CNNE 1683440 - 240424145751-01-rock-candy-uk-extinction-risk

(CNN) – Durante más de 100 años, ha sido un básico de la costa británica, tan clásico que una de las novelas más conocidas del siglo XX tomó su nombre.

Pero el “rock” —un caramelo duro superdulce en forma de palito largo, generalmente con el nombre del centro turístico “escrito” — parece estar bajo amenaza, ya que los fabricantes locales dicen que las importaciones baratas podrían dejarlo afuera del negocio.

Comprar un palito de “rock” en la orilla del mar ha sido un rito de iniciación típico para los británicos desde que los dulces se extendieron por todo el país en una fiebre azucarada, lo que se cree que ocurrió a principios del siglo XX o incluso un poco antes.

En 1938, cuando el autor Graham Greene escribió su novela “Brighton Rock”, que lleva el nombre del dulce, utilizó el bocadillo como una metáfora de la moralidad. La protagonista, Ida, una mujer que buscaba justicia sola contra una pandilla, dice que el carácter de las personas permanece igual durante toda su vida, al igual que las palabras en un “rock” recorren todo su camino.

De hecho, esas famosas letras en trozos de “rock” están hechas a mano por artesanos, generalmente en Blackpool, un balneario en Lancashire, al noroeste de Inglaterra.

Ahora las 10 fábricas que quedan en la ciudad dicen que la industria está en riesgo, ya que el “rock” barato importado de China amenaza el negocio. Sus propietarios han escrito al Gobierno pidiendo que se le otorgue un estatus de protección al “rock” hecho a mano en el Reino Unido, de modo que solo los dulces producidos en el país puedan llamarse “rock”.

“Es un problema muy, muy reciente”, dijo a CNN David Thorp, director de Stanton & Novelty Confectioners, uno de los 10 fabricantes de “rock” de Blackpool que escribieron la carta. “Siempre hemos estado al tanto de los dulces chinos e incluso hemos vendido algunos nosotros mismos, pero han sido paletas (piruletas) o malvaviscos extraños y maravillosos. Pero cuando empezaron a hacer palitos de ‘rock’ fue cuando nos sentamos y decidimos que debíamos hacer algo”.

Stanton & Novelty fabrican “rock”para alrededor de 150 ciudades costeras de todo el Reino Unido, con el nombre de cada ciudad incrustado en los dulces. El abuelo de Thorp fundó el negocio en 1969. “En aquel entonces estaba muy ocupado: no podían ganar lo suficiente, no tenían suficientes horas en el día”.

Ahora, dice, han tenido que diversificar su oferta, produciendo piruletas además de “rock”, para mantenerse a flote. En la fábrica trabajan catorce empleados, además de los padres de Thorp. Su padre ha trabajado allí durante 35 años.

Cuando su abuelo empezó, había más de 30 fábricas de “rock” solo en Blackpool. Pero, dice Thorp, “ocho [fábricas] han cerrado en los últimos dos o tres años. Me imagino que dos más podrían cerrar este año”.

Las fábricas del Reino Unido no pueden competir en precio. “El ‘rock chino’ se vende a entre 12 y 15 peniques (alrededor de US$ 0,15 a 0,19) por unidad, y estamos tratando de competir, pero hacerlo es insostenible y se vuelve económicamente inviable”, afirma.

Aunque Thorp dice que el Brexit no es un factor directo de lo que está sucediendo, sí admite que el costo de los ingredientes ha aumentado desde que el Reino Unido abandonó la Unión Europea, ya que gran parte del azúcar y la glucosa que utilizan provienen de Europa continental. La crisis del costo de vida en el Reino Unido, incluido el aumento vertiginoso de las facturas de energía, lo ha hecho aún más difícil.

Recuerdos de la infancia

Casi todos los británicos asocian el rock con su infancia.

Para muchos británicos, un trozo de “rock” es sinónimo de viajes infantiles a la playa.

“La gente lo relaciona con la infancia, ya sea su propia infancia, la de sus hijos o la de sus nietos”, dice Thorp.

