof Ishak, que cita “la ansiedad de los funcionarios públicos ante la posibilidad de ser investigados”.
“Nadie está a salvo”
Los actuales dirigentes insisten en que las recientes dimisiones tendrán “poco impacto” en el partido o en la imagen del país.
El mes pasado, el ministro vietnamita de Asuntos Exteriores, Bui Thanh Soh, afirmó que los cambios políticos eran una señal de la eficacia de la campaña anticorrupción y que, por el contrario, deberían ser bien recibidos por los inversores extranjeros y la comunidad internacional.
“La dimisión del presidente no afectará a nuestra política exterior ni a nuestro desarrollo económico”, declaró Soh ante un auditorio de la Brookings Institution, una organización de política pública sin ánimo de lucro con sede en Washington.
“Si observan la situación en Vietnam, tenemos un liderazgo colectivo. Tenemos una política exterior colectiva. Tenemos un desarrollo económico decidido colectivamente”, afirmó. “Si una o dos figuras del liderazgo dimitieran, no cambiaría esta situación”.
Desde su dimisión, Thuong y los demás dirigentes no han sido vistos en público ni se ha sabido nada de ellos, y los medios de comunicación estatales no han informado sobre ellos. Su destino sigue siendo incierto, dada la naturaleza altamente secreta del sistema político vietnamita.
Todas las miradas estarán puestas en los próximos líderes del país, que podrían “incluso decidir continuar una lucha aún más fuerte contra la corrupción”, dijo Abuza.
Vo Thi Anh Xuan, una destacada política que ha sido vicepresidenta desde 2021, ha asumido el cargo de presidenta en funciones, y aún no se ha nombrado a un sucesor a tiempo completo.
Pero los expertos políticos vietnamitas afirmaron que un nombramiento permanente no pondría fin a la inestabilidad. Es probable que el líder Trong, que pronto cumplirá 80 años, permanezca en el cargo hasta el próximo congreso de 2026.
Es improbable que la dimisión del expresidente Thuong sea la última y las luchas políticas internas persistirán probablemente hasta 2026, afirmó Le Hong Hiep, del Instituto ISEAS-Yusof Ishak, en un informe anterior. “Mientras tanto, los inversores y los socios de Vietnam tendrán que convivir con las nuevas realidades políticas del país”, afirmó.
Huong, de Crisis Group, dijo que inicialmente “la gente pensaba que la campaña anticorrupción se desarrollaba sólo dentro de los escalones del partido, pero cada vez va más allá”.
“Las recientes y crecientes detenciones y casos incluyen al mundo empresarial, con vínculos evidentes con el partido, y demuestran que se trata de algo mucho mayor”, afirmó.
“La sensación es que nadie está a salvo”.