(CNN) – En una zona del océano al oeste de Singapur, una empresa emergente construye una planta para convertir el dióxido de carbono del aire y el agua de mar en el mismo material que las conchas marinas, en un proceso que también producirá hidrógeno “verde”, un combustible limpio del que tanto se habla.
El grupo de edificios bajos que empieza a tomar forma en Tuas se convertirá en la planta de eliminación de dióxido de carbono del océano “más grande del mundo” cuando esté terminada a finales de este año, según Equatic, la nueva empresa surgida de la Universidad de California en Los Ángeles.
La idea es que la planta extraerá agua del océano, la bombardeará con una corriente eléctrica y la hará pasar por aire para producir una serie de reacciones químicas que atraparán y almacenarán el dióxido de carbono en forma de minerales, que podrán devolverse al mar o utilizarse en tierra.
Es una visión convincente de una posible solución frente al empeoramiento de la crisis climática que impulsado un calor sin precedentes y un clima extremo devastador. Los esfuerzos por frenar el calentamiento global siguen muy retrasados, y muchos científicos advierten ahora que, además de reducir rápidamente los combustibles fósiles, el mundo también tendrá que eliminar la contaminación por carbono que los seres humanos ya inyectaron en la atmósfera.
Esta planta de Singapur es un ejemplo de una serie de proyectos recientes que buscan en los océanos, que ya absorben casi el 30% de la contaminación que calienta el planeta, una herramienta para conseguirlo. Otros proyectos consisten en espolvorear partículas de hierro en el océano para estimular el fitoplancton que absorbe CO2, hundir algas en las profundidades para retener carbono y pulverizar partículas en las nubes marinas para reflejar parte de la energía solar.
Pero los proyectos de eliminación de carbono son controvertidos, criticados por ser caros, no estar probados a escala y distraer la atención de las políticas de reducción de combustibles fósiles. Y cuando afectan a los océanos, ecosistemas complejos ya sometidos a una enorme presión por el calentamiento global, las críticas pueden ser aún más fuertes.
Jean-Pierre Gatusso, oceanógrafo de la Universidad de la Sorbona (Francia), afirma que la geoingeniería oceánica presenta “grandes lagunas de conocimiento”. “Me preocupa mucho que la ciencia vaya por detrás de la industria”, declaró a CNN.
Cómo funciona
La tecnología de Equatic, que se ha probado en pequeños proyectos piloto en Los Ángeles y Singapur, requiere tres ingredientes principales: agua de mar, rocas y electricidad.
Funciona así:
La planta bombea agua de mar y la hace pasar por una corriente eléctrica que la separa en cuatro componentes: dos líquidos -uno ácido y otro alcalino- y dos gases -hidrógeno y oxígeno-.
El agua ácida se mezclará con rocas trituradas para recuperar el pH del agua de mar y se devolverá al océano.
Unos ventiladores bombearán aire a través de la corriente alcalina, lo que hará que el dióxido de carbono forme carbonato cálcico sólido, el material del que se forman las conchas marinas, que tendrá el aspecto de una arena fina, así como bicarbonato disuelto.
Los minerales sólidos y disueltos, que según Equatic pueden retener carbono durante al menos 10.000 años, se devolverán al océano o se utilizarán en tierra. El agua de mar también se devolverá al mar, lista para absorber más dióxido de carbono de la atmósfera.
Ninguno de los procesos tiene lugar en mar abierto, explica Gaurav Sant, fundador de Equatic y profesor de sostenibilidad en la UCLA. “Esto es importante porque permite medir perfectamente todo lo que se está haciendo”. Esto incluye la electricidad que consume la planta, así como la cantidad de carbono que queda retenido.
La instalación, valorada en US$ 20 millones, estará plenamente operativa a finales de año y será capaz de eliminar 3.650 toneladas métricas de dióxido de carbono al año, según Edward Sanders, director de operaciones de Equatic, que se asoció con la Agencia Nacional del Agua de Singapur para construir la planta. Esa cantidad equivale a retirar de circulación unos 870 automóviles de pasajeros de tamaño promedio.