Por supuesto, la mayoría de los británicos ahora prefieren tomar una aerolínea de bajo costa para ir a tomar el sol europeo antes que ir a una playa del Reino Unido, pero Thorp dice que incluso con el cambio en los hábitos vacacionales, todavía era posible ganarse la vida produciendo “rock”. “Si hay un buen verano, una bonita Semana Santa o unas calurosas vacaciones de mitad de semestre, siempre se nota”, afirma.

“Sé que las vacaciones han cambiado, pero el ‘rock’ le da a la gente la nostalgia de las vacaciones familiares”, afirma.

En Blackpool, hacer “rock” es un auténtico trabajo artesanal. El azúcar y la glucosa se hierven con agua y luego se coloca sobre losas frías para que se sequen, mientras se añade colorante.

Mientras aún están blandas, los lotes de diferentes colores se arrancan en tiras y luego se enrollan en grandes cilindros. Los trabajadores escriben las letras a mano, usando caramelos de diferentes colores, mientras los cilindros todavía conservan su gran forma original, casi del tamaño de un antebrazo de diámetro.

Luego, los trabajadores estiran y comprimen los cilindros de “rock” hasta convertirlos en palos de unos 2,5 centímetros de espesor que salen a la venta, todo a mano. Es un trabajo que requiere pericia: en Promotional Candy –cuyo propietario, Jason Evans, fue otro de los firmantes de la carta– los pasteleros tienen un total combinado de 80 años de experiencia.

Thorp dice que los dulces importados de China no tienen letras, ya que aún no cuentan con la experiencia necesaria. Pero eso no impide que los distribuidores y minoristas lo almacenen junto a los dulces más caros producidos localmente.

“Me emociono mucho al pensar en la posibilidad de [cerrar] porque llevamos más de 55 años en esto”, dice. “Esta fábrica es la identidad de mi familia. Sería completamente desgarrador”.

“No tenemos ninguna posibilidad”

Fabricar "rock" artesanalmente requiere una considerable pericia.

Los dueños de negocios que firmaron la carta quieren que el Gobierno proteja la palabra “rock” o el “rock stick” (palito “rock”) de la misma manera que el Reino Unido protege otros alimentos y bebidas: las empanadas de Cornualles, el whisky escocés, el queso Wensleydale y los pasteles de cerdo Melton Mowbray pueden utilizar esos nombres únicamente si están hechos en el lugar donde verificaron la marca.

Pero en lugar de limitarse a Blackpool, los fabricantes de “rock” quieren que los dulces fabricados en cualquier parte del Reino Unido califiquen, para permitir que más productores locales  aprovechen.

“Hay muy pocos productos que evoquen tanta nostalgia como un trozo de ‘rock’ de la playa”, dice Thorp. “Es una especie de herencia nacional”.

El envío de caramelos desde China también tiene un costo medioambiental, añade.

Anita McAleese, propietaria de McAdams Confectionery y otra cofirmante de la carta, le dijo a CNN que la mayoría de los consumidores no tienen idea de que el caramelo que están comprando ha sido fabricado en China.

“Realmente no tenemos ninguna posibilidad si no hay conciencia pública”, dice.

El marido de McAleese comenzó el negocio en 1995. “Cuando empezamos era una industria próspera: había 18 fábricas en Blackpool y no había competencia entre nosotros porque había suficiente [negocio] para todos”, dice. Sus 14 empleados se han reducido a solo seis desde que el “rock” importado comenzó a afianzarse.

“Son los minoristas los que buscan la [opción] más barata”, afirma. “Tenía un distribuidor que probablemente representaba el 50% de mi trabajo, y optó por el ‘rock’ importado”.

Thorp dice que si la industria local se hunde, “sería una enorme lástima”.

“Los palitos de ‘rock’ tienen más de 100 años y son un tesoro nacional. Es parte de nuestra cultura compartida”, dice.

“Haré cualquier cosa para evitar que la industria se hunda”, añade.