El objetivo es llegar a 100.000 toneladas de CO2 al año a finales de 2026, y de ahí a millones de toneladas en las próximas décadas, explicó Sanders a CNN. La planta puede reproducirse prácticamente en cualquier sitio, dijo, apilada en módulos “como bloques de lego”.
A medida que la planta se vaya ampliando, tendrán que asegurarse de que no haya impactos negativos, dijo Sant a CNN. “Hay una gran diferencia entre hacer esto a escala de una tonelada, un millón de toneladas o mil millones de toneladas. Hay que medir, controlar y adaptar”.
Los costes iniciales son elevados, pero la empresa dice que planea ganar dinero vendiendo créditos de carbono a los contaminadores para compensar su contaminación, así como vendiendo el hidrógeno producido durante el proceso.
Equatic ya firmó un acuerdo con Boeing para venderle 2.100 toneladas métricas de hidrógeno, que prevé utilizar para crear combustible ecológico, y financiar la eliminación de 62.000 toneladas métricas de CO2.
Océanos frágiles
Para algunos críticos, sin embargo, los riesgos superan con creces los beneficios.
Lili Fuhr, subdirectora del programa de clima y energía del Centro de Derecho Ambiental Internacional, criticó el uso de “tecnología especulativa” en un momento en que “el cambio climático ya está matando nuestros océanos”.
Procesar grandes cantidades de agua de mar podría matar la vida marina, declaró Fuhr a CNN. “Ya sabemos que las centrales eléctricas matan larvas de peces y otras formas de vida marina. Equatic procesaría mucha más agua de mar por planta que una central eléctrica”, dijo a CNN. “Y se necesitarían miles de plantas de este tipo para tener un impacto significativo en el clima global”.
Según James Niffenegger, investigador del Laboratorio Nacional de Energías Renovables, autor de un informe sobre la eliminación del carbono oceánico, habría que vigilar de cerca las repercusiones. El “movimiento artificial de agua a esta escala va a ser enorme”, declaró a CNN.
El proceso también podría alterar el delicado equilibrio de la química oceánica, explicó Niffenegger. Aunque hay muchos estudios sobre los efectos negativos de la acidificación de los océanos, hay muchos menos sobre lo que podría ocurrir si el océano se volviera más alcalino.
Hay indicios de que las repercusiones pueden ser escasas, añadió, pero “no vamos a ser capaces de comprender el potencial de esta solución hasta que empecemos a desplegar realmente este tipo de cosas”.
A medida que el mundo se aleja de los combustibles fósiles, la demanda de energía limpia aumenta exponencialmente. “Mover agua de mar requeriría enormes cantidades de energía renovable que sería mejor utilizar para desplazar a los combustibles fósiles en primer lugar”, señaló Fuhr.
Es un punto que comparte Gatusso, quien dijo que “hay que considerar la justicia cuando se utiliza electricidad preciosa para eliminar carbono en lugar de proporcionarla a las poblaciones necesitadas”.
Equatic afirmó que filtra el agua de mar para garantizar que la vida marina no entre en el sistema, y que el agua vertida de nuevo al océano tendrá la misma composición que el agua de mar normal y cumplirá las directrices medioambientales de Singapur.
La empresa también afirma que la producción de hidrógeno, que podría utilizarse para alimentar el proceso, significa que su consumo total de energía es inferior al de otros métodos de eliminación de carbono.
El proyecto de Equatic resume un debate más amplio entre quienes temen que precipitarse a la geoingeniería pueda desencadenar daños incalculables en los ecosistemas, frente a quienes creen que la crisis climática es tan aguda que esta tecnología debe ser una opción.
Está claro de qué lado está Equatic.
“La inacción no es una estrategia climática”, dijo Sant, de la UCLA, y agregó que es vital poder tomar decisiones con incertidumbre. “Si nos tomamos en serio la mitigación de la trayectoria del cambio climático”, añadió Sant, “tenemos que estar dispuestos a movernos, y movernos rápido a escala”